Somos prisioneros, pero algún día conseguiremos nuestra libertad. Hace más de un año que ganaron la guerra y todavía sufrimos las consecuencias. Todos somos prisioneros políticos en este centro de reinserción social. Hace más de un año que no he visto el sol, pero no importa, no pienso dejar que me cambien.
Crearon este centro con la misión de
cambiar la mentalidad de todos los que no pensaban como ellos y lamentablemente
lo están consiguiendo. Nos torturan, experimentan con nosotros y los más débiles
caen a su merced. Ahora solo quedamos los fuertes, los que, aunque nos
torturen, no pensamos cambiar nuestras creencias.
Sin embargo, hace unos días crearon un
aparato con el que, aunque seas fuerte, cambias de mentalidad. Lo llaman Moral,
tiene gracia que lo llamen así, cuando su existencia cuestiona la moralidad de
las personas que lo usan.
—Dicen
que van a usar Moral con los novatos —dice mi amigo Alex.
Estamos en el comedor, comiendo la basura
que nos dan y observando a los otros prisioneros. Todos llevamos nuestro mono
gris de prisionero político y los guardas nos observan desde las salidas más
próximas.
—Bueno,
piensa en positivo Alex, si lo usan por fin sabremos si funciona o no —
contesto.
—¡Claro
que funciona, Sara! Los guardias no hablan de otra cosa, dicen que si Moral
funciona y cambiamos todos, ellos se quedarán en paro — comenta divertido Alex.
Yo me rio con él hasta que veo que algo va
mal, unos científicos han entrado en el comedor, llevan jeringuillas, batas
blancas y mascarillas. Los científicos, escoltados por guardias, se llevan a
los novatos, pero no se quedan ahí, también se llevan a algunos de los
veteranos, como a Alex. Intento impedirlo, pero recibo una descarga eléctrica
de uno de los guardas y caigo inconsciente al suelo.
Despierto en mi celda, tumbada en la
litera de arriba y me pregunto cómo me han traído hasta aquí, ya que mi celda y
el comedor están bastante lejos. Miro rápidamente a la cama de abajo, la de
Alex y descubro horrorizada un colchón vacío, sin sábanas y ni rastro de los
objetos personales de mi amigo.
Un ruido me sobresalta, la puerta de mi
celda se abre, los científicos con sus jeringuillas vienen a por mí. Me resisto
aunque sé que es inútil.
—¿Dónde
está Alex? ¿Dónde está mi compañero? — grito enloquecida.
—Tu
amigo ya no es residente aquí, Moral le ha llevado por el camino correcto — me
dice uno de los científicos antes de inyectarme la jeringuilla.
Aparezco maniatada a una silla y con dolor
de cabeza, la habitación está a oscuras, salvo por el molesto foco que ilumina
mi rostro.
Imagen sacada de:
www.caminajoven.com |
—¿Sabes
por qué estás aquí, Sara? — me pregunta alguien desde la oscuridad.
—Porque
defendí unas creencias distintas a las vuestras — contesto.
—Exacto,
pero no te preocupes, Moral te enseñará la verdad…
Antes de que pudiera decir nada, me
pusieron Moral en la cabeza, un casco lleno de tubos resplandecientes. Conectan
el aparato y siento una fuerte descarga eléctrica que recorre todo mi cuerpo,
grito de dolor y aprieto las manos con fuerza, hasta que por fin cesa.
—¿Cómo
te encuentras? — pregunta la voz de la oscuridad.
Me siento aturdida, confusa y mareada, por
un segundo olvido dónde estoy, pero al segundo siguiente recupero la memoria.
Ocurre algo extraño, algo que debería haber pasado, no lo ha hecho. Sigo
teniendo las mismas creencias de antes, los mismos pensamientos y dudas. Sigo
siendo Yo. Entonces pienso, tengo una oportunidad de huir, ellos creen que
Moral ha funcionado, pero no es así:
—Estoy
bien — contesto a la voz.
Una pequeña semilla de esperanza empieza a
crecer en mi interior. Cada individuo es distinto e intentar cambiar su
mentalidad es imposible. Ahora somos prisioneros, pero algún día conseguiremos
nuestra libertad.
Si
te ha gustado…
En época de elecciones, sobretodo, todo el
mundo se plantea cambiar la mentalidad de aquellos que no piensan como tú. Esta
tarea es difícil y yo diría que casi imposible, la gente puede cambiar en
pequeños aspectos o en grandes, si las circunstancias han cambiado
drásticamente, pero es difícil. De ahí que me haya planteado, ¿Qué pasaría si
tuviéramos un aparato que pudiera cambiar la opinión de la gente? ¿Lo
usaríamos? O ¿Creeríamos que no sería ético?
En mi caso lo tengo claro, me gusta que la
gente piense diferente, porque si todos pensáramos igual, la vida sería muy
aburrida. Con esto quiero decir que, aunque no te guste la opinión de los
demás, respétala y así los demás respetarán la tuya.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi
relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de:
comohacerpara.com
|
Es un relato corto pero tiene "mucho" detrás, para hacerte pensar y replantearte ciertas actitudes ante la vida.MUY BIEN
ResponderEliminar