Ya hace dos semanas desde que cambiaron
los maniquíes de toda la vida, por estos muñecos robóticos. Dijeron que serían
mejores y darían un valor añadido a la empresa, ya que estos nuevos maniquíes,
tienen la habilidad de moverse y contonearse desde la posición en la que lo
pongas y así hace que luzca más la ropa que llevan puesta.
En teoría no pueden andar, ni moverse por
el establecimiento, solo pueden moverse en el sitio en el que los coloques. Sin
embargo, no puedo evitar sentir escalofríos cada vez que los veo. Aunque no
tienen ojos, siento que me están mirando, aunque no tienen boca, siento que me
sonríen y aunque no tienen orejas, siento que me oyen.
Imagen sacada de: yonhoo.es |
A pesar de mi miedo a estos maniquíes,
tengo que quedarme hasta tarde trabajando, como siempre.
—¿Quieres
dejar de mirarlos? — me pregunta molesta mi amiga Carol.
—Lo
siento — contesto — es que no puedo evitar pensar que nos observan.
—No
nos observan Lara, ¡Son maniquíes! ¿Quieres centrarte en el trabajo? Así
acabaremos antes y podremos irnos a casa.
—En
realidad no son maniquíes exactamente, son robots — comento.
Carol resopla y me mira de soslayo.
—Sí
son robots, pero no tienen vida propia, mira…
Carol coge el mando que controla los
maniquíes de la tienda y los apaga. Los maniquíes dejan de moverse de inmediato
y se quedan en la posición en la que estaban como estatuas.
—¿Ves?
Los controlamos con este mando, no pueden pensar por sí mismos — dice cansada
de la conversación — Y ahora volvamos al trabajo.
Yo la hago caso y juntas terminamos el
trabajo que nos quedaba. Miro el reloj, marca las doce de la noche.
—Bueno
Lara, me voy a casa que es tarde, ¿Cierras tú?
—Sí,
no hay problema.
Termino los papeleos del día y cuento el
dinero de la caja, está todo correcto. Cojo mi bolso y me dispongo a salir de
la tienda, cuando de repente se me hace un nudo en la garganta. Todos los
maniquíes me están mirando, quietos como estatuas, pero me miran. Cuando Carol los
apagó, éstos se quedaron mirando en diversas direcciones, pero ahora todos me
miran a mí.
Camino despacio hacia la salida, sin
apartar la mirada de los muñecos diabólicos. Siento que en cualquier momento
van a girar todos la cabeza y a seguirme con la mirada hasta la salida, pero no
lo hacen. A dos pasos de la puerta empiezo a correr y encierro a los robots en
la tienda, mañana será otro día.
Al día siguiente entro de nuevo a la
tienda un poco nerviosa, los maniquíes están bailando y moviéndose tal y como
suelen hacer cuando están encendidos, como si nada hubiera pasado.
—¿Te
lo puedes creer? — dice enfadada Carol — el ordenador de la tienda no funciona,
está estropeado.
—Llama
al técnico.
—Lo
haría, pero los teléfonos no funcionan tampoco.
—¿Cómo
que no funcionan? — pregunto extrañada
—¿No
lo has visto en las noticias hoy? Ha habido un fallo general de la
electricidad, las comunicaciones, de todo, están intentando solucionarlo, pero
hasta entonces nada. Espero que lo solucionen pronto o vamos a perder muchos
clientes — dice enfadada Carol.
Me giro para ver la tienda y me doy cuenta
de que Carol tiene razón, las luces de la tienda no están encendidas, pero los
maniquíes sí.
—Carol,
¿Has encendido los maniquíes esta mañana?
—No,
creo que no, no me acuerdo muy bien — contesta distraídamente.
El pulso se me acelera y el mismo miedo
que sentí ayer, vuelve a aparecer.
—¿No
te parece extraño? Qué nada funcione, pero que los maniquíes sigan moviéndose.
—¡Oh
por favor, Lara! — contesta Carol poniendo los ojos en blanco — ¿Otra vez con
el rollo de los maniquíes?
Ignoro su comentario y empiezo a pensar en
una idea que ha cruzado mi mente.
—Carol,
¿Te importa que salga a dar un paseo un rato? Ya que nada funciona, no creo que
tengamos muchos clientes.
—Sí
claro, vete, pero vuelve antes de la hora de comer.
Sin decir nada más, salgo de la tienda y
monto en mi coche, sé perfectamente dónde quiero ir y va a ser un viaje un poco
largo. Por la ventana puedo ver como al resto de tiendas le pasa lo mismo, nada
funciona excepto los maniquíes.
Atravieso calles y más calles y finalmente
llego a mi destino. La fábrica de maniquíes robóticos, nuestros proveedores.
Entro dubitativa, esperando encontrarme con un montón de gente trabajando y
fabricando robots, pero la fábrica está vacía.
La línea de montaje está parada y no hay
nadie, pero el corazón se me paraliza cuando veo un charco de sangre en el
suelo, ha pasado algo horrible. Mi primer instinto es salir corriendo, pero la
curiosidad me puede y sigo avanzando. Oigo ruidos apenas audibles, pero ahí
están, parecen hierros golpeándose o maquinaria pesada. A medida que me voy
acercando, el ruido se va haciendo más fuerte, hasta que llego a una puerta,
está entre abierta, me planteo echar un vistazo, estoy asustada, pero no he
llegado hasta aquí para nada.
Finalmente miro a través de la puerta y lo
que veo me horroriza. Los papeles se han cambiado, los trabajadores humanos
están en la cinta transportadora y los maniquíes son los que vigilan el
proceso.
Una cara sin rostro me sobresalta, me han
visto. El maniquí abre la puerta tras la que me ocultaba y yo intento huir,
pero ya es tarde, me tienen rodeada.
—¿Por
qué hacéis esto? — grito desesperada y con las lágrimas corriendo por mis
mejillas.
Los maniquíes no me contestan, solo
observan. Ha llegado la hora, los maniquíes me sujetan y mis gritos no sirven
de nada, tan solo las sombras de una edad pasada me oyen. Su era ha llegado.
Si
te ha gustado…
Este relato se me ocurrió en El Corte
Inglés, iba andando distraída, mirando el móvil, cuando de pronto me sobresalté
por culpa de un maniquí, pensé que era una persona. Seguro que tú también has
tenido una sensación parecida, sobresaltarte por la sombra de una persona y
después darte cuenta de que es un maniquí.
Con este relato quería transmitir que las
apariencias engañan sí, a veces ves un maniquí y crees que es una persona, pero
a veces, tu instinto no te falla y aunque todos vean a un maniquí, tu sabes que
hay algo más.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi
relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: difusionlibre.com |
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