domingo, 19 de marzo de 2017

Los Púrpura

Ocurrió así, un día como cualquier otro, nació el primer niño púrpura, los llamaron así por sus ojos, de un morado tan intenso que asustaba. Al principio a nadie le preocupaba el problema de los Púrpura, tan solo eran niños con el Síndrome de Alejandría.
Sin embargo, la gente se empezó a preocupar cuando la población Púrpura aumentaba. Los científicos investigaron este fenómeno y buscaron la causa de su origen. Muchos dijeron que se trataba de un tema alimenticio y que no había por qué preocuparse, pero yo no me lo creí.

Una noticia alarmante lleno las páginas de los periódicos, los Púrpura tenían habilidades especiales. Cuando los niños de ojos morados crecieron, empezaron a demostrar cualidades que ningún otro humano poseía, podían mover objetos sin ni siquiera tocarlos, volverse invisibles o tener una fuerza sobrehumana.
Imagen sacada de: www.dianliwenmi.com
La gente les empezó a coger miedo y los Púrpura empezaron a sufrir las consecuencias del miedo de los demás. A algunos les acosaban en el colegio, a otros simplemente les evitaban y otros en cambio tenían el control. Cuanto más se diferenciaban ellos de nosotros más fuerte se hacía la idea de acabar con ellos.
El gobierno tomó medidas y creo colegios solo para los Púrpura, ya que los padres de los demás niños no querían que sus hijos estudiaran con los seres violetas. Y así, cada vez más y más se fomentó el miedo y el odio hacia una raza que apenas se distinguía de la nuestra.
Han pasado varios años desde que comenzó ese extraño suceso y desde que empezó me he sentido atraída por él. Por eso estudié medicina y me centré en averiguar el origen de todo. Hoy es mi primer día en el laboratorio Hurson de investigación Púrpura y estoy nerviosa:
—Le advierto de que el doctor Brun es un poco extraño — me comenta el señor Ford.
—¿Extraño por qué? — pregunto.
—Bueno, prefiere trabajar solo, que usted esté aquí y que vaya a trabajar con él no le ha hecho mucha gracia, aunque no es decisión suya.
El señor Ford es un hombre mayor y algo rechoncho, cuyo frondoso bigote blanco oculta una mueca de desagrado. Tengo la sensación de que nadie quiere que trabaje en este sitio, pero si aprobaron mi solicitud para ayudante de laboratorio, es que me necesitan, ¿No?
—Procure evitar hacerle preguntas personales — insiste Ford.
—¿Por qué iba a hacerle preguntas personales?
Entramos en el laboratorio y en cuanto veo al doctor y mi mentor Brun descubro el por qué el señor Ford estaba tan nervioso, el doctor Brun es un Púrpura. Sus ojos morado oscuro relucen sobre su bata blanca, me mira con la misma cara de desagrado que Ford y eso me incomoda.
—Doctor Brun, le presento a Treis, su ayudante, trabajará con usted en su búsqueda del origen de los Púrpura — anuncia Ford.
—Pensaba que se trataba de una broma — contesta Brun con desagrado.
—No señor, me temo que no.
—Está bien — se resigna Brun — póngase una bata y empiece a trabajar.
Aunque me ha sentado mal el comentario de Brun, no pienso contestarle siendo mi primer día de trabajo. Además, trabajar en los laboratorios Hurson es el sueño de cualquier científico.
Tal y como ha dicho el doctor Brun, me pongo la bata y empezamos a trabajar en el origen del misterio. Los primeros días son un poco tensos, ya que el doctor no se siente muy cómodo trabajando conmigo, pero poco a poco va aceptando mi presencia.
—¿Por qué está tan interesado en averiguar el origen de los Púrpura? — me atrevo a preguntar un día.
—Supongo que es un tema que me toca muy de cerca — contesta en tono burlón — Soy uno de ellos, ¿cierto?
—Sí, ya me había dado cuenta — contesto sonrojada — resulta extraño que trabaje con nosotros, es decir, con gente que no es de su misma raza.
—Te acabas acostumbrando, sobretodo lo hago para que la gente como tú deje de tenernos miedo, todas las manifestaciones y agresiones de estos últimos días hacia los Púrpura tienen que acabar. Estoy seguro de que nuestro origen no es nada demoniaco.
—Yo también lo pienso — contesto tímidamente.
Es cierto, a la gente ya no le bastaba con meter en reservas a los Púrpura, también querían esclavizarles. El ambiente político estaba al rojo vivo o mejor dicho, al “púrpura vivo”.
El doctor Brun me mira extrañado y vuelve la mirada de nuevo hacia su telescopio:
—¿Qué ocurre? — pregunto sorprendida.
—Creo que ya sé la respuesta a la pregunta que nos atormenta — contesta distraído — ¿y si los Púrpura no fuéramos más que el siguiente paso?
—¿Qué quieres decir?
—Llevo mirando estas muestras desde que empecé a trabajar aquí y nunca me había planteado que tal vez la respuesta a todo fuera que simplemente somos la evolución de los humanos, el siguiente paso. Los humanos evolucionaron del homo Sapiens al homo Sapiens Sapiens, tal vez los Púrpura seamos los siguientes.
Si eso fuera verdad, le habríamos cogido miedo a la evolución y por tanto, la opresión que estamos ejerciendo hacia los Púrpura debería pararse de inmediato. La idea que acaba de verbalizar el doctor Brun es una idea que llevo pensándola mucho tiempo y por descabellada que sea, al pronunciarla en voz alta hace que parezca real.
La puerta del laboratorio se abre de golpe y un asustado señor Ford nos mira sin aliento:
—¡Han declarado la guerra, han declarado la guerra a los Púrpura!
Miro al doctor Brun y sus ojos violeta me devuelven la mirada, por miedo a lo desconocido se va a cometer el mayor error de la historia. Por miedo a lo desconocido todos sufriremos las consecuencias.







Si te ha gustado…

Para escribir este relato me inspiré un poco en Kick-ass y su idea de un mundo de superhéroes y en la serie de cómics conocida como Powers.
Este relato es un poco crítica al “miedo a lo desconocido” y al actuar precipitadamente cuando no comprendemos algo. Antes de actuar hay que pensar en lo que hacemos, en si estamos haciendo lo correcto o no, porque si no podremos acabar con la evolución humana.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: torontoist.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario