domingo, 24 de diciembre de 2017

ESPECIAL NAVIDAD: Valquiria Sádica

Espero en mis aposentos la llegada del Fango, si los rumores son ciertos, tal vez ese despojo humano podría ayudarnos a llegar hasta el Hombre de Nieve.
—Valquiria Sádica — me saluda mi guardia dándose un golpe en el pecho — lo que pediste.
—Cierra la puerta al salir — le ordeno.
Mis guardias meten al Fango dentro de la habitación y tal y como les he ordenado cierran la puerta dejándonos solos.
—Corrígeme si me equivoco, pero tú eres Roger Dax, aquel que dicen que salvó la ciudad de Jetis tres lunas atrás, con la sola ayuda de un bazuka Targoláser y un paquete de cigarrillos, ¿es cierto? — pregunto al extraño.
—Veo que me tenéis vigilado.
—La niña a la que salvasteis era mi sobrina Nala — contesto — por eso sé quiénes sois. También he oído que habéis salvado a uno de mis Trasos, por ello te doy las gracias.
El forastero me corresponde con un ligero movimiento de cabeza y con ello doy por finalizada las alabanzas y me centro en mi objetivo:
—Tengo planeado traicionar al Emperador Nocrum, mañana un convoy nos espera, la misión no es otra que recoger suministros, pero nunca realizaremos tal tarea. Iremos al norte, allá donde los hombres no se atreven a cruzar y más allá hallaremos al Hombre de Nieve.
—¿Quién es el Hombre de Nieve? — pregunta Roger.

—Nuestro salvador, el único hombre al que teme el Emperador Nocrum, gracias a su ayuda podremos liberar a los ciudadanos de una vida de esclavitud.
Imagen sacada de: www.youtube.com
—¿Esclavitud?
—Sí, esclavitud. El Emperador les ha condenado a todos, obliga a las mujeres a dormir en su cama, a los hombres a cultivar y trabajar para él y a los críos a alistarse en su ejército, ya que si no lo hacen, son expulsados de Inferno y con ello la muerte helada les aguarda. Yo pienso liberarles, ¿estás conmigo?
—Yo no estoy de parte de nadie, solo he venido hasta aquí porque Traso Iníca me dijo que me recompensarían por salvarle.
—Y recibirás tu recompensa, pero antes necesitamos tu ayuda, los ciudadanos necesitan tu ayuda.
—Ese asunto no me concierne — dice abriendo las puertas de mis aposentos de nuevo.
Le sujeto por la espalda impidiéndole salir y hago que mire a los ciudadanos que trabajan día y noche sin descanso por refugio.
—¡Míralos! — exclamo — si te vas, les abandonaras a todos a su suerte y ese no es el Roger Dax del que he oído hablar.
Roger se les queda mirando a todos por un segundo y puedo ver en sus ojos cómo cambia de opinión. Se gira hacía mí y asiente con la cabeza, aceptando así mi propuesta.
Al día siguiente el convoy nos espera, tal y como predije. Esta vez nos acompañan cuatro tanques de guerra, siete furgones de asalto, diez motos de hielo y mi monster truck.
—¡Sádica! — me llaman mis hermanas Valquirias.
—Buena caza — me dice Navaja.
—Esperemos que no te desvíes de la ruta — dice Sangre con odio — si lo haces, ya sabes a quién enviará Nocrum a recuperar su mercancía.
—Soy consciente de ello — digo antes de irme.
Sangre y Navaja tienen ideas distintas de las mías, para ellas Nocrum puede hacer lo que sea con los ciudadanos ya que es el Emperador.
Arranco el motor de mi todoterreno y espero a que los primeros furgones salgan del túnel. Roger Dax es mi copiloto, no dice nada, es tan silencioso como siempre, pero no hemos venido aquí a hablar.
Salimos de la fortaleza de Inferno y nada más hacerlo el viento nos azota, el frío congela nuestros cristales pero pronto se calma todo, cuando el calor del interior del vehículo aparta el hielo de las ventanas. Vamos más rápido de lo permitido y puedo sentir como Sangre y Navaja afilan sus cuchillos esperando a que traicione a nuestro líder.
—¡Sádica! — me llama Traso Iníca — tenemos compañía, tus hermanas nos siguen.
—Era de esperar.
Acelero el motor y conduzco a mi ejército hacia el norte, por las montañas heladas. Ya no hay marcha atrás, todo el mundo sabe que no hay comida al norte, mi traición al Emperador ha quedado al descubierto.
Los cuernos de guerra de mis hermanas empiezan a sonar, vienen a por mí. Los primeros en llegar son sus motos de hielo, lanzan sus estalactitas y estalagmitas contra mis ruedas, con la esperanza de pincharlas.
Mis furgones de asalto no tardan en responder, atacan a los motoristas con bolas de nieve ácidas y más de una moto acaba hundida en la nieve.
Vamos más rápido, aceleramos aún más y conseguimos sacar a las Valquirias cinco minutos de ventaja. Nos pisan los talones y para colmo, por algún extraño motivo, Sangre ha conseguido que nuestro líder le deje conducir su más valioso bien, el Perforador Trineo, una máquina de guerra extraordinaria y la más rápida del mercado. A Sangre solo le consigo sacar dos minutos de ventaja.
—¿Quién conduce esa monstruosidad? — pregunta Traso Iníca.
—Valquiria Sangre — contesto sin apartar los ojos del camino helado.
—Y, ¿te llevas bien con ella? — pregunta con cierto aire de pánico.
—Tenemos nuestras discrepancias…
Veo por el retrovisor como Sangre le roba a uno de sus motoristas una estalactita y me apunta con ella con odio. Antes de poder reaccionar, Sangre lanza la estalactita y ésta se clava de tal forma que me frena en seco.
Veo como mi ejército sigue la ruta sin mirar atrás, tal y como les ordené, no se recoge a nadie, ni siquiera a mí. El ejército de mi hermana está a punto de llegar, ya oigo sus gritos de júbilo y sus ganas de matar. Tan solo espero que mi equipo lo consiga ya que yo no podré seguirles.








Si te ha gustado…

La continuación de este Especial de Navidad lo he centrado en Valquiria Sádica, la segunda protagonista de la historia y sus intenciones de salvar a su pueblo de una tiranía.
Pronto descubrirás el final de la historia y con ello, el destino de nuestros dos protagonistas, ¿conseguirán su objetivo o Valquiria Sangre se cebará con ellos?
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: www.mastibite.com

domingo, 17 de diciembre de 2017

ESPECIAL NAVIDAD: Inferno

Contemplo el infinito mar blanco de nieve tras la ventana de mi coche, es inútil, el motor está roto, este coche no volverá a arrancar. Los copos de nieve se pegan al cristal de mi ventana, como estrellas en el firmamento augurando mi destino. Si salgo moriré congelado y si me quedo sucederá lo mismo.
No se ve ni un alma en kilómetros, ni humo de población en el horizonte, estoy atrapado y a menos que venga el misericordioso a salvarme, estoy perdido.

Una vez más, un último intento, giro la llave del coche y el motor empieza a chillar como si una uña rasgara una pizarra, quito la llave del contacto con amargura, es el fin.
Imagen sacada de: echauncable.e
A pesar de tener la llave entre los dedos, el chirrido no cesa y no tardo en darme cuenta de que el sonido no procede de mi coche. Miro hacia atrás más con miedo que con esperanza, dos tanques de guerra, cuatro furgones de asalto y al menos un millar de motos de hielo, vienen a por mí.
Cojo todas mis pertenencias, entre ellas, el bazuca targoláser y me oculto tras la primera montaña de nieve que veo. Apunto con mi bazuca a mis enemigos y les observo por el visor. Hace mucho frío y el pulso me tiembla, ahora sí que siento haberme dejado los guantes en Jetis.
Al poco de observarles me doy cuenta de que no me persiguen a mí, sino a un pobre diablo que huye despavorido de la Patrulla. El desgraciado apenas le queda aire en los pulmones para seguir corriendo, por ese motivo, se alegra tanto de ver mi coche.
Una parte de mi piensa en abandonarle a su suerte, los asuntos que ese hombre tenga con la Patrulla no son mi problema, pero la otra parte no puede evitar ponerse en su lugar.
Tengo que pensar rápido, el hombre ya ha llegado a mi coche y no tardará en darse cuenta de que no arranca.
—Mierda — digo para mí.
Salgo de mi escondite y me siento en el asiento del copiloto.
—¡Joder!, ¿Quién demonios eres tú? — grita el desgraciado.
—El coche no arranca, tenemos poco tiempo — digo rompiendo el cristal frontal del coche — sal por aquí y arrástrate por el suelo hasta llegar a esa montaña de allí, yo voy en un segundo.
—¿Y tú qué vas a hacer? — me pregunta asustado.
—Volar este sitio — contesto poniendo las cargas en el asiento trasero —¡Vamos!
El desgraciado me hace caso, sale por la parte frontal del coche como le he dicho y repta hasta mi anterior escondite. La Patrulla está a punto de llegar, tengo que darme prisa, conecto los cables y salgo por encima del volante como ha hecho mi compañero. Ya lejos del alcance de mis enemigos espero.
Las motos son las que llegan primero, rodean el coche a la espera de que lleguen sus amigos, tal y como sospechaba, piensan que mi compañero está dentro. Empiezan a disparar y a llenar mi coche de agujeros de bala, una rueda se deshincha y el ruido de los cristales rotos rompe la calma invernal.
Cuando los cargadores se vacían y el silencio y el frío vuelven a reinar en el ambiente, los ojeadores empiezan a investigar, se acercan al coche a la espera de encontrar un cadáver, pero el cadáver que encontraran será el suyo. Aprieto el detonador de mis cargas y el coche sale volando por los aires, llevándose consigo las vidas de mis enemigos que ahogan sus últimas palabras en gritos.
—¡Wow! ¡ha sido increíble! — chilla mi compañero — ¡gracias amigo! ¡un millón de gracias! ¡me has salvado la vida!
—No me has dejado elección, ese era mi coche.
—¡Te lo compensaré! ¡claro que te compensaré!
Salgo de nuestro escondite y examino los restos en busca de algo útil.
—Vengo de Inferno, ¿lo conoces? Es un paraje subterráneo, allí donde todavía hay calor, si vamos allí mi jefe, el Emperador Nocrum, te recompensará con creces haberme salvado.
Una de las motos de hielo funciona, tiene gasolina y el motor ruge como un león.
—Sube — le digo a mi compañero.
No tarda en obedecerme y juntos atravesamos el horizonte blanco sin mirar atrás. De vez en cuando se ve alguna que otra ruina del mundo antiguo, el esqueleto de algún que otro rascacielos o vehículos ocultos bajo la nieve, ¿quién iba a decir que se acabaría jodiendo todo tanto?
Inferno está bajo los túneles del metro y dentro un gran ejército nos aguarda.
—¡Alto ahí! — nos grita un guardia — ¿quiénes sois?
—Traso Iníca — se presenta mi compañero — del ejército de Cánibal Igor de la compañía de la Valquiria Sádica.
—Camarada — se presenta al guardia dándose un golpe el pecho.
Iníca le corresponde con el mismo golpe en el pecho y el guardia no tarda en posar su mirada ante mí.
—¿Quién es el Fango? — pregunta señalándome.
—Un héroe, me ha salvado de la Patrulla, Cánibal estará ansioso de conocerle.
El guardia nos deja pasar y ya dentro, empiezo a preocuparme.
—¿Quién es toda esta gente? — pregunto.
—Ahora mismo estamos en Inferno, el oasis poblado del Emperador Nocrum, nuestro líder, nosotros somos su ejército, conseguimos suministros y alimentos para todos los que podemos acoger. Las tres Valquirias de Inferno son las líderes supremas, yo estoy bajo las órdenes de Sádica, la más fiera de las tres. Los Cánibals son nuestros jefes directos y nosotros, los trasos, somos los soldados.
Todo un mundo subterráneo se abre ante mí, toda una civilización, tal vez este podría ser mi sitio, el lugar tranquilo que siempre he deseado.
—Mira — me señala Iníca — ahí están las Valquirias, la rubia, es Sangre, la morena se llama Navaja y la pelirroja es…
—Sádica — contesto.
La Valquiria me mira, me observa entre la multitud y aunque tendría que ser imposible fijarme en mí con toda la gente que me rodea, sé que me está mirando. Le susurra algo a su guardia más cercano sin dejar de mirarme. Algo se cuece en este sitio, algo que pronto averiguaré.









Si te ha gustado…

Espero que hayas disfrutado de esta primera parte de una historia de tres relatos. En este Especial de Navidad, he decidido orientarlo a una sociedad postapocalíptica dominada por la nieve y el frío, aunque la verdadera trama de la historia está aún por salir, me pareció adecuado empezar introduciendo a nuestro “héroe” y su origen desconocido.
Para escribir esta historia me he inspirado en Mad Max, pero dándole un toque navideño (a lo mejor ya te habías dado cuenta de ello).
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: masqua.ca

domingo, 10 de diciembre de 2017

La Aldea

Otro año más al lado de este pastor inútil, ¿quién en su sano juicio le dijo que hacían gracia sus chistes malos? Cada año pido y suplico que me cambien de sitio, pero no hay manera, siempre acabo al lado de sus apestosas ovejas que no paran de cagarse por todos lados.
—¡Eh David! ¿se puede saber qué te pasa? ¡alegra esa cara que es Navidad! — me dice mi amigo Ismael.
—¡Otro año más al lado de este payaso y dejo que los romanos me maten! — contesto.
—David, piensa que podría ser peor… ¡mira a ese pobre de ahí! — me dice señalando a uno de los hombres de la aldea.
Miro en la dirección que su mano me indica y frunzo el ceño al descubrir al desgraciado del pueblo.
—¿Te refieres al Cagón? — pregunto.

—¡Sí! Ese pobre se pasa todas las navidades en cuclillas, enseñando el culo a todo el mundo, ¡es el hazmerreír de todos!
Imagen sacada de: citywallpaperhd.com
Mi ceño se torna en tristeza y mis hombros se relajan al ver al pobre desdichado que nunca termina de cagar.
¡Ayudarme! — suplica en la lejanía.
Pienso en su situación y luego en la mía y llego a la conclusión de que no es justo para ninguno de los dos.
—¡Me da igual! — le grito a Ismael — sí, es cierto, lo suyo es una injusticia, pero lo mío también y no pienso quedarme de brazos cruzados esta vez.
—Pero… — me mira sorprendido mi amigo — ¿y qué vas a hacer?
—Cuando los dioses no miren, cuando las estrellas se apaguen y el sol caiga, me moveré.
—¿Moverte? ¿estás loco? ¡los dioses lo descubrirán! Y ¿a dónde irías?
—Quiero ver a Eva
—¿La pastorcilla del río?
Eva, la pastorcilla más guapa de toda la aldea, la que siempre observo, pero nunca me atrevo a hablar con ella, siempre está lavando la ropa en el río y ocupada con las tareas que su padre, el herrero, le pide.
Ella es guapa, de cabellos dorados como el sol y ojos azules como los zafiros, ella es Eva.
—De este año no pasa Ismael, este año es mi año y juro por los dioses que conseguiré hablar con ella.
Mi amigo trata de convencerme de que no lo haga, pero ya es tarde, está decidido y no hay nada que pueda hacerme cambiar de opinión.
Tal y como predije, el sol de apaga y al hacerlo, aprovecho mi ocasión:
—¡Eh David! ¿quieres oír algo gracioso? — me pregunta el insoportable ovejero.
—Ahora no Gabriel — contesto algo malhumorado.
Me abro paso entre la gente, que me observa sorprendida y aparta a sus animales de mi camino. Nadie ha hecho nunca nada tan aventurado como lo que estoy haciendo yo ahora mismo y al llamar tanto la atención, no tardan los romanos en pararme.
—¡Alto ahí granjero! — me para el soldado — ¿a dónde te crees que vas?
—No busco pelea señor, tan solo quiero atravesar la aldea.
—¿Para qué? — me pregunta poniendo la mano en la empuñadura de su espada.
—Asuntos personales — trato de eludir la pregunta.
—Muy bien, pues si quiere pasar, tendrá que pagarnos diez denarios.
—No tengo dinero — confieso.
—Pues entonces no le podemos dejar pasar.
Empujo al soldado de manera instintiva y echo a correr por el campo de hortalizas, oigo como la guardia me sigue y grita furiosa, pero la ignoro, estoy tan cerca de mi objetivo que no me puedo echar atrás ahora.
Unas gallinas salen despavoridas al pasar corriendo por su lado y cacarean malhumoradas tras los pasos de los romanos. Los asnos rebuznan y más de un pastor se asoma por la ventana al escuchar el escándalo de los soldados tras de mí.
A pesar de lo cerca que estoy de conseguirlo, la guardia me alcanza y me mete en prisión antes de que acabe la noche, no tengo modo de volver, así que decido esperar en mi celda hasta que la noche caiga de nuevo.
Los Dioses despiertan…
—¡Pablo! ¿has vuelto a mover las figuras del Belén? — dice malhumorada la Diosa madre.
—Yo no he sido, mamá.
—Te he dicho un millón de veces que con estas figuras no se juegan, son muy delicadas cielo, venga, dejemos al granjero en su sitio, ¿vale? ¡y no lo vuelvas a mover!
—¡Pero mamá yo no he sido!
—¡Basta Pablo! dejémoslo estar, ¿de acuerdo?
—Sí, mamá.
La oscuridad nubla los bosques, las casas se iluminan y solo se escucha el gorgoteo del río, es mi oportunidad.
Me muevo con sigilo, obviando la ruta que cogí la noche anterior y evitando a la patrulla. Me cuelo por los campos y llego a un establo, está sorprendentemente iluminado y lleno de gente, todos observan a un niño, un bebé.
Trato de rodear el establo y el ruido del agua se hace más fuerte. Allí está, la pastorcilla, la mujer más guapa que jamás he visto. Se gira, levanta la cabeza y me mira extrañada.
—Me llamo David — me presento con torpeza.
—Eva.
Las luces se encienden de pronto, ya es de día y es muy tarde para volver a mi sitio. La Diosa Madre vuelve a aparecer, pero esta vez con un trapo para limpiar.
—¡Ains este Pablo lo ha vuelto a hacer! ¡otra vez ha vuelto a mover al granjero de su sitio!
Me eleva por los aires unos instantes e intercambia brevemente una mirada con la pastorcilla y conmigo.
—Aunque, pensando mejor — dice para sí — tampoco queda tan mal ponerlo al lado de la pastorcilla.
Vuelve a dejarme donde estaba y continua con su limpieza rutinaria, sin embargo, para mí ya es distinto, para mí es mi es un sueño cumplido, un sueño de Navidad.








Si te ha gustado…


Este relato quiero dedicárselo a mi madre, dado que fue ella quien me dio la idea para escribirlo. ¿Quién no ha jugado alguna vez con las figuras del Belén? Yo, lo hacía siempre, así que me pareció divertido hacer un “Toy Story” navideño.
Espero que te haya gustado y sobretodo que te haya hecho reír. En estas fechas hay que estar unidos y en familia y ese es el verdadero espíritu de la Navidad.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

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domingo, 12 de noviembre de 2017

El Poder Púrpura

No me di cuenta, hasta que entré en los medios. Ya por entonces se hablaba de la manipulación del gobierno y sus “métodos” para convencer a los ciudadanos, pero yo no me lo creí. Siempre me pareció una de las muchas teorías conspiratorias que rondan por ahí.
Todo empezó con la llamada y a raíz de aquello, descubrí la verdad oculta que todos intentan encubrir:
—Cadena Veraz, ¿en qué puedo ayudarle? — digo automáticamente al coger el teléfono.
Hoy van a entregar una caja en recepción, esa caja lo cambiará todo, si todavía cree en el poder del pueblo, destruya esa caja antes de que sea tarde.

El sonido intermitente del teléfono me despierta, han colgado. La extraña llamada me revuelve el estómago y temerosa me acerco a la recepción con la esperanza de que no haya llegado ninguna caja.
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—Clara, ¿ha llegado alguna caja? — pregunto a la recepcionista.
—No, nada de nada.
—Perdonen, traigo una caja para el señor Calajan — dice el repartidor detrás de mí.
—¡Soy yo! — exclama el director Calajan nada más escuchar su nombre — ¿de qué se trata? — dice firmando los papeles del repartidor.
—Ni idea, señor, pero viene del departamento de control y seguridad del Gobierno, debe ser algo importante — contesta el repartidor antes de irse.
Calajan abre la caja extrañado, estoy a punto de decirle que no lo haga, pero me freno en el último segundo.
—¿Qué es esto? — pregunta extrañado.
La caja está llena de medicamentos y encima de estos, hay una carta.
—¿Qué es eso, jefe? — pregunta Clara asomándose desde su escritorio — ¿no será una de esas argucias del Poder Púrpura?
—No digas tonterías, Clara, el Poder Púrpura no es más que un grupo de fanáticos que insisten en que el gobierno nos controla y nos manipula a placer, no tienen nada que ver con esto. Además, este sobre lleva el remitente del Gobierno.
Calajan, abre la carta y lee su contenido sin dejar de amasarse la barba.
—Chicos, tenemos nuevas instrucciones — anuncia al equipo — tenemos que hacer algunos cambios en el programa y tenemos que anunciar una nueva noticia para la comunidad.
A pesar de carecer de un puesto de relevancia en la Cadena, observo como mis compañeros trabajan e intento ayudarles en todo lo que pueda. Las instrucciones del Gobierno serán anunciadas en las noticias, así que me cuelo en el plató y escucho tras las cámaras a los presentadores.
—Y, hablando de un tema menos serio — anuncia el presentador Rob Teit — según recientes estudios, se ha demostrado que el mayor problema de nuestra comunidad es el estrés, por ello el Gobierno ha sacado estas fabulosas pastillas que cada ciudadano está obligado a tomar, nuestra salud es un problema de todos, pero es un problema con una solución.
Un cosquilleo me recorre la espalda, las palabras “cada ciudadano está obligado a tomar” me dan la voz de alarma. Como periodista la curiosidad me llama, pero como ciudadana me inquieta. Tras el programa me acerco a mi confidente y amigo Nelson, el cámara.
—Nelson, ¿qué han querido decir con “todos los ciudadanos están obligados a tomar?
—Ven — me dice nervioso mirando a su alrededor.
Entramos en el estudio de montaje y ya solos, hablamos sin temor a que nos escuchen.
—Las pastillas no son más que otro control del Gobierno, ¿lo entiendes? Quieren manipularlos, drogarnos y que todos les votemos sin pensar.
—Hablas como el Poder Púrpura.
—Tal vez, tengan razón — me susurra.
—¿Qué quieres decir? — pregunto atónita.
—Verás, hace unos meses, vinieron gente del Gobierno a hablar con Calajan, estuvieron un buen rato en su despacho y al salir, el jefe vino a verme y ordenó poner esto entre los anuncios de la Cadena.
Me pone la cinta en la pantalla y me horrorizo al descubrir la verdad.
—¡Es publicidad subliminal! Pero no puede ser, eso está prohibido.
—No solo es publicidad subliminal, Beca, es promoción de su partido.
En mi asombro descubro algo más, Nelson tiene una cinta púrpura en la muñeca.
—Eres del Poder Púrpura, tú me has llamado esta mañana.
—Así es — me confiesa — debemos parar esto, Beca, antes de que el pueblo se convierta en una masa fácil de manipular.
—Debes grabarme — digo pensativa — grabaremos un video, esta noche y se lo presentaremos al mundo.
Al atardecer nos escondemos y cuando ya no hay nadie en la oficina, nos encerramos en el plató.
—¿Lista? — me pregunta Nelson.
Yo asiento nerviosa y miro el objetivo con decisión, las palabras salen solas.
—Queríamos seguridad, antes que riesgo, comodidad antes que libertad y ahora recogemos los frutos de la mala hierba que sembramos. El Gobierno nos manipula…
Alguien llama a la puerta, pero yo no hago caso.
—Los medios están corrompidos, introducen mensajes subliminales entre los anuncios, nos venden fármacos que más que curarnos tratan de lavarnos el cerebro, nos graban en las manifestaciones que hagamos contra ellos, nos introducen chips de identidad para localizarnos y nosotros, inconscientes, lo aceptamos.
¡Abran la puerta! ¡Agentes de policía! ¡abran!
Mi voz se quiebra, pero Nelson me anima a seguir.
—¿Somos realmente libres o es lo que quieren que pensemos? Poco a poco y con el rostro de la caridad nos venden las manzanas envenenadas. Pero eso se acabó, ¡debemos luchar! ¡debemos demostrarles que el pueblo es quien decide no ellos! ¡pero sobretodo debemos enseñarles lo que el Poder Púrpura es capaz!
La puerta del estudio se rompe y la policía, junto agentes del Gobierno y federales entran en la estancia. Fin de la emisión.









Si te ha gustado…

Para escribir este relato me he inspirado en la Naranja Mecánica y su técnica Ludovico, ya que el control de la mente puede ser la clave de la manipulación.
La moraleja de esta historia es tan simple como real, el marketing llevado al extremo puede ser peligroso, ¿quién nos dice que no lo estén haciendo ya?
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: es.panampost.com

domingo, 5 de noviembre de 2017

Bromas Nocturnas

Los programas de bromas siempre han sido muy populares en nuestra sociedad, la gente se muere de la risa viendo a gente en situaciones absurdas y como éstas reaccionan ignorantes de la cámara oculta, pero ¿dónde está el límite entre una broma graciosa y una broma de mal gusto?

El programa “Bromas Nocturnas” se ha vuelto famoso precisamente por eso, por gastar bromas pesadas. El sistema es bastante simple, cualquiera te puede gastar una broma pesada y grabarte en el momento, para luego mandarle el video al programa. Cuanto más obscena, escatológica o bochornosa sea la broma, más posibilidades hay de que la emitan.
Imagen sacada de: terrorpsicologico1.blogspot.com.es
Nadie se imaginaba que el programa llegara a tener tanta audiencia, pero la pérdida de valores y de moralidad ya ha hecho mella en nuestra sociedad.
Las bromas dejaron de tener gracia cuando empezaron a ser ilegales y a pesar de los intentos de la policía de detener la emisión, el programa seguía en antena.
Yo vivía mirando hacia otro lado, ignorando las barbaries por las que las víctimas del programa les tocaba pasar, ya que hasta que no te pasa a ti, siempre parece que las desgracias son menores.
—¡Dios santo! ¿ya es esta hora? — exclamo al fijarme en el reloj de la oficina.
Miro a mi alrededor y descubro que soy una única que todavía sigue aquí trabajando. Aunque tengo mucho trabajo, el cansancio se apodera de mí y decido dejar lo que me queda para el día siguiente. Recojo y llamo al ascensor, pero un sonido cercano me alerta.
—¿Hay alguien ahí? — pregunto inútilmente a la puerta movida por el viento.
Unos pasos corren hacia mí y sobresaltada grito al ver a un hombre ponerme una capucha negra en la cabeza. Me golpean.
Cuando despierto estoy atada a una silla y a pesar de que solo consigo ver un foco apuntándome a la cara, reconozco el característico suelo de la oficina, sigo en el trabajo.
Mis ojos se adaptan a la repentina luz brillante que nubla mi vista, horrorizada contemplo a un grupo de personas a mi alrededor, pero no son personas corrientes, van disfrazados de payasos.
—¿Quiénes sois? — pregunto mareada.
Bueno, bueno, bueno, un pajarito me ha dicho que te acaban de ascender en el trabajo, ¡por ese motivo hemos venido a darte esta sorpresa!
La chirriante voz del payaso jefe me taladra los oídos.
—Vale, ya me habéis dado la sorpresa, ahora dejarme salir.
Nada de eso, pippireta, debes abrir tu regalo.
Uno de los payasos lleva una cámara y graba al payaso jefe mientras este me acerca un regalo cuidadosamente envuelto. Todos los demás gritan eufóricos, resuenan sus trompetas y saltan ansiosos de la emoción.
Sé que no debo abrir el regalo, sé que dentro hay algo horrible para mí y busco desesperadamente una salida a mí alrededor.
¿Me dejas que te ayude con el envoltorio? ¡estoy tan ansioso que no me puedo resistir! — me dice el payaso jefe con una mirada salvaje.
Tras la tapa, el horror se desata, la caja está llena de minúsculas arañas rabiosas, éstas salen despavoridas y furiosas a la menor oportunidad. Chillo de horror tras las primeras picaduras e intento por todos los medios quitármelas de encima, del esfuerzo, la silla se cae al suelo y me retuerzo ferozmente de un lado para otro luchando por quitármelas de encima.
Los payasos se ríen, vociferan y cantan desaforados como si fuera la broma más graciosa del mundo. Algunos me apalean mientras me retuerzo en el suelo, como bestias enloquecidas, otros empujan las arañas que huyen de nuevo hacia mí.
Tras mucho forcejeo, tras mucha rabia contenida, mis ataduras se rompen y me levanto furiosa del suelo, con un único objetivo, acabar con todos.
Me pegan con bates de béisbol para que vuelva al suelo, pero entre la marabunta de payasos, consigo hacerme con uno de sus bates. Pillo a uno por banda y le empiezo a pegar con saña.
—¡Quitármela de encima! ¡Quitármela de encima! — grita el payaso en el suelo.
Intentan salvar a su amigo, pero ya es tarde, las arañas del suelo se han lanzado a por él, al mismo tiempo que la sangre de su cabeza empieza a emanar.
—¡Para que lo vas a matar! ¡PARA! — me intenta frenar uno de ellos.
Pero yo no paro, quiero que esto se grabe en sus retinas, quiero que se den cuenta de que conmigo no se mete nadie y quiero también hacerles ver el daño que una simple broma puede hacer.
—¡Cristina para! ¡solo era una broma! ¡te estábamos gastando una broma! — dice el payaso jefe.
En ese momento el bate se rompe por la mitad, el cráneo destrozado de mi víctima me ha salpicado la ropa de sangre. Me giro hacia los demás y descubro que el payaso jefe se ha quitado la máscara, es Elisa.
—Debí imaginarlo — digo al verla — no pudiste soportar que me ascendieran a mí y no a ti y por eso has montado todo este circo.
Elisa mira hacia otro lado con una mueca que revela más verdad de la que quiere mostrar.
Todos ellos, todos, son mis compañeros, mis supuestos amigos del trabajo, ellos son los que quisieron gastarme una “Broma nocturna”. El cámara sigue grabando, como un reportero ávido de carroña. Me acerco a él con una mirada sádica y le hablo al objetivo.
—Las bromas dejan de tener gracia cuando solo el que las hace se ríe. Dado que nadie está dispuesto a hacer nada por acabar con las Bromas Nocturnas, insto a todas las víctimas de este acoso sin precedentes a que se unan a mí. ¡Y vosotros, los bromistas del averno, con violencia nacisteis, pero con violencia moriréis!
Me giro de nuevo hacia el payaso muerto y recojo entre sus sesos algo que no llevaban los demás payasos:
—Quien ríe el último, ríe mejor.
Apunto con el arma al payaso cámara y disparo.











Si te ha gustado…

Para escribir esta crítica social me he inspirado en el acoso escolar y en todos aquellos que han tenido que defenderse alguna vez de abusones sin gracia.
Una broma es cuando dos personas se ríen de algo gracioso e inofensivo, pero cuando esa broma es acosta de otra persona, se transforma en algo mucho más peligroso.
La moraleja de esta historia, es mi lema en la vida, no hagas nada que no te gustaría que te hicieran a ti.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: www.scmediation.org

domingo, 29 de octubre de 2017

ESPECIAL HALLOWEEN: El Final

El cuerpo inerte de la señora Fort está ensangrentado en el suelo, demasiadas puñaladas, demasiada sangre. No ha habido testigos, tan solo dos paralizadas niñas que niegan haber visto al asesino.
—¿Qué opina jefe? — me pregunta el agente Navas.
—Opino que tenemos a tres víctimas en menos de un mes, está pasando algo y pienso averiguarlo.
Salgo nervioso de la casa y enciendo un cigarrillo, no consigo quitarme de la cabeza la última llamada de la señora Fort, ella sabía algo y por eso la mataron.
—¿Jefe de policía Santos? — oigo que me llaman.
Al girarme descubro a la pesada periodista del pueblo, buscando carnaza para su periodicucho. Apago el cigarrillo antes de que llegue a mi posición y les digo a mis chicos que nos vamos.
—Sin comentarios — contesto entrando en mi coche patrulla.

Arranco y no miro atrás, me dirijo a la comisaría, desde allí seguiré con mi investigación y rezaré porque los forenses consigan sacar alguna prueba que yo haya pasado por alto.
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—Bien, tenemos a una mujer muerta, un hombre muerto y una anciana, ¿es algo al azar o tienen algo en común estas personas? — pregunto a mis chicos.
—He estado investigando a Roberto Ruíz, el hombre muerto — contesta Peña — era de un pueblo cercano, solía pasarse por la taberna de Bob a las afueras del pueblo, era un hombre solitario, no tiene ninguna relación con las otras dos víctimas.
—Lástima — contesto mordiéndome el labio — ¿y la mujer?
—Con la mujer, Melania Mars, hemos tenido más suerte — contesta Adams — resulta que estudió en Lobo con el doctor Albert Mur.
—Eso es interesante, tal vez deberíamos hacerle una visita al doctor.
Miro distraído la estantería de mi despacho y pienso en las piezas del puzle que me faltan.
—Iré a ver al doctor, pero vosotros investigar a Fort, antes de morir me llamó, dijo que sabía el secreto de las calabazas o algo así, tal vez puede tener alguna relación con los crímenes.
—Sí, señor — contestan al unísono.
Antes de entrar en el coche enciendo otro cigarrillo y esta vez dejo que el humo penetre en mis pulmones y me relaje, necesito tranquilidad para poder pensar y eso solo puedo conseguirlo conduciendo y fumando.
La consulta del doctor Mur está tan vacía como puede esperarse de un lunes por la mañana, la secretaria me conduce muy amablemente hasta la sala de espera y tras unos instantes, entro en el despacho de Albert.
—Doctor Mur — le saludo estrechándole la mano.
—Agente — me saluda — por favor tome asiento, ¿quiere una taza de té?
—Sí, gracias.
Doy un pequeño sorbo a la taza y dejo que el caliente líquido recorra mi garganta, eso me tranquiliza.
—Como ya sabrá, estoy investigando la muerte de los tres fallecidos de Lobo — digo intentando ir directamente al grano — y se imaginará mi sorpresa al descubrir que usted estudió con la fallecida Melania Mars…
—Sí, estudié con ella, pero apenas la conocía, no coincidimos en demasiadas clases.
—¿Qué podría decirme de ella?
—Bueno, era una chica muy popular, salía con malas compañías, con los chicos del equipo de baloncesto, pero compensaba todo eso yéndose a estudiar con Sara Lago.
—¿Con Sara Lago? ¿la bibliotecaria? — pregunto sorprendido.
—Sí, antes eran muy amigas.
Mi interés cobra fuerza y decido ir a visitar a la bibliotecaria y pedirle explicaciones. Apenas hacía unos días que había hablado con Sara, que le había mostrado la foto de la fallecida y ella había negado en rotundo conocerla.
Pongo la sirena del coche y empiezo a conducir, estoy tan nervioso que se me cae el cigarrillo en los pantalones y tengo que apagarlo de un manotazo. Al llegar a la biblioteca, entro de sopetón, Sara está en el mostrador leyendo distraída.
—Melania Mars — digo nada más llegar a su posición — me dijiste que no la conocías.
—Y no la conozco — me confiesa ella confusa.
—¡Jefe! — oigo detrás de mí.
—¿Qué? — pregunto molesto a mi compañero.
—He descubierto algo importante, Melania Mars era la esposa de Albert Mur.
—¿Cómo? — digo sin salir de mi asombro.
—Sí y varios testigos aseguran que la vieron un par de noches salir con Roberto Ruíz de la taberna de Bob.
De repente caigo en mi error, Melania Mars estaba teniendo una aventura con Roberto Ruíz y Albert Mur, el marido de Melania se enteró.
—Solo hay una cosa que no encaja — dice Peña — ¿y la señora Fort?
—Todos saben que la señora Fort es una cotilla, seguro que vio algo, que se enteró de la aventura de su mujer y la mató también para callarla — contesta Adams.
—Y, ¿qué pasa con las calabazas? — pregunta Peña.
—¿Por qué no se lo preguntamos al doctor? — pregunto furioso.
Volvemos a la consulta, pero esta vez no me quedo esperando en la sala de espera, entro directamente en su despacho, a pesar de las quejas de su secretaria.
—Me ha mentido — le digo nada más verle.
—¿A qué se refiere?
—Sí que conocía a Melania Mars, era su mujer.
La cara de Albert cambia por completo y revela por un instante su culpabilidad.
—¿Qué pasó? ¿se enteró que su mujer la engañaba y decidió matarlos? ¿la señora Fort lo vio y por eso la mató también?
La cara del doctor cambia por completo y una sonrisa oculta en la sombra sale a la luz.
—Se lo merecían, pero yo no los maté, matar conlleva mancharse las manos. Es más fácil hacer que otros maten por ti.
—¿A qué se refiere?
—A las calabazas — contesta riéndose — sabe que soy experto interpretando los sueños, pero lo que tal vez no sabe, es que también se me da bien manipularlos. Así que fue fácil, escogí cuidadosamente a unos cabezas de turco para hacer el trabajo sucio y el resto fue coser y cantar.
—Ya veo y todo le habría salido bien de no ser por la señora Fort que le pilló antes de lo que se imaginaba.
—Se equivoca agente, todo me ha salido muy bien, ¿sabe por qué? Porque cuando salga de aquí, ya no se acordará de nada y yo seré un hombre libre.
—¿Ah sí? ¿y cómo piensa hacer eso?
—Ya lo he hecho, ¿se acuerda de la taza de té que se tomó en mi despacho esta mañana?
La taza de té, esa maldita taza de té, que tan bien me sentó entonces, esa taza estaba envenenada. De repente un mareo, se me nublan los ojos y solo pienso en dormir, caigo al suelo y me doy cuenta, el hombre de las calabazas ha ganado.






Si te ha gustado…

Espero que te haya gustado el desenlace de este ESPECIAL HALLOWEEN 2017. Cómo ya te imaginaras, esta historia la tenía ya pensada desde el primer relato y espero que el final de la historia te haya sorprendido a la vez que agradado.
A todos nos puede dar miedo un monstruo, una bruja o un demonio, pero lo realmente terrorífico es cuando ese monstruo es una persona real.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

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