domingo, 7 de mayo de 2017

Spero

De la nada nace el silencio y del silencio el temor. Somos nueve tripulantes, todos en estado de hibernación, todos, menos uno. Un vigilante. Así se acordó antes de nuestra partida. ¿Nuestra misión? Ir en busca de suministros, comida y todo lo que nuestra colonia necesita.
Nuestra nave tiene que hacer un largo recorrido y por desgracia siempre tiene que haber alguien tripulando y vigilando para que todo siga en orden. Por ello se acordó que cada tripulante deberá permanecer despierto seis meses, pasados esos seis meses despertará al siguiente tripulante que tenga el turno y el que ya ha pasado esos seis meses volverá a la hibernación.

Mi compañero Igor acaba de pasar sus seis meses despierto, ahora es mi turno. Despertar de la hibernación es duro, siento los músculos dormidos y el programa de la nave me ordena hacer rehabilitación.
Imagen sacada de: www.g-blender.org
No sé cómo voy a pasar estos meses sola, me comprometí muy rápido estando en tierra, deseando emprender este viaje y ser la heroína de mi mundo. Sin embargo, a la hora de la verdad no es tan sencillo. Sé que esta misión es importante, nuestro mundo se muere y necesita buscar otro planeta o al menos nuevos recursos para vivir. El Spero, nuestra nave, no puede fracasar.
Los primeros meses me los paso haciendo las rutinarias tareas de mantenimiento y velo porque nuestra nave siga el rumbo prefijado. Me deprime no oír más sonido que el de mi respiración. Me paseo por las cápsulas de hibernación y miro a mis compañeros dormir, es difícil no resistirse a despertar a alguno para charlar un poco.
Un ruido capta mi atención. Voy corriendo a inspeccionar y juraría haber visto a alguien. ¿Han sido imaginaciones mías o hay alguien de verdad?
—¡Ehh! Seas quien seas sal de donde estés — grito.
Nadie me contesta. Pasan los días pero no dejo de tener esa sensación, esa sensación de que alguien me observa. Un día me dirijo al comedor y le vuelvo a ver, hay alguien en la nave.
—¡Espera! ¿Quién eres?
Cansada de sentirme observada decido hallar respuestas. Entro en la sala de mando y pregunto al ordenador:
—Ordenador, ¿Cuántos pasajeros hay en la nave? — pregunto.
—En la nave hay nueve pasajeros.
—¿Nueve pasajeros? ¡Eso no puede ser! Yo juraría haber visto a alguien más merodeando por la nave.
—Solo hay nueve pasajeros.
—Está bien, serán imaginaciones mías, ya que estamos, ¿Cuál es el estado de los pasajeros?
—Siete dormidos y dos despiertos.
—¿Dos despiertos?
El miedo se apodera de mí, si el ordenador dice la verdad, las siluetas que he visto estos días son de alguien.
—¿Quiénes son los dos pasajeros despiertos?
—Elinor Benir e Igor Karkof.
Que la nave diga que yo, Elinor Benir esté despierta tiene lógica, ¿pero Igor? Ya tuvo su turno de seis meses despierto justo antes del mío. Tal vez la nave sufra algún error informático.
Decido ir a ver las cápsulas de hibernación y comprobar que todos están dormidos. Las cápsulas de Pritcher, Beni y los demás tripulantes están en perfectas condiciones, pero la de Igor está abierta.
El corazón se me acelera y el vello se me eriza. La cápsula de Igor está apagada y no hay nadie en ella.
—Ordenador — pregunto al silencio — ¿Dónde está Igor Karkof?
—Justo detrás de ti — contesta una voz a mis espaldas.
Antes de que pueda reaccionar Igor se abalanza sobre mí. Igor tiene un arma, intento quitársela aunque es difícil, forcejeamos y me tira al suelo.
—Capitana Benir — me dice Igor — usted y yo tenemos un asunto pendiente.
Igor me lleva a la sala de mando y allí, apuntándome con su arma me observa:
—¿Qué quieres Igor? ¿Qué haces despierto?
—Quiero cambiar el rumbo de la nave y no podía hacerlo porque solo la Capitana Benir puede entrar en la sala de mando.
—¿Cambiar el rumbo? ¿A dónde?
—A la Tierra
—¿La Tierra? — pregunto confusa.
—La Tierra fue el origen la humanidad, la primera colonia, quiero volver allí.
—La Tierra no existe, no es más que un cuento para niños, además aunque existiera, no sabemos dónde está.
—Yo sí, sé cuál es el rumbo y quiero ir hasta allí
Quiero replicarle, quiero decirle que está loco y que no pienso cambiar el rumbo y perder combustible para nada, pero si lo hago moriré, yo y todos los que estamos en la nave.
Cambio el rumbo e introduzco las coordenadas de Igor no muy convencida.
—¿Y si te equivocas?
—Entonces moriremos todos — contesta Igor.
Tengo que matarle, sé que tengo que matarle o nos matará a todos y no pienso arriesgar la misión por él. Pasan los días y mis intentos fallidos de acabar con él hacen que éste me encierre en el mirador. Una cúpula de cristal con la única compañía del espacio.
Al final me rindo, Igor es demasiado astuto y fuerte como para vencerle y es en ese preciso instante, cuando ya nada me importa y me rindo a mi destino, cuando lo veo.
Una gran bola azul se presenta ante mí. Igor tenía razón, la Tierra existe, desde mi posición puedo ver los océanos y las montañas, las historias que me contaban de niña eran ciertas. La Tierra es la salvación de mi mundo.
—Te dije que confiaras en mí — se oye a Igor detrás de mí.








Si te ha gustado…

Para escribir este relato me he inspirado en Alien, el octavo pasajero y el miedo que se siente al saber que no estás solo cuando deberías estarlo.
Esta historia tiene una moraleja y es que muchas veces tenemos que tener fe en los demás, aunque nuestro instinto nos diga que se están equivocando.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: www.hdfondos.eu

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