Espero
en mis aposentos la llegada del Fango, si los rumores son ciertos, tal vez ese
despojo humano podría ayudarnos a llegar hasta el Hombre de Nieve.
—Valquiria
Sádica — me saluda mi guardia dándose un golpe en el pecho — lo que pediste.
—Cierra
la puerta al salir — le ordeno.
Mis
guardias meten al Fango dentro de la habitación y tal y como les he ordenado
cierran la puerta dejándonos solos.
—Corrígeme
si me equivoco, pero tú eres Roger Dax, aquel que dicen que salvó la ciudad de
Jetis tres lunas atrás, con la sola ayuda de un bazuka Targoláser y un paquete
de cigarrillos, ¿es cierto? — pregunto al extraño.
—Veo
que me tenéis vigilado.
—La
niña a la que salvasteis era mi sobrina Nala — contesto — por eso sé quiénes
sois. También he oído que habéis salvado a uno de mis Trasos, por ello te doy
las gracias.
El
forastero me corresponde con un ligero movimiento de cabeza y con ello doy por
finalizada las alabanzas y me centro en mi objetivo:
—Tengo
planeado traicionar al Emperador Nocrum, mañana un convoy nos espera, la misión
no es otra que recoger suministros, pero nunca realizaremos tal tarea. Iremos
al norte, allá donde los hombres no se atreven a cruzar y más allá hallaremos
al Hombre de Nieve.
—¿Quién
es el Hombre de Nieve? — pregunta Roger.
—Nuestro
salvador, el único hombre al que teme el Emperador Nocrum, gracias a su ayuda
podremos liberar a los ciudadanos de una vida de esclavitud.
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—¿Esclavitud?
—Sí,
esclavitud. El Emperador les ha condenado a todos, obliga a las mujeres a
dormir en su cama, a los hombres a cultivar y trabajar para él y a los críos a
alistarse en su ejército, ya que si no lo hacen, son expulsados de Inferno y
con ello la muerte helada les aguarda. Yo pienso liberarles, ¿estás conmigo?
—Yo
no estoy de parte de nadie, solo he venido hasta aquí porque Traso Iníca me
dijo que me recompensarían por salvarle.
—Y
recibirás tu recompensa, pero antes necesitamos tu ayuda, los ciudadanos
necesitan tu ayuda.
—Ese
asunto no me concierne — dice abriendo las puertas de mis aposentos de nuevo.
Le
sujeto por la espalda impidiéndole salir y hago que mire a los ciudadanos que
trabajan día y noche sin descanso por refugio.
—¡Míralos!
— exclamo — si te vas, les abandonaras a todos a su suerte y ese no es el Roger
Dax del que he oído hablar.
Roger
se les queda mirando a todos por un segundo y puedo ver en sus ojos cómo cambia
de opinión. Se gira hacía mí y asiente con la cabeza, aceptando así mi
propuesta.
Al
día siguiente el convoy nos espera, tal y como predije. Esta vez nos acompañan cuatro
tanques de guerra, siete furgones de asalto, diez motos de hielo y mi monster
truck.
—¡Sádica!
— me llaman mis hermanas Valquirias.
—Buena
caza — me dice Navaja.
—Esperemos
que no te desvíes de la ruta — dice Sangre con odio — si lo haces, ya sabes a
quién enviará Nocrum a recuperar su mercancía.
—Soy
consciente de ello — digo antes de irme.
Sangre
y Navaja tienen ideas distintas de las mías, para ellas Nocrum puede hacer lo
que sea con los ciudadanos ya que es el Emperador.
Arranco
el motor de mi todoterreno y espero a que los primeros furgones salgan del
túnel. Roger Dax es mi copiloto, no dice nada, es tan silencioso como siempre,
pero no hemos venido aquí a hablar.
Salimos
de la fortaleza de Inferno y nada más hacerlo el viento nos azota, el frío
congela nuestros cristales pero pronto se calma todo, cuando el calor del
interior del vehículo aparta el hielo de las ventanas. Vamos más rápido de lo
permitido y puedo sentir como Sangre y Navaja afilan sus cuchillos esperando a
que traicione a nuestro líder.
—¡Sádica!
— me llama Traso Iníca — tenemos compañía, tus hermanas nos siguen.
—Era
de esperar.
Acelero
el motor y conduzco a mi ejército hacia el norte, por las montañas heladas. Ya
no hay marcha atrás, todo el mundo sabe que no hay comida al norte, mi traición
al Emperador ha quedado al descubierto.
Los
cuernos de guerra de mis hermanas empiezan a sonar, vienen a por mí. Los
primeros en llegar son sus motos de hielo, lanzan sus estalactitas y
estalagmitas contra mis ruedas, con la esperanza de pincharlas.
Mis
furgones de asalto no tardan en responder, atacan a los motoristas con bolas de
nieve ácidas y más de una moto acaba hundida en la nieve.
Vamos
más rápido, aceleramos aún más y conseguimos sacar a las Valquirias cinco
minutos de ventaja. Nos pisan los talones y para colmo, por algún extraño
motivo, Sangre ha conseguido que nuestro líder le deje conducir su más valioso bien,
el Perforador Trineo, una máquina de guerra extraordinaria y la más rápida del
mercado. A Sangre solo le consigo sacar dos minutos de ventaja.
—¿Quién
conduce esa monstruosidad? — pregunta Traso Iníca.
—Valquiria
Sangre — contesto sin apartar los ojos del camino helado.
—Y,
¿te llevas bien con ella? — pregunta con cierto aire de pánico.
—Tenemos
nuestras discrepancias…
Veo
por el retrovisor como Sangre le roba a uno de sus motoristas una estalactita y
me apunta con ella con odio. Antes de poder reaccionar, Sangre lanza la
estalactita y ésta se clava de tal forma que me frena en seco.
Veo
como mi ejército sigue la ruta sin mirar atrás, tal y como les ordené, no se
recoge a nadie, ni siquiera a mí. El ejército de mi hermana está a punto de
llegar, ya oigo sus gritos de júbilo y sus ganas de matar. Tan solo espero que
mi equipo lo consiga ya que yo no podré seguirles.
Si
te ha gustado…
La
continuación de este Especial de Navidad lo he centrado en Valquiria Sádica, la
segunda protagonista de la historia y sus intenciones de salvar a su pueblo de
una tiranía.
Pronto
descubrirás el final de la historia y con ello, el destino de nuestros dos
protagonistas, ¿conseguirán su objetivo o Valquiria Sangre se cebará con ellos?
Dicho
esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros
comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y
un saludo de Silvia!!
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