El cuerpo inerte
de la señora Fort está ensangrentado en el suelo, demasiadas puñaladas,
demasiada sangre. No ha habido testigos, tan solo dos paralizadas niñas que
niegan haber visto al asesino.
—¿Qué opina jefe? — me pregunta el
agente Navas.
—Opino que tenemos a tres víctimas
en menos de un mes, está pasando algo y pienso averiguarlo.
Salgo nervioso de
la casa y enciendo un cigarrillo, no consigo quitarme de la cabeza la última
llamada de la señora Fort, ella sabía algo y por eso la mataron.
—¿Jefe de policía Santos? — oigo
que me llaman.
Al girarme
descubro a la pesada periodista del pueblo, buscando carnaza para su
periodicucho. Apago el cigarrillo antes de que llegue a mi posición y les digo
a mis chicos que nos vamos.
—Sin comentarios — contesto
entrando en mi coche patrulla.
Arranco y no miro
atrás, me dirijo a la comisaría, desde allí seguiré con mi investigación y
rezaré porque los forenses consigan sacar alguna prueba que yo haya pasado por
alto.
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—Bien, tenemos a una mujer muerta, un hombre muerto y una anciana, ¿es algo al azar o tienen algo en común estas personas? — pregunto a mis chicos.
—He estado investigando a Roberto
Ruíz, el hombre muerto — contesta Peña — era de un pueblo cercano, solía
pasarse por la taberna de Bob a las afueras del pueblo, era un hombre
solitario, no tiene ninguna relación con las otras dos víctimas.
—Lástima — contesto mordiéndome el
labio — ¿y la mujer?
—Con la mujer, Melania Mars, hemos
tenido más suerte — contesta Adams — resulta que estudió en Lobo con el doctor
Albert Mur.
—Eso es interesante, tal vez
deberíamos hacerle una visita al doctor.
Miro distraído la
estantería de mi despacho y pienso en las piezas del puzle que me faltan.
—Iré a ver al doctor, pero vosotros
investigar a Fort, antes de morir me llamó, dijo que sabía el secreto de las
calabazas o algo así, tal vez puede tener alguna relación con los crímenes.
—Sí, señor — contestan al unísono.
Antes de entrar en
el coche enciendo otro cigarrillo y esta vez dejo que el humo penetre en mis
pulmones y me relaje, necesito tranquilidad para poder pensar y eso solo puedo
conseguirlo conduciendo y fumando.
La consulta del
doctor Mur está tan vacía como puede esperarse de un lunes por la mañana, la
secretaria me conduce muy amablemente hasta la sala de espera y tras unos
instantes, entro en el despacho de Albert.
—Doctor Mur — le saludo
estrechándole la mano.
—Agente — me saluda — por favor
tome asiento, ¿quiere una taza de té?
—Sí, gracias.
Doy un pequeño
sorbo a la taza y dejo que el caliente líquido recorra mi garganta, eso me
tranquiliza.
—Como ya sabrá, estoy investigando
la muerte de los tres fallecidos de Lobo — digo intentando ir directamente al
grano — y se imaginará mi sorpresa al descubrir que usted estudió con la
fallecida Melania Mars…
—Sí, estudié con ella, pero apenas
la conocía, no coincidimos en demasiadas clases.
—¿Qué podría decirme de ella?
—Bueno, era una chica muy popular,
salía con malas compañías, con los chicos del equipo de baloncesto, pero
compensaba todo eso yéndose a estudiar con Sara Lago.
—¿Con Sara Lago? ¿la bibliotecaria?
— pregunto sorprendido.
—Sí, antes eran muy amigas.
Mi interés cobra
fuerza y decido ir a visitar a la bibliotecaria y pedirle explicaciones. Apenas
hacía unos días que había hablado con Sara, que le había mostrado la foto de la
fallecida y ella había negado en rotundo conocerla.
Pongo la sirena
del coche y empiezo a conducir, estoy tan nervioso que se me cae el cigarrillo
en los pantalones y tengo que apagarlo de un manotazo. Al llegar a la
biblioteca, entro de sopetón, Sara está en el mostrador leyendo distraída.
—Melania Mars — digo nada más
llegar a su posición — me dijiste que no la conocías.
—Y no la conozco — me confiesa ella
confusa.
—¡Jefe! — oigo detrás de mí.
—¿Qué? — pregunto molesto a mi
compañero.
—He descubierto algo importante,
Melania Mars era la esposa de Albert Mur.
—¿Cómo? — digo sin salir de mi
asombro.
—Sí y varios testigos aseguran que
la vieron un par de noches salir con Roberto Ruíz de la taberna de Bob.
De repente caigo
en mi error, Melania Mars estaba teniendo una aventura con Roberto Ruíz y
Albert Mur, el marido de Melania se enteró.
—Solo hay una cosa que no encaja —
dice Peña — ¿y la señora Fort?
—Todos saben que la señora Fort es
una cotilla, seguro que vio algo, que se enteró de la aventura de su mujer y la
mató también para callarla — contesta Adams.
—Y, ¿qué pasa con las calabazas? —
pregunta Peña.
—¿Por qué no se lo preguntamos al
doctor? — pregunto furioso.
Volvemos a la
consulta, pero esta vez no me quedo esperando en la sala de espera, entro
directamente en su despacho, a pesar de las quejas de su secretaria.
—Me ha mentido — le digo nada más
verle.
—¿A qué se refiere?
—Sí que conocía a Melania Mars, era
su mujer.
La cara de Albert
cambia por completo y revela por un instante su culpabilidad.
—¿Qué pasó? ¿se enteró que su mujer
la engañaba y decidió matarlos? ¿la señora Fort lo vio y por eso la mató
también?
La cara del doctor
cambia por completo y una sonrisa oculta en la sombra sale a la luz.
—Se lo merecían, pero yo no los
maté, matar conlleva mancharse las manos. Es más fácil hacer que otros maten
por ti.
—¿A qué se refiere?
—A las calabazas — contesta
riéndose — sabe que soy experto interpretando los sueños, pero lo que tal vez
no sabe, es que también se me da bien manipularlos. Así que fue fácil, escogí
cuidadosamente a unos cabezas de turco para hacer el trabajo sucio y el resto
fue coser y cantar.
—Ya veo y todo le habría salido
bien de no ser por la señora Fort que le pilló antes de lo que se imaginaba.
—Se equivoca agente, todo me ha
salido muy bien, ¿sabe por qué? Porque cuando salga de aquí, ya no se acordará
de nada y yo seré un hombre libre.
—¿Ah sí? ¿y cómo piensa hacer eso?
—Ya lo he hecho, ¿se acuerda de la
taza de té que se tomó en mi despacho esta mañana?
La taza de té, esa
maldita taza de té, que tan bien me sentó entonces, esa taza estaba envenenada.
De repente un mareo, se me nublan los ojos y solo pienso en dormir, caigo al
suelo y me doy cuenta, el hombre de las calabazas ha ganado.
Si te ha gustado…
Espero que te haya
gustado el desenlace de este ESPECIAL HALLOWEEN 2017. Cómo ya te imaginaras,
esta historia la tenía ya pensada desde el primer relato y espero que el final
de la historia te haya sorprendido a la vez que agradado.
A todos nos puede
dar miedo un monstruo, una bruja o un demonio, pero lo realmente terrorífico es
cuando ese monstruo es una persona real.
Dicho esto, espero
que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y
opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
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