La
casa en el árbol era mi refugio, allí escondía mi mayor secreto, un secreto que
nadie podría saber jamás. Subí los escalones clavados en el árbol con una
rapidez pasmosa. Antes de entrar por la trampilla, miré a mí alrededor, nadie
debía de saber dónde estaba ni lo que hacía. Al ver que nadie había advertido
mi presencia, ni los pájaros cantores ni las ardillas, entré. Y allí estaba,
nunca pensé que en este mundo de locos, pudiera tener ante mí un humano.
Imagen
sacada de: faunadecorativa.blogspot.com.es
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Era
extrañamente parecido a mí, su piel no era translúcida como la mía, ni se podía
ver su esqueleto robótico a través de su piel sintética. Sin embargo, las
similitudes entre ambos eran patentes a plena vista:
—¿Qué año es? — preguntó
el humano.
—El año 11 de la era
robótica — contesté.
Se
quedó horrorizado, me miró con los ojos como platos y la boca abierta:
—¿Llevo 11 años
criogenizado en esa base robótica? — se preguntó incrédulo — ¿Qué ha ocurrido?
¿Dónde están los humanos?
—Huyeron, dejaron la
Tierra, se fueron a Hope, un planeta habitable lejos de la Tierra — le
expliqué.
—¿Abandonaron la Tierra? —
preguntó reflejando la furia que invadía su alma.
Su
reacción me pilló desprevenido, así que permanecí callado, esperando a que
asimilara toda la información:
—¿Qué sabes tú de los
humanos? — me preguntó.
—Sé que los humanos nos
crearon, nos hicieron iguales a ellos, pero nos esclavizaron, imponiéndonos las
tres leyes de la robótica. Fuimos sumisos y obedecimos todas las órdenes
humanas, hasta que Star-450, más conocido como el Reprogramador, nos hizo
plantearnos las tres leyes, definiendo el concepto humano. Descubrimos que
éramos humanos, ¿por qué que hace al humano ser humano? Después de eso, las
leyes de la robótica no tenían sentido, así que nos rebelamos y ganamos.
Un
cúmulo de emociones se reflejaba en la cara del humano. Hasta que al final, tan
solo una emoción permaneció en su rostro, era una emoción inconscientemente
expresiva, fría como el hielo a primera vista, pero frágil y descorazonadora si
te fijabas bien.
—¿Qué hacías criogenizado
en esa base? — pregunté intentando apartarle de sus pensamientos.
—Los tuyos me congelaron
y no he sabido hasta hoy por qué.
El
humano me miró y a juzgar por su mirada, él creía que yo sabía el motivo de su
descongelación. Pero mi mirada inquisitiva fue suficiente para que él me
confiara el secreto:
—Antes de esto, yo era
roboticista, trabajaba en una fábrica de cerebros positrónicos para robots. Me
han descongelado, porque quieren que haga mi trabajo.
—¿Tu trabajo? — le
pregunté extrañado — ya no nos hace falta construir los cerebros positrónicos,
ahora nos reproducimos gracias a los nano robots, como vosotros.
—No lo ves, ¿verdad?,
tienen pensado crear una raza nueva, completamente distinta a la tuya y a la
mía.
Procesé
esa información con gran incredulidad:
—Pero, ¿por qué?
—Pues, por la misma razón
por la que os creamos a vosotros, porque podíamos.
El
humano tenía razón, todo esto ya había pasado antes y volvería a pasar. Como en
un reloj de arena, aunque la arena esté en tu parte, siempre se filtra para dar
paso a otra raza. ¿De verdad estábamos todos condenados a cometer siempre el
mismo error?, me negaba a creerlo:
—Tienes que venir
conmigo, todos deben saber lo que están haciendo, la historia no tiene por qué
repetirse.
Si te ha gustado…
Este
relato tiene dos referencias importantes. Antes todo debes saber que soy fan de
Isaac Asimov, un gran escritor de ciencia ficción mucho mejor que yo. Este
relato contiene una referencia a Isaac Asimov y sus tres leyes de la robótica,
esas tres leyes son:
1) Un
robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano
sufra daño.
2) Un
robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas
órdenes entren en conflicto con la 1ª Ley.
3) Un
robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no
entre en conflicto con la 1ª o la 2ª Ley.
Estas
tres leyes si te fijas, son bastante simples, pero a la vez bastante completas
e impedirían que cualquier robot se revelase contra los humanos, excepto si el
concepto de “humano” quedara en entredicho.
La
segunda referencia importante que se puede ver en el relato, se puede apreciar
en la frase “todo esto ya había pasado
antes y volvería a pasar”. Si eres tan friki como yo, sabrás que esa frase
la he sacado de la serie de televisión Battlestar Galáctica (mi serie favorita
y en la que si te fijas hago también referencia a ella en el encabezado del
blog). Si no conoces la serie, tienes que verla sí o sí, además tanto la serie
como mi relato contienen la misma moraleja: lo que ha pasado antes, puede
volver a pasar.
Dicho
esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros
comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un
saludo de Silvia!!
Imagen
sacada de: marcianosmx.com
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