Jamás pensé que
pasaría las primeras pruebas. Con la entrevista personal pensé que me
descartarían, pero no fue así. Ahora estoy esperando para la prueba final, la
llamada Dinámica de Grupo.
La sala de espera
resulta sospechosamente tranquila, un hilo musical relaja la estancia, mientras
unas revistas adornan la mesa más cercana. Hay otras personas en la sala y me
pregunto si serán mis oponentes. Al fin y al cabo, solo una persona saldrá de
aquí con un puesto de trabajo.
Nos ofrecen a
todos café y té lo cual nos relaja bastante para lo que está por venir. Después
de media hora, nos empiezan a llamar, uno a uno vamos pasando, hasta que al
final me reúno con ellos en una sala con una larga mesa en el centro. Todos se
sientan alrededor de dicha mesa, así que yo hago lo propio.
Imagen sacada de: mx.canalaetv.com |
Al cabo de unos
minutos, un hombre entra en la sala con una Tablet entre las manos, por su
desparpajo parece estar al mando:
—Bienvenidos, todos ustedes han
sido cuidadosamente escogidos para cumplir los objetivos de la empresa. Todos
son perfectamente válidos para cumplir nuestras expectativas. Sin embargo,
necesitamos una comprobación más, necesitamos ver cómo interactúan con otras
personas. De ahí que todos hayáis tenido que firmar este contrato de
confidencialidad y conformidad con la siguiente prueba psicológica.
—Respecto a ese contrato de
confidencialidad, hay una cláusula que me preocupa — interrumpe una de las
candidatas.
—¿Sí? ¿cuál de ellas?
—La de que si nos ocurre algo
durante la prueba, la empresa no se hace responsable.
—Así es, si ocurre algún accidente
durante la prueba la empresa no será responsable, si no está conforme con esto,
ahí tiene la puerta — dice el instructor señalando fríamente la puerta por la
que hemos entrado.
La candidata
rehúsa la invitación del responsable y con ello, empieza la prueba:
—Os vamos a dar a todos un papel,
dentro del papel podréis ver vuestro perfil y con ese perfil tendréis que
actuar en consecuencia.
Una de las
empleadas se pasa por nuestro lado con un cuenco lleno de papeles doblados. Uno
por uno, vamos cogiendo uno de los papelitos del cuenco y tras asegurarnos de que
nadie nos mira, abrimos el papel.
“Víctima
nº4”
Me aterro al leer
en el papel esas dos únicas palabras, pero intento mantener la calma y esperar
a la explicación de la prueba:
—Bien, el juego es el siguiente —
nos sigue explicando el entrevistador — en esta sala hay un asesino, debéis
averiguar quién es antes de os elimine como amenaza. Recordar, el tiempo corre,
cada veinte minutos si no habéis averiguado quién es el asesino, morirá
alguien. La única regla que hay es esta: una vez empiece la prueba, nadie podrá
salir de ella hasta que termine. ¿Alguna pregunta?
Nadie dice nada,
aunque todos tenemos preguntas que hacer. El miedo y la presión de la prueba
nos impide decir nada.
—En ese caso, buena suerte.
Tanto el
entrevistador como la empleada desaparecen por la puerta, dejándonos a los
candidatos a solas es una sala tan vacía como su decoración.
En los primeros
minutos nadie habla, nadie está seguro de cómo empezar. Sin embargo, un hombre
rubio y aspecto desenfadado es el primero en hablar:
—Bien, empecemos, os diré quién
creo que es el asesino, yo creo que el asesino eres tú — dice señalando a la
mujer más mayor de la sala.
—¿Yo? ¿por qué yo?
—Porque has reaccionado de manera
muy extraña cuando has visto lo que está escrito en tu hoja.
—Yo no he reaccionado de ninguna
forma — protesta la mujer.
Pasa el tiempo y
aunque hay muchas acusaciones nadie se pone de acuerdo en acusar a nadie de ser
el asesino. Miro el reloj con preocupación y descubro que ya han pasado veinte
minutos.
—¡Chicos mirad! — exclamo.
Todos miran el
reloj y se dan cuenta de lo que quiero decir.
—Bueno, ¿quién es la primera
víctima? ¿quién se ha quedado sin empleo? — dice animadamente el rubio.
De pronto, la
mujer que acusaron por primera vez de ser la asesina se pone blanca. Empieza a toser
con dificultad como si le faltara el aire y una espuma blanca le empieza a
salir por la boca. Intentamos ayudarla, pero cuando queremos darnos cuenta, ya
está muerta.
—Mirad su papel, ponía “Víctima nº1” — dice el candidato
afroamericano.
Por un momento mi
corazón deja de latir, el aire deja de entrar en mis pulmones y el miedo
empieza a apoderarse de mí.
—De acuerdo, creo que hay una
manera muy sencilla de saber quién es el asesino — digo — mostrar todos vuestro
papel.
Todo el mundo
obedece y enseña a los demás lo que pone escrito en el papel que escogieron: Victima nº2, víctima nº5, víctima nº8,
pero ningún asesino. Nadie tiene en su papel escrito Asesino.
—¿Cómo es posible? — pregunta una
de las candidatas.
—Porque el asesino no somos ninguno
de nosotros — contesto.
—Pero han dicho que hay un asesino
esta sala.
—Sí y es un asesino silencio, tan
silencioso como el veneno — contesto mirando a la cámara desde donde nos
observa el entrevistador.
—¿Veneno? ¿cuándo nos han inyectado
veneno?
—¡En el café! — exclama uno — ¡en
el café antes de entrar en esta sala!
—¿Por qué harían esto?
Intento pensar en
lo ocurrido desde que entré aquí. En toda la empresa, solo recuerdo haber visto
a dos personas: la empleada y el entrevistador. Recuerdo lo que pensé al saber
dónde se haría la entrevista, en lo apartado que estaba el sitio, lejos de la
ciudad y de la gente y entonces ato cabos.
—Porque esto no es una entrevista
de trabajo — contesto segura de mis palabras — estamos encerrados aquí, somos
los rehenes y el único asesino que hay, es el sociópata que nos observa a
través de la cámara, ya le habéis oído, esto es un juego, un juego para él.
Si te ha gustado…
Para escribir esta
historia me he inspirado en dos películas: Saw y After the Dark. Me he
inspirado en Saw porque al fin y al cabo son un grupo de personas que acaba
siendo prisionero de un psicópata, pero también me he inspirado en After the
Dark, una película dónde se habla sobre todo de “juegos psicológicos”.
La moraleja de
esta historia es: “ten cuidado de dónde
haces una entrevista de trabajo porque puedes acabar muerto”. Al
anunciarnos con nuestros currículums no solo estamos llamando la atención de
las empresas sino de todo el mundo y esto puede caer en malas manos.
Dicho esto, espero
que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y
opiniones al respecto.
Y un saludo de
Silvia!!
Imagen sacada de: noticias.universia.es |
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