Siempre tenemos que enfrentarnos a
nuestros peores miedos a nuestras pesadillas y eso es lo que voy a hacer. Llevo
varios años aterrorizada por el ser que habita en mi armario. Mis padres no me
creen, no creen que haya nada en el armario y yo no sé qué hacer para que
cambien de opinión.
Todas las noches espero escondida entre
las sábanas, sabiendo que cuando mis padres se vayan a dormir, el monstruo
golpeará la puerta de mi armario desde dentro, esperando su momento para salir.
Sin embargo yo no pienso permitírselo.
Imagen sacada de: www.youtube.com
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Siempre cierro la puerta del armario con
llave antes de dormir, pero eso no quita para que el monstruo siga intentando
entrar. Oigo sus golpes, como araña la madera como un gato enfurecido y sus
gritos ahogados de enfado. Algún día lo conseguirá, algún día abrirá la puerta.
Mis padres están preocupados por mis
problemas para dormir, yo les digo que es el monstruo el que no me deja dormir,
pero no sirve de nada. El médico me ha mandado unas pastillas, me las tengo que
tomar en la cena, antes de dormir. El problema es que yo no quiero dormirme,
tengo miedo de que el monstruo consiga abrir la puerta del armario y me pille
dormida por culpa de esas pastillas.
Para solucionar este problema, después de
comer voy al baño y me meto los dedos en la boca para vomitar. Prefiero
quedarme sin cenar que me ataque el monstruo.
—¿Estás
bien hija? Apenas te has tomado la sopa — me pregunta mi madre.
—Sí,
estoy bien, es solo que no tengo mucha hambre — contesto levantándome de la
mesa.
Dejo mi plato en el fregadero de la cocina
y me meto en el baño para vomitar. Mi madre oye los ruidos de mis arcadas y
llama a la puerta:
—¿Cielo
estás vomitando?
Sin que me dé tiempo a contestar, mi madre
abre la puerta del servicio y me pilla con los dedos en la boca. Mis padres se
enfadan. Dicen que lo que estoy haciendo es muy inmaduro y que no es sano, me
castigan sin salir más de dos semanas y mis quejas no hacen más que
enfurecerles aún más, así que me callo hasta que paran.
Me seco las lágrimas con el papel del
váter y me sorprende ver a Rita, mi hermana pequeña en el umbral de la puerta.
—Déjame
sola Rita — le digo entre lágrimas.
—Yo
también le oigo — me dice muy seria.
—¿Qué
oyes a quién?
—Al
monstruo
El corazón se me acelera y por un segundo
tengo la esperanza de no estar loca.
—¿Le
oyes desde tu habitación? — pregunto esperanzada.
—Sí,
oigo como golpea la puerta de tu armario, como araña y como gruñe desde dentro.
Mi hermana tiembla de miedo y me mira
asustada. Yo le sujeto los bracitos y la miro fijamente a los ojos.
—Tienes
que decírselo a nuestros padres, así no pensarán que estoy loca, porque tú
también lo escuchas.
Rita niega con la cabeza.
—Tengo
miedo, el monstruo me ha dicho que no me hará nada, que solo viene a por ti.
—¿Te
ha dicho eso?
El terror se apodera de mí y un escalofrío
recorre mi espalda. Rita asiente con la cabeza:
—Si
no le digo nada a papá y mamá, el monstruo no me hará nada.
—Ya
Rita, pero a mí sí que me hará daño, ¿Quieres que el monstruo me haga daño?
Mi hermana me mira dubitativa, pero
finalmente me contesta:
—Tú
eres fuerte Jara, podrás con el monstruo.
—¿Y
si no puedo?
—Podrás
— me contesta antes de irse.
Estoy tan furiosa que pierdo el control.
Agarro a mi hermana del brazo y le doy un bofetón.
—¡Diles
la verdad Rita! ¡Diles a papá y a mamá lo que has oído!
Rita se pone a llorar y mis padres corren
en su ayuda preocupados.
—¿Qué
ha pasado? — pregunta mi madre.
—Jara
me ha pegado — contesta mi hermana llorando.
—¡Jara
castigada! ¡A tu habitación! — grita mi padre.
—¡No
lo entendéis, Rita también lo ha oído! ¡También ha oído al monstruo de mi
habitación!
—¡Ya
basta! — grita mi madre sujetando a mi hermana que llora sin parar.
Al final desisto, me encierro en mi
habitación furiosa y frustrada. No sé qué hacer. Lo he intentado todo, pero no
lo he conseguido. Una idea loca cruza por mi mente, ¿Y si no cerrara la puerta
de mi armario con llave esta noche? ¿Qué pasaría?
Mi padre siempre dice que hay que
enfrentarse a tus miedos, que es la única forma de vencerlos, de hacerte más
fuerte.
Me decido. Esta noche no duermo, me siento
en el suelo de mi habitación con las piernas cruzadas y espero. Oigo como mis
padres arropan a mi hermana en la habitación contigua, como mis padres apagan
las luces y me meten en su habitación. Yo no aparto la vista de mi armario.
Pasan diez minutos, veinte y no se oye
nada. Entonces la puerta de mi armario se entreabre ligeramente y el pulso se
me acelera, ¿Y si he cometido un error? ¿Y si el monstruo quiere matarme?
La puerta se abre del todo y no puedo
creer lo que hay en su interior. El monstruo sale y no es como lo imaginaba, es
un ser brillante de forma humana, no tiene rostro, pero sé que me está mirando.
El interior de su “cueva” aún guarda un secreto, una espiral de luces se abre
ante mí, parece el espacio.
El monstruo me ofrece su mano, la miro
dudosa, pero finalmente le doy la mía. Si piel es fría, como de cristal. El ser
de luz me guía hacia el interior del armario y me detengo justo enfrente,
¿Debería entrar? Siempre tenemos que enfrentarnos a nuestros peores miedos a
nuestras pesadillas y eso es lo que voy a hacer.
Si
te ha gustado…
Para escribir este relato me he inspirado
en dos cosas: el relato de “Muerte Súbita” del libro de “Trece Sombras” de
Gemma Herrero Virto y en la serie de Strange Things.
Me he fijado en éstas dos cosas porque las
dos tienen algo en común, algo extraño aguarda entre las paredes, en el
armario. Esta historia tiene un final abierto, dejo a la imaginación del lector
cómo será el País de los monstruos, ¿Será Narnia? ¿Será como Monstruos S.A.?
Esta trama tiene algo especial, un mensaje
que quiero transmitir y que la verdad es como una regla de oro para mí:
Enfréntate a tus miedos. Sé valiente, porque nadie lo será por ti.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi
relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
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