domingo, 26 de marzo de 2017

Los Dioses de Escafandra

Vinieron aquí y se apoderaron de nuestra tierra. La mayoría de las otras tribus les veneran, pero yo no me fio de ellos, no pienso permitir que se hagan los dueños de mi tribu, aquí el único jefe soy yo y así ha sido siempre.
Poco a poco los extraños seres se han ido haciendo con el control de las tribus vecinas, incluso los Dientes de Sable, nuestros enemigos, se han rendido ante ellos. Sus poderes y artilugios proyectan su superioridad y hacen que se refleje en nuestros rostros nuestro temor.
La última tribu de la zona ha caído, nosotros somos los siguientes.
—¡Jefe Boltak! ¡Los Dioses ya vienen! — me grita Culpak.
—¡Preparaos para luchar! No pienso permitir que nos arrebaten nuestra tierra.
—Pero señor, ellos son fuertes y poderosos, ¡Nos mataran si nos resistimos!
—Entonces ya te puedes ir arrancando las tripas, porque eso es lo que nos espera bajo su mando.

Nos reunimos todos bajo la colina, con nuestras mejores armas: mazos, hachas y lanzas. Somos superiores en número, pero nuestros enemigos tienen habilidades que jamás hemos visto. De pronto los vemos, los monstruos, sus trajes relucen bajo el sol abrasador, sus cabezas son gigantes y redondas y en sus rostros se refleja nuestra propia cara, como si del brillo del agua se tratase.
Imagen sacada de: www.lagranepoca.com
Uno de ellos se aleja de su grupo y se acerca a mí, decido acercarme a él a la espera de algún tipo de diálogo que evite una masacre. Aunque no tiene ojos siento que me observa y eso hace que me estremezca.
—Estas tierras son mías — le digo al monstruo.
—Tu y yo no somos tan distintos — me contesta — ambos queremos lo mejor para nuestro pueblo y lo mejor para tu pueblo ahora mismo es que os unáis a mí.
—Nunca me uniré a ti, mi tribu necesita un líder y ese soy yo.
—Tú puedes seguir siendo el líder de tu tribu, pero yo estaré por encima de ti, todos trabajareis para mí, para nosotros, para mi pueblo.
—Yo no soy ningún esclavo y antes que servir bajo tus órdenes, prefiero morir.
Observo como mi tribu aguarda tras las rocas como les pedí, tienen las redes que las mujeres tejieron y esperan mi señal. Mi grito de guerra les alerta y mi tribu se tira desde las rocas y caen con las redes encima de los intrusos.
El monstruo que tengo ante mis ojos se gira asustado para ver como su tribu se desploma en el suelo y yo aprovecho en ese momento para romper con mi hacha su redonda cabeza. Sorprendentemente, su rostro se rompe en mil pedazos como si estuviera hecho de piedra y todos mis amigos me miran asustados.
Yo, Boltak, he sido el primero en matar a uno de los Dioses que se creían invencibles. Estoy asustado y tras comprobar varias veces que mi oponente está muerto, grito de júbilo. Los gritos de mis compañeros me acompañan y satisfechos contemplamos a nuestros vulnerables enemigos.
—¡Quitarles las armas! — ordeno a mi tribu.
Inspeccionamos su armamento con curiosidad, nunca habíamos visto nada parecido, son armas muy potentes que hacen magia. Una ellas se acciona sin querer y hace que la roca más próxima se desintegre. Mientras mis amigos juegan con el armamento enemigo, yo observo al líder caído.
Tras las piedras rotas de su cabeza hay algo, un tejido blando. Aparto las piedras con mucho cuidado intentando evitar cortarme con sus afiladas puntas y descubro un rostro. Su cara, sus facciones, su piel, mi enemigo es tan parecido a mí que asusta.
—Se parece a nosotros — dice Culpak — ¿Qué significa esto? ¿Es una broma?
Miro al grupo de extraños inconscientes bajo nuestra red y ordeno a mi tropa que despierte a uno de nuestros enemigos.
—Traerlo ante mí — ordeno.
El extraño ser me mira con la misma cara inexpresiva que tienen los demás, tal vez bajo su máscara se esconda su auténtico rostro.
—¿Qué significa? — le pregunto señalando el rostro caído de mi enemigo — ¿Quiénes sois?
—Somos seres de otro mundo, de otras tierras. — me contesta
—Y ¿A qué habéis venido aquí?
—A conquistar otros mundos, caímos por error en un agujero de gusano y al salir os descubrimos a vosotros, creímos que era nuestra oportunidad y bajamos de nuestras naves a investigar, vimos que erais más primitivos que nosotros y fácilmente os fuimos venciendo.
—¿Qué es un agujero de gusano? — pregunto confuso.
—Nadie lo sabe, dicen que es una forma de viajar rápido por el espacio y el tiempo, un atajo.
—¿Por qué os parecéis a nosotros?
—Supusimos que nuestra raza no solo había nacido en la Tierra, que es de dónde venimos, sino que también había crecido aquí.
—Tal vez ese agujero de gusano no os ha hecho viajar por el espacio, sino por el tiempo.
—¿Qué quieres decir?
—Pues que no habéis ido a ninguna parte, aún estáis en la Tierra.
Rompo la máscara del extraño y descubro en su mirada el terror de la verdad. Tanto tiempo luchando para descubrir que al final estaba luchando contra su propia especie, contra los suyos. Hombres del futuro, eso es lo que eran, seres que se creían Dioses cuando a duras penas llegaban a hombres.







Si te ha gustado…

Para escribir este relato me he inspirado en el Planeta de los Simios y en como al final el protagonista descubre con horror que ya está en casa.
Esta historia tiene una moraleja, nunca olvides tus orígenes y piensa que todo lo que tienes todo lo que tus antepasados han conseguido para ti puede desaparecer de la noche a la mañana, así que valora lo que tienes y piensa que podría ser peor.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: lamanodelextranjero.com

domingo, 19 de marzo de 2017

Los Púrpura

Ocurrió así, un día como cualquier otro, nació el primer niño púrpura, los llamaron así por sus ojos, de un morado tan intenso que asustaba. Al principio a nadie le preocupaba el problema de los Púrpura, tan solo eran niños con el Síndrome de Alejandría.
Sin embargo, la gente se empezó a preocupar cuando la población Púrpura aumentaba. Los científicos investigaron este fenómeno y buscaron la causa de su origen. Muchos dijeron que se trataba de un tema alimenticio y que no había por qué preocuparse, pero yo no me lo creí.

Una noticia alarmante lleno las páginas de los periódicos, los Púrpura tenían habilidades especiales. Cuando los niños de ojos morados crecieron, empezaron a demostrar cualidades que ningún otro humano poseía, podían mover objetos sin ni siquiera tocarlos, volverse invisibles o tener una fuerza sobrehumana.
Imagen sacada de: www.dianliwenmi.com
La gente les empezó a coger miedo y los Púrpura empezaron a sufrir las consecuencias del miedo de los demás. A algunos les acosaban en el colegio, a otros simplemente les evitaban y otros en cambio tenían el control. Cuanto más se diferenciaban ellos de nosotros más fuerte se hacía la idea de acabar con ellos.
El gobierno tomó medidas y creo colegios solo para los Púrpura, ya que los padres de los demás niños no querían que sus hijos estudiaran con los seres violetas. Y así, cada vez más y más se fomentó el miedo y el odio hacia una raza que apenas se distinguía de la nuestra.
Han pasado varios años desde que comenzó ese extraño suceso y desde que empezó me he sentido atraída por él. Por eso estudié medicina y me centré en averiguar el origen de todo. Hoy es mi primer día en el laboratorio Hurson de investigación Púrpura y estoy nerviosa:
—Le advierto de que el doctor Brun es un poco extraño — me comenta el señor Ford.
—¿Extraño por qué? — pregunto.
—Bueno, prefiere trabajar solo, que usted esté aquí y que vaya a trabajar con él no le ha hecho mucha gracia, aunque no es decisión suya.
El señor Ford es un hombre mayor y algo rechoncho, cuyo frondoso bigote blanco oculta una mueca de desagrado. Tengo la sensación de que nadie quiere que trabaje en este sitio, pero si aprobaron mi solicitud para ayudante de laboratorio, es que me necesitan, ¿No?
—Procure evitar hacerle preguntas personales — insiste Ford.
—¿Por qué iba a hacerle preguntas personales?
Entramos en el laboratorio y en cuanto veo al doctor y mi mentor Brun descubro el por qué el señor Ford estaba tan nervioso, el doctor Brun es un Púrpura. Sus ojos morado oscuro relucen sobre su bata blanca, me mira con la misma cara de desagrado que Ford y eso me incomoda.
—Doctor Brun, le presento a Treis, su ayudante, trabajará con usted en su búsqueda del origen de los Púrpura — anuncia Ford.
—Pensaba que se trataba de una broma — contesta Brun con desagrado.
—No señor, me temo que no.
—Está bien — se resigna Brun — póngase una bata y empiece a trabajar.
Aunque me ha sentado mal el comentario de Brun, no pienso contestarle siendo mi primer día de trabajo. Además, trabajar en los laboratorios Hurson es el sueño de cualquier científico.
Tal y como ha dicho el doctor Brun, me pongo la bata y empezamos a trabajar en el origen del misterio. Los primeros días son un poco tensos, ya que el doctor no se siente muy cómodo trabajando conmigo, pero poco a poco va aceptando mi presencia.
—¿Por qué está tan interesado en averiguar el origen de los Púrpura? — me atrevo a preguntar un día.
—Supongo que es un tema que me toca muy de cerca — contesta en tono burlón — Soy uno de ellos, ¿cierto?
—Sí, ya me había dado cuenta — contesto sonrojada — resulta extraño que trabaje con nosotros, es decir, con gente que no es de su misma raza.
—Te acabas acostumbrando, sobretodo lo hago para que la gente como tú deje de tenernos miedo, todas las manifestaciones y agresiones de estos últimos días hacia los Púrpura tienen que acabar. Estoy seguro de que nuestro origen no es nada demoniaco.
—Yo también lo pienso — contesto tímidamente.
Es cierto, a la gente ya no le bastaba con meter en reservas a los Púrpura, también querían esclavizarles. El ambiente político estaba al rojo vivo o mejor dicho, al “púrpura vivo”.
El doctor Brun me mira extrañado y vuelve la mirada de nuevo hacia su telescopio:
—¿Qué ocurre? — pregunto sorprendida.
—Creo que ya sé la respuesta a la pregunta que nos atormenta — contesta distraído — ¿y si los Púrpura no fuéramos más que el siguiente paso?
—¿Qué quieres decir?
—Llevo mirando estas muestras desde que empecé a trabajar aquí y nunca me había planteado que tal vez la respuesta a todo fuera que simplemente somos la evolución de los humanos, el siguiente paso. Los humanos evolucionaron del homo Sapiens al homo Sapiens Sapiens, tal vez los Púrpura seamos los siguientes.
Si eso fuera verdad, le habríamos cogido miedo a la evolución y por tanto, la opresión que estamos ejerciendo hacia los Púrpura debería pararse de inmediato. La idea que acaba de verbalizar el doctor Brun es una idea que llevo pensándola mucho tiempo y por descabellada que sea, al pronunciarla en voz alta hace que parezca real.
La puerta del laboratorio se abre de golpe y un asustado señor Ford nos mira sin aliento:
—¡Han declarado la guerra, han declarado la guerra a los Púrpura!
Miro al doctor Brun y sus ojos violeta me devuelven la mirada, por miedo a lo desconocido se va a cometer el mayor error de la historia. Por miedo a lo desconocido todos sufriremos las consecuencias.







Si te ha gustado…

Para escribir este relato me inspiré un poco en Kick-ass y su idea de un mundo de superhéroes y en la serie de cómics conocida como Powers.
Este relato es un poco crítica al “miedo a lo desconocido” y al actuar precipitadamente cuando no comprendemos algo. Antes de actuar hay que pensar en lo que hacemos, en si estamos haciendo lo correcto o no, porque si no podremos acabar con la evolución humana.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: torontoist.com

domingo, 5 de marzo de 2017

En Otra Época

¿Nunca habéis tenido la sensación de que en otra época habríais sido más felices? Yo sí. Siempre he pensado que he nacido en una época equivocada, habría sido mejor nacer en los años 90 y haber vivido en el siglo XXI. Aquellos años fueron maravillosos, con los inicios de internet y las redes sociales, el éxito de películas como Jurassic Park o Matrix, el surgimiento de las Spice Girls…
En cambio, me ha tocado vivir en el siglo XXX y esto es un asco. Rodeados de contaminación y ruinas de antiguas civilizaciones, vivimos en un mundo de consumo y poder, donde los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. Estoy harto de vivir aquí, de ser una cara más entre la multitud y pienso cambiar mi suerte.

Una nueva experiencia ha surgido en el horizonte, una nueva e innovadora empresa ha creado el servicio perfecto para las vacaciones. Mediante una máquina conocida con el nombre “Tiempomóvil”, podemos viajar en el tiempo y visitar épocas pasadas.
Imagen sacada de: xombitmusic.com
Ahora que tengo vacaciones pienso disfrutarlas en mi época favorita, los años 90 del siglo XXI y divertirme en los años en los que yo debería haber nacido.
—¿En qué época desea disfrutar sus vacaciones, señor? — me pregunta la de la agencia de viajes.
—En los años 90 del siglo XXI — digo.
—Lo siento señor, pero para esa década está todo cogido, pero si quiere le podemos mandar al año 2016, que es lo más próximo a los años 90 que tenemos.
Chasqueo la lengua un poco desilusionado y miro pensativo el ordenador X-Ciber5 de la recepcionista.
—Piense, señor — intenta convencerme — que muchas personas que nacieron en los 90 seguirán viviendo en el 2016, así que será como estar prácticamente en esa época.
—Está bien, deme ese año.
—¿Desea disfrutar de ese año en verano o en invierno? ¿País? ¿Ciudad?
Tras responder a todas sus preguntas, me llevan a una sala donde tengo que cambiarme y vestirme tal y como vestían los hombres en el siglo XXI, ya que vestir con la ropa del siglo XXX podría asustar a la población de esa época.
Intento ponerme unos horribles pantalones pitillo cuya talla dudo que sea la mía, siento que se me duerme la pierna derecha, pero después de todo lo que me ha costado entrar en el pantalón, me niego a quitármelos. Una camisa y unas deportivas altas dan el toque final a un look muy hortera, pero que sin embargo era lo más, por aquel entonces.
Tras solucionar el problema del atuendo, me toca solucionar otro problema, el lenguaje. Tengo que controlar mi forma de hablar para poder integrarme entre los lugareños. Las frases como “no te rayes”, “me estás vacilando” o “la que has liado pollito” están de plena moda y voy a tener que forzarme a usarlas si quiero no desentonar.
Por fin llega el momento que estaba esperando y me llevan a la máquina del Tiempomóvil. Me explican que tal vez note mareos o náuseas al llegar allí, pero que se me pasan en unos minutos. Me subo y veo como cierran la puerta dejándome a solas en una cabina de una máquina desconocida para mí.
La cabina empieza a girar o tal vez sea yo quien gire. Las náuseas empiezan antes de llegar e intento controlarme para no vomitar antes de tiempo. De pronto todo cesa y una voz dentro de la máquina me habla:
Bienvenido al siglo XXI, su estancia durará dos días, al terminar, vuelva a este punto de encuentro y le recogeremos.
Salgo del Tiempomóvil mareado y vomito nada más salir. Tal y como me han dicho los mareos solo duran unos minutos y al poco tiempo me doy cuenta de dónde estoy. Estoy en la Casa de Campo, tal y como pedí me han dejado en el Madrid del año 2016, es verano y hace mucho calor.
Llego al metro y me sorprendo al ver los torniquetes, todavía usan torniquetes para utilizar en el transporte público. Desconozco su funcionamiento así que decido pedir ayuda a algún lugareño.
—Perdone señor, pero no soy de aquí, ¿podría decirme cómo puedo pasar estos torniquetes?
—Tiene que comprar el ticket en esa máquina de ahí — contesta el hombre extrañado.
—Gracias, señor.
Me acerco a la máquina y descubro que la máquina no acepta billetes de 50 y yo solo tengo billetes de esa cantidad. Miro a mi alrededor buscando ayuda y es en ese momento cuando veo a otro lugareño pasar, esta vez, el señor no usa ningún tipo de ticket para pasar los torniquetes, al contrario, salta las barras de metal y entra en el andén sin problemas.
Imagino que ese es el procedimiento habitual y que el señor que me había dicho que tenía que comprar un ticket para pasar, solo me estaba “vacilando”. Así que decido hacer lo mismo que el lugareño ha hecho para entrar y salto el torniquete sin problemas.
Unos gritos se oyen a mis espaldas nada más hacerlo y me giro asustado. Unos guardias se acercan corriendo hacia mí, si me cogen podrán tenerme retenido más de dos días y yo no puedo faltar a mi cita con el Tiempomóvil o me quedaré aquí encerrado en esta época para siempre. Echo a correr por el andén, pero los guardias me cogen antes.
—¡La que has liado pollito! — me dice uno de los guardias.
Me esposan y sé que es el fin, un final de vacaciones perfecto, encerrado y sin poder volver a casa, aunque no pienso “rayarme” ya que al menos he conseguido lo que he querido, quedarme en la época que creía que era perfecta para mí. Las apariencias engañan y ahora más que nunca echo de menos el ruidoso, sucio y cochambroso siglo XXX.







Si te ha gustado…

Yo siempre he pensado que me encantaría vivir en los años 50, ya que el estilo Pin-up, la música y el ambiente son muy “yo”. Sin embargo, cada época tiene sus pros y sus contras y para demostrar este hecho, se me ocurrió esta historia.
Es posible que en el futuro alguien piense que nuestra época es la mejor y que diga “Yo habría sido feliz si hubiera nacido en el siglo XXI”. Por el contrario, ese pensamiento es erróneo, ya que si estamos descontentos con la época en la que vivimos, tratemos de cambiarla y dejemos de soñar con un pasado que nunca volverá.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: www.fayerwayer.com