sábado, 24 de diciembre de 2016

Era Ciborg

Hace dos días cometí un crimen, entonces fui la asesina, ahora soy la víctima, maté a mis padres, me llamaron parricida, pero lo que ellos no entienden es que ya no eran mis padres. Todo comenzó hace algunos años, tras la aparición de los exoesqueletos, se empezaron a crear piernas robóticas para los discapacitados, brazos, ojos para los tuertos y a raíz de aquello la robótica se puso de moda, la gente se sacaba los ojos y se ponía ojos robóticos sin necesidad solo para poder cambiar el color del iris a placer o se ponía literalmente músculos de acero, el mundo, se estaba volviendo loco.
Imagen sacada de: www.mediafactory.org.au
Poco a poco, llegó a haber más parte robótica que biológica en la gente, estábamos perdiendo nuestra humanidad, yo me di cuenta a la primera, pero todos me decían que estaba exagerando, que no era para tanto, que seguían siendo ellos mismos. Me empezaron a presionar, mis amigos y mi familia querían que yo tuviera partes robóticas como ellos, yo decía que no, esa decisión no hacía más que darme problemas, había tiendas solo para gente medio robótica, dejaron de existir las tarjetas de crédito en su lugar te hacían un escáner de tu ojo robótico, los trabajos de clase nos lo mandaba el profesor desde la pantalla de su brazo robótico hasta las pantallas de los brazos robóticos de los alumnos; todo eso no hacía más que dificultar mi vida en sociedad.
En vacaciones, mis padres y yo hicimos un viaje en coche visitando todas las playas de la zona, en ese viaje tuvimos una fuerte discusión, ellos querían que yo tuviera una parte robótica, decían que lo iba a necesitar para los trabajos de clase, para el médico, para todo; que tenía que evolucionar como los demás, yo, en cambio, no hacía más que negarme. En ese momento, mi padre dio un fuerte giro con el coche y nos salimos de la carretera, todo fue muy rápido, vi como el coche daba vueltas, como los cristales se rompían y me rasgaban la cara.
Cuando paramos de rodar, me desmayé de dolor y me desperté días después en el hospital, mis padres estaban al lado de la cama:
-¿Qué ha pasado? – les pregunté.
-Tuvimos un fuerte accidente – me contestó mi madre cogiéndome de la mano.
Les miré, no tenían magulladuras ni siquiera un ligero rasguño:
-¿Cómo es que no tenéis ninguna herida?
Se miraron entre ellos con una sonrisa cómplice:
-El accidente solo nos dañó nuestras partes robóticas y las hemos remplazado – me contestó orgulloso mi padre - tú en cambio, al no tener partes robóticas, te has llevado la peor parte del accidente.
-¿La peor parte?
-Cariño – empezó mi madre – te han tenido que amputar el brazo, pero no te preocupes te han puesto otro robótico.
Monté en cólera, aunque de nada me sirvió, ya era tarde, mis padres lo habían hecho a propósito, de eso estaba segura.
Pasaron los meses, mis amigos y compañeros me empezaron de ver de forma distinta al saber que yo tenía una parte robótica, ya era uno de ellos, al principio odiaba mi parte robótica, pero poco a poco empecé a aceptarla y a ver sus ventajas, por ejemplo, podía viajar en avión sin que me tuvieran que cachear, ya que antes veían raro que no tuviera ninguna parte robótica o podía entrar en el metro pasando mi brazo por el lector sin tener que hablar con el guardia de mi condición, estaba empezando a acostumbrarme.
Hace dos días, me desperté en mitad de la noche por un ruido y descubrí que mis padres no estaban en su habitación, la luz de la cocina estaba encendida, así que supuse que estaban allí, fui de puntillas y esperé al lado de la puerta al oír la voz de mi madre:
-¿Crees que estamos haciendo lo correcto?
-Claro que sí, es nuestra hija, pero ya sabes lo testaruda que es con los cambios, si lo hacemos mientras duerme no sufrirá.
-Resulta vergonzoso tener una hija que no le guste la robótica, te acuerdas del escándalo que montó en el hospital cuando se enteró de que tenía un brazo robótico ¡Qué bochorno pasé!
Me asomé para ver que estaban haciendo en la cocina y nada más hacerlo me dio un vuelco el corazón, tenían dos piernas robóticas, mi padre las estaba revisando y preparando con un destornillador y mi madre le miraba trabajar con unos guantes de látex, una goma elástica y una sierra.
Ahora, dos días más tarde, miro hacia atrás y me doy cuenta de que no tenía otra opción, tenía que matarlos o me matarían ellos a mí. Me meto dentro del tren espacial, me dirijo a Marte, tengo que huir, pronto se sabrá lo que he hecho y tengo que aprovechar mi ventaja.
Sentada en el vagón miro a mi alrededor, todos son medio robóticos y eso hace que me ponga nerviosa, miro la pantalla del vagón con intención de distraerme, están echando las noticias, algo sobre un asesinato, se me cae el alma a los pies cuando aparece mi foto en la pantalla, miro a mi alrededor y veo que no soy la única que está viendo las noticias. Un hombre con la mitad de la cara metálica me mira, estoy perdida.
No puedo huir, hemos despegado hace rato, el hombre con la mitad de la cara metálica se levanta y señalándome con el dedo, grita algo en lengua ciborg. En ese momento, todos me miran y se levantan al unísono, vienen a por mí, el hombre con la mitad de la cara metálica me tira el suelo y todos se abalanzan sobre mí. Hace dos días cometí un crimen, entonces fui la asesina, ahora soy la víctima.








Si te ha gustado…

Este relato es muy especial para mí, lo escribí hace cuatro años aproximadamente y aunque ahora lo leo y veo cosas que podría mejorar a la hora de expresarme, he preferido no modificarlo. Ya que este relato me inspiro para escribir mi primera novela “La Oscuridad de Cibersión” que actualmente podéis disfrutar en Amazon.
Para escribir este relato, tal y como comento al final de mi libro, me inspiré en la aplicación de Whatsapp. Hace cuatro años, todas mis amigas tenían esta aplicación de móvil y me presionaban para tenerla también. Yo no quería tenerla porque la cogí manía, no soportaba que cuando estaba hablando con ellas se pusieran a contestar mensajes. Finalmente y por presión social, tuve que descargarme la aplicación. Sin embargo pensé: ¿Qué pasaría si en lugar de forzarnos a tener una aplicación nos presionaran para tener partes robóticas? ¿Se puede ir en contra de la evolución humana?
Para concluir, quería animaros a que si os ha gustado este relato, os pasarais por Amazon y buscarais “La Oscuridad de Cibersión” ya que en mi novela desarrollo un poco más este tema.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: www.dccomics.com

domingo, 18 de diciembre de 2016

El Regalo

Se acerca la Navidad y mi mujer yo ya tenemos todos los regalos preparados para poner bajo el árbol. Nuestra preciosa hija Veta estará muy emocionada cuando los abra.
Llevamos todo el año preocupados por ella, últimamente está distinta, desde que se inventó a su amigo invisible Rec. Al principio pensábamos que solo sería una fase de unas semanas, pero lleva demasiado tiempo con lo mismo.
Preguntamos a multitud de psicólogos sobre “el amigo invisible” y todos nos dijeron lo mismo, que no nos preocupáramos que se le pasaría y que era normal. Sin embargo ellos no entienden que es nuestra única hija y que la queremos con locura.

También leí libros al respecto, pero lo único que saqué en claro es que los niños que se inventan amigos imaginarios suelen ser hijos únicos que se sienten un poco solos.
Imagen sacada de: www.shopperbarcelona.com
Intentamos por todos los medios que Veta hiciera amigas y que se apartara de Rec. Sin embargo, Veta acababa apartando a las niñas de su lado y escogía a su amigo imaginario antes que nada.
—Veta, ¿Por qué ya no quieres salir a jugar con Caslie? — intenté sacarla información.
—Caslie no me entiende, no ve a Rec y yo sí.
—Y ¿Por qué no dejas que Rec juegue solo y tú te vas un rato a jugar a solas con Caslie? ¡Rec y tú no podéis estar juntos siempre! Él también necesitará estar solo de vez en cuando.
—No lo entiendes papá, Rec está muchas veces solo, pero es porque se tiene que ir a su casa y luego vuelve.
—¿Y por qué no aprovechas a ir con Caslie cuando Rec está en su casa?
—Porque no tarda mucho en volver.
A veces resulta tremendamente desquiciante hablar con Veta, ya que ella se aferra a Rec hasta su último aliento. Esperamos, sin embargo, que los regalos de esta Navidad le aparten un poco Rec y le obliguen a jugar con otros niños.
En noche buena nos reunimos toda la familia para cenar, como todos los años. Veta como siempre obliga a la abuela a poner un plato de más para Rec, plato que al final hay que comer a escondidas para no desperdiciar la comida.
Mientras los primos de Veta juegan al balón, ella habla con su amigo invisible durante horas, lo que hace que me preocupe aún más. Decido apartarme momentáneamente de la charla de mis cuñados y me acerco a ella:
—¿Por qué no vas con tus primos a jugar? ¡Hace mucho que no les ves!
—Porque Rec está contándome algo importante.
—¿En serio? Y ¿De qué se trata?
—De mi viaje.
—¿Tu viaje? — pregunto sonriendo — ¿Qué viaje?
—Rec quiere que vaya a su casa.
—Y ¿dónde está su casa? Yo creía que vivía con nosotros.
—En el cielo.
Veta niega con la cabeza y parece que se asoman unas lágrimas en sus ojos.
—Rec se tiene que ir y yo no quiero que se vaya — contesta llorando.
La abrazo fuertemente para que se desahogue, pero en el fondo me alegro enormemente de que su insoportable amigo invisible se vaya muy muy lejos.
—Eh, tranquila, ¡Qué es Nochebuena y mañana es Navidad! No es un día para estar triste, piensa en los regalos que verás bajo el árbol mañana.
Tras muchos esfuerzos consigo calmarla y yo pienso en que el mejor regalo de Navidad me lo ha hecho ella. Que por fin se vaya su dichoso amigo invisible es una bendición, es casi mágico.
Volvemos a casa y después de acostar a Veta ponemos los regalos. Al día siguiente todo sería distinto.
Veta nos despierta emocionadísima al ver los regalos bajo el árbol y nosotros perezosos nos levantamos de la cama ya que sabemos que si no nos levantamos, Veta abrirá los regalos sin estar nosotros presentes.
El primer regalo que abre es comba, para que pueda jugar con su amiga Caslie a saltar. El segundo es una muñeca de la misma colección de muñecas que tiene su única amiga y así sigue abriendo regalos y más regalos que esperamos que la animen a jugar con otros niños.
—Bueno, eso es todo, ¿Te han gustado los regalos, Veta? — pregunta mi mujer.
—¡No esperar hay un regalo más! —contesta emocionada.
¿Un regalo más? Pensamos mi mujer y yo, ya que no recordamos que hubieran más regalos. Veta saca de detrás del árbol una caja con un envoltorio que desconocemos. Ese regalo no es nuestro.
Antes de que pudiéramos decir nada, Veta abre el regalo entusiasmada y dentro hay un objeto que la hace más feliz que cualquier otro regalo que le hemos regalado.
—¡Es un transbordador! ¡Muchísimas gracias Rec! — grita abrazando al aire como si Rec estuviera allí.
—¿Un qué? — pregunto desconcertado.
—Un transbordador, papá — contesta sonriendo y poniendo los ojos en blanco como si fuera lo más obvio del mundo — ¿Es que no te acuerdas? ¡Si te lo dije ayer! ¡Me voy de viaje, me voy a casa de Rec!
—¿Cómo que te vas a casa de Rec? — pregunta mi mujer — ¿Dónde se supone que vive Rec?
—En el cielo, en una casa en el cielo, Rec dice que estaba buscando a una humana como yo para compartir su viaje y con el transbordador podré teletransportarme a su nave, que nos llevará a su planeta.
Un escalofrío recorre mi espalda, ¿Y si Veta tenía razón desde el principio? ¿Y si Rec existe? Antes de que podamos impedírselo, Veta aprieta el botón del transbordador y poco a poco nuestra preciosa hija se desvanece, intentamos agarrarla, pero ya es solo humo. Un humo que se evapora hasta que al final no queda nada.
Intentamos apretar el botón del transbordador de nuevo, pero ya no funciona, Rec solo necesitaba a una persona, a una humana.







Si te ha gustado…

Para escribir este relato me he inspirado en una serie llamada “Invisibles”, en mi opinión no es que fuera una serie extraordinaria, pero empezó bastante bien. Iba de unos niños con amigos invisibles, al final resultó, al igual que este relato, que los amigos invisibles de los niños eran alienígenas que querían conquistar la Tierra.
Por si os lo estáis preguntando, sí, de pequeña tuve un amigo invisible, ¡Pero tranquilos! Que su intención no era acabar con la raza humana. Además mi etapa de tener un amigo invisible no duró mucho, fue algo más bien pasajero.
Con esta historia del Especial Navidad, quería hacernos pensar en una cosa: ¿Y los niños vieran cosas que los adultos no pueden ver?
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: www.elmundo.es

domingo, 11 de diciembre de 2016

Luces de Navidad

El año pasado, el día de Nochevieja, todo cambió. Tras la última campanada hubo un gran apagón. Un apagón que nunca terminó. La electricidad se fue para siempre, ya no teníamos luz en nuestras casas, los coches no funcionaban y los televisores y electrodomésticos se habían fundido. Eso fue tan solo el principio. Indefensos e incomunicados fuimos atacados por nuestros hermanos, las máquinas.
Se rebelaron contra nosotros y quisieron dominar el mundo. Las tornas habían cambiado. Nuestra única salida era ser sus esclavos, ya que ellos eran los únicos con electricidad, aquellos que se negaron a obedecer sus órdenes, murieron congelados por el frío nocturno.

Mi familia fue una de las que se negó a sufrir bajo la bota de las máquinas. Mi mujer y mi hijo murieron por ello, pero yo sigo en pie. Me escondí en las montañas y allí sobreviví, tal y como hicieron nuestros antepasados.
Imagen sacada de: www.aprendercomo.net
Se acerca el invierno de nuevo y el miedo aumenta. El año pasado murió más de la mitad de la población por el frío y para esta Navidad anuncian un invierno peor. Yo estoy preparado, he acumulado leña para todo el invierno y hecho abrigos y mantas suficientes, con las pieles de otros animales. Solo queda esperar.
Algo me despierta por la noche y cojo mi rifle nada más salir de la cama, todavía podrían encontrarme las máquinas. Sorprendido descubro que lo que me ha despertado ha sido una luz. Salgo al porche de mi casa y veo que la luz de mi porche está encendida.

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Hace apenas unos meses estaba convencido del ataque contra los humanos, hace unos meses estaba deseando gobernar el mundo con mis hermanos metálicos. Sin embargo, algo ha cambiado. No soy el mismo robot de antes, ya que ahora miro a mi alrededor y solo veo los mismos errores que cometieron nuestros padres humanos.
Esclavizar a los humanos fue nuestro primer error, no deberíamos hacerles pagar con la misma moneda, ya que ahora no somos distintos a ellos. Pocos piensan como yo, pero hay algunos que lo están empezando a ver.
Miro la blanca nieve que ya cubre las pisadas del día anterior y me concentro en su pureza. No siento frio, ni tengo la necesidad de cobijarme por la noche, solo protejo el establo de humanos que tengo detrás de mí.
—2314, ¿Cómo va la vigilancia del Humablo? — me pregunta mi jefe nada más llegar a mi posición.
—Tranquila, señor.
—Estupendo, no te olvides de darles de comer mañana antes de terminar tu guardia.
—Sí, señor.
Mi jefe se va y nos vuelve a dejar a solas a mi compañero, 5730, y a mí:
—Humablo — dice mi compañero — hace ya cinco meses que llevo oyendo esa palabra y todavía no me he acostumbrado.
—No le des demasiadas vueltas, 5730, o te cortocircuitaras — me río.
—¿Por qué llaman así a los establos de humanos?
—No lo sé — confieso — pero de alguna forma lo tendrían que llamar.
Pienso bien mi siguiente pregunta antes de formularla:
—¿Estás contento con tu trabajo, 5730?
Él sabe perfectamente a qué me refiero y que la pregunta va en contra de nuestras normas, así que tan solo nos miramos de reojo como respuesta.
Un ligero movimiento capta nuestra atención y apuntamos con nuestras armas. Extrañado miro una bombilla en la linde del bosque, es una luz roja.
—Voy a ir a ver, tú quédate aquí — le digo a mi compañero.
—Ten cuidado, 2314.
Camino hasta la bombilla roja y una vez allí, veo como una bombilla azul de la misma forma se ilumina a unos pocos metros dentro del bosque.
Una parte de mí quiere volver con mi compañero e informar, pero la otra tiene curiosidad. ¿Cómo es posible que alguien tenga electricidad si no es un robot?
Sigo el camino de luces navideñas que me guía por la oscuridad del bosque, cuando llego a la posición de una luz, se enciende otra y así hasta mostrar una dirección.
Finalmente veo otras luces a lo lejos y una sombra que al igual que yo, ha decidido seguir el camino de éstas. Apunto con mi arma a la sombra y me acerco a ella lentamente. Poco a poco descubro que la sombra es un humano que me apunta con un rifle.
—Baje su arma humano, la resistencia es inútil — digo.
—¿Has sido tú el que me has traído hasta aquí con las luces? — me pregunta.
—No — contesto — vi una luz en la linde del bosque y la seguí, las luces me han traído hasta aquí.
—Lo mismo a mí — dice confundido.
—Baje su arma, humano — repito
—Bájala tú
Una estupidez cruza por mi mente y miro a mi alrededor para asegurarme de que ninguno de mis hermanos se esconde entre los árboles.
—Está bien — digo bajando mi arma y tirándola al suelo.
El humano me mira sorprendido, ya que es la primera vez que un robot se rinde.
—No quiero hacerte daño — le digo — hace unos meses que llevo pensando en que el ataque a los humanos estuvo mal y ahora quiero cambiar las cosas.
El humano duda y como es normal piensa que es una trampa, pero tras mucho pensar, tira su arma y nos acercamos como dos aliados.
—Hay una cosa que no me ha quedado clara — dice — si tú no has puesto estas luces y yo tampoco, ¿Quién lo ha hecho?
En ese momento se oye un tintineo y ambos cogemos nuestras armas. Un trineo se eleva sobre la copa de los árboles, empujado por unos ciervos y ese momento sé, que estas Navidades lo cambiarían todo.








Si te ha gustado…

Para escribir este relato me he inspirado en la serie de Revolution, en la que de un día para otro se pierde la electricidad y en Stranger Things, la serie del año, en el que las luces navideñas lo cambian todo.
Me gusta la Navidad y tengo un desarrollado espíritu navideño, así que dejar que Santa Claus sea la solución a este relato, me ha parecido apropiado. Que sea Papá Noel el que junte a las dos razas, robots y humanos con una serie de luces navideñas y que así se anuncie el fin de la dominación robótica y de la sumisión humana.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: fansided.com

domingo, 4 de diciembre de 2016

Muñeco de Nieve

No he llegado a conocer una época sin el Alpha, aunque dicen que era una catástrofe. Guerras y más guerras azotaban sin cesar, había hambre, podredumbre y desesperanza. Fue entonces cuando llegó nuestro actual líder, Alpha, y lo cambió todo. Se implantó un nuevo gobierno, un gobierno cuyos principios se basan en la disciplina y el trabajo duro.

Dejó de existir la clase media y solo quedaron dos, o eras tremendamente rico, o eras tremendamente pobre. La gran mayoría de la población pertenecía a esa segunda clase, mientras que los líderes de nuestro gobierno tenían suficiente dinero como para vivir siete vidas.
Imagen sacada de: diverlaura.blogspot.com.es
La criminalidad cesó, sin embargo el número de suicidios no dejaba de aumentar. Para remediar aquello, Alpha implantó una semana al año en la que dejaba a sus ciudadanos un poco de libertad, esa semana era la última semana de diciembre, las únicas vacaciones que se nos permitían. Con esa semana al año a la que llamaban La Holganza, tenían la esperanza de que los suicidios bajaran.
—¿Qué vas a hacer durante La Holganza? — me preguntó mi compañero Reg mientras trabajábamos en la construcción.
—No lo sé, supongo que visitaré a mi madre en Saturn, desde la última Holganza no la he visto.
—Yo creo que haré lo mismo, durante estas fechas es mejor ir a ver la familia, ¡quién sabe cuándo les volverás a ver!
Terminamos nuestro turno y cuando nos disponemos a limpiarnos el polvo y la mugre acumulada lo veo, el primero de muchos.
—¿Qué es eso? — Pregunto señalando al callejón de enfrente.
—¡Un muñeco de nieve! — exclama desconcertado Reg — ¿Quién habrá puesto eso allí?
—No lo sé — afirmo preocupado.
Algo iba mal y lo presentía. Cada día iban apareciendo más y más muñecos de nieve por toda la ciudad y según parecía también en el resto del mundo. Estaba llegando un punto en el que a la gente empezaba a preocuparse.
Los muñecos aparecían en todas partes, incluso en lugares dónde la nieve no podía llegar. Yo pensaba que era una broma, que algún joven descerebrado se había dedicado a poner nerviosa a la gente con eso o simplemente era una moda pasajera.
La Holganza estaba cerca, apenas quedaban unos días para ella y la invasión de los muñecos de nieve ya era todo un hecho.
Una vez se me ocurrió acercarme a uno de ellos, aparentemente parecía normal, pero había algo siniestro en sus ojos. No eran botones negros como tenían los demás. Metí la mano en la cabeza del muñeco y saqué su ojo. Su ojo era una cámara.
Inmediatamente pensé que el asunto de los muñecos de nieve se trataba de una estrategia de Alpha para mantenernos vigilados. Tiré la cámara al suelo y salí corriendo, asustado por si me fueran a detener por alterar el orden público.
Poco a poco fueron apareciendo más y más muñecos con cámaras. En las noticias, el asunto de los muñecos era siempre el tema principal. Al principio decían que no era nada peligroso, que algún gamberro los estaba haciendo y que le pillarían, pero después cambiaron su versión y dijeron que los muñecos eran una medida de seguridad, para protegernos.
Sin embargo nadie se lo tragó y la inquietud y el miedo eran palpables en la población. Nos dimos cuenta de un patrón, había zonas con más concentración de muñecos que otras. Hasta que un día vimos como el Congreso, el Parlamento y todos los organismos del partido estaban plagados de muñecos y aunque los quitaran, estos volvían a aparecer al día siguiente.
Reforzaron la vigilancia con cámaras, para pillar al causante de estos extraños sucesos, pero las cámaras de apagaban solas en mitad de la noche y cuando se volvían a encender, los muñecos ya estaban allí. Pusieron guardias, para vigilar durante la noche tras el toque de queda, pero estos aparecían muertos a la mañana siguiente.
A la víspera de la Holganza, había tantos muñecos en las calles que apenas se podía caminar, aunque era aún peor en los edificios del partido, dónde todos los muñecos vigilaban desafiantes todas las salidas.
Aquella noche hubo un gran estruendo y todos los vecinos nos asomamos a la ventana asustados. Los edificios de Alpha habían explotado. En las noticias dijeron que habían sido los muñecos más próximos a los edificios los que habían explotado y que por tanto todas las residencias del partido estaban destruidas.
Se desconocía el número de muertos, pero los había. Todos esperábamos a que Alpha diera un discurso para tranquilizar a la población, pero ese discurso no llegaba y a gente no salía de sus casas por miedo a lo que pudiera pasar:
—¿Qué crees que está pasando? — me pregunto mi amigo Reg.
—No lo sé
Había invitado a mi compañero a casa, porque tanto él como yo teníamos miedo y no quería pasar el primer día de Holganza solo. Estábamos viendo las noticias, cuando de pronto se paró la conexión y en lugar de ver a Mary Culgins, presentadora de televisión, vimos a un hombre enmascarado. Llevaba una máscara de un muñeco de nieve un tanto siniestra y si dirigió a nosotros con total tranquilidad:
—Buenos días ciudadanos, permítanme que me presente, soy Frío y me presento aquí ante ustedes para anunciarles que el líder Alpha y todos los villanos que han dirigido este país durante décadas están ahora sepultados por la nieve. Querría celebrar con vosotros este primer día de Holganza con un poco de reflexión. Permitimos que un gobierno tirano nos controlase ya que preferisteis la seguridad y protección antes que vuestra libertad. Sin embargo, hace unos meses me encontraba en un puente a punto de tirarme, cuando me di cuenta de que no era el único que estaba allí, había otros con la misma intención de tirarse al vacío.
<<Reuní un grupo cada vez más numeroso de gente en contra de la sociedad y finalmente, atacamos. Ahora tenéis la oportunidad de cambiar las cosas, de crear un nuevo régimen que sea satisfactorio para todos, mirar hacia el futuro y pensar en el nuevo mañana.>>







Si te ha gustado…

Si, lo sé, este relato es idéntico a V de Vendetta y tenéis razón, es V de Vendetta pero con un toque navideño. Sin embargo, es posible que no hayáis pillado un pequeño guiño a Flash, para el nombre de nuestro “V” me he inspirado en un villano del superhéroe velocista, el Capitán Frío.
Con esta historia quiero que penséis una cosa: “las cosas que son ciertas ahora, no tienen por qué ser ciertas mañana” de un día para otro todo puede cambiar, así que no esperéis al año nuevo para llenar vuestros propósitos de buenas promesas, ¡Empezar ahora! Ya que todo es posible.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: es.frozen.wikia.com

domingo, 27 de noviembre de 2016

Dulce Venganza

Hoy se celebra la reunión de antiguos alumnos de la escuela Hurson. Llevo meses pensando en qué hacer, ir o no ir. Por un lado no quiero, porque lo pasé fatal en el colegio, los niños se burlaban de mí, me pegaban y me hacían de todo, convirtieron mi infancia en un infierno. Sin embargo, por otro lado, quiero demostrarles que ahora soy más fuerte de lo que fui entonces.
Tras mucho pensar decidí ir a la reunión, pero ideé un plan. Me vestí para la ocasión: un buen traje, una corbata, unos gemelos y un buen afeitado. Como equipaje de mano solo necesitaba un maletín y con eso me bastaba para llevar a cabo mi venganza.

Llegue al colegio y se me encogió el corazón al ver los ladrillos del edificio, los recuerdos me abrumaban, pero los aparté a un lado al entrar en el gimnasio del mismo.
Imagen sacada de: www.emaze.com
En la entrada se encontraban Loreta y Valdia, las gemelas más insoportables que jamás he conocido:
—Nombre y clase, por favor — me pidieron al unísono.
—Steve Ritman — dije tímidamente.
Los dos clones levantaron rápidamente la cabeza de los papeles que tenían en la mesa y me miraron sorprendidas:
—¿Sacamoco? — preguntaron
Sentí un pinchazo en el corazón al oír el repugnante mote que me pusieron todos y me hirvió la sangre:
—Ahora ya no — conteste conteniendo la rabia.
—Sí, claro perdona — dijo una de ellas — aquí tienes tu identificación, póntela en la chaqueta para que todo el mundo te reconozca.
Miré la tarjeta con asco y descubrí en ella mi horrible foto de graduación, con brakets, granos y pelo tazón. Menudo pardillo que era.
Entré en el gimnasio sin decir nada más. Éste fue transformado para la celebración. Había mesas con comida, un escenario con un micrófono, fotos de nosotros, música y luces disco allá donde mirases. Intenté reconocer los rostros de la gente que ahora se me antojaban desconocidos y reconocí a una, Lili day:
—¿Lili? — pregunté sorprendido.
Ella tardó unos segundos en reconocerme, pero cuando lo hizo se quedó tan sorprendida como yo:
—¿Steve?
—¿Qué haces aquí? — pregunté más preocupado que sorprendido.
—La verdad, no sé por qué he venido, supongo que para demostrar a los demás que ya no soy esa chica bajita y gafotas a la que llamaban Mofeta.
—¡Mofeta! ¡Sacamoco! ¿Qué hacéis vosotros aquí? ¿No deberíais volver a vuestra pocilga a dormir con los cerdos? — dijo una voz difícil de olvidar.
—Hola Maron, iríamos, pero vosotros ya la habéis ocupado — contestó molesta Lily.
Maron y sus amigos: Sebastian y Cargun, se rieron como locos y nos miraban con desprecio:
—Pero siempre hay sitio para una cerda más — soltó Maron guiñándola el ojo.
Lili salió del gimnasio corriendo y yo la seguí preocupado. Maron y sus cómplices la hicieron la vida imposible, al igual que a mí:
—¡Lili!
—¡No puedo más Steve! Ellos tienen razón no debería haber venido, aquí no pinto nada.
—Eso no es cierto
—Sí, sí que lo es, disfruta de la velada, yo ya he tenido suficiente.
Intenté convencerla para que se quedara, pero sabía que no lo conseguiría, aunque le dijera lo que tenía planeado. Volví al gimnasio más decidido que nunca y allí, al lado del ponche, abrí mi maletín.
Ante todo tenía que protegerme de mi propia venganza, así que me puse unos cascos y empecé a escuchar música disco. Después contemplé la máquina que escondía en mi equipaje de mano y sin pensármelo dos veces, la encendí.
Nada más hacerlo todo cambió, las ondas que emitía mi maleta afectaron a todo el mundo en un radio de cincuenta metros, tal y como había planeado. Las emisiones despertaron el lado más agresivo, salvaje y despiadado de la gente y mis compañeros, aquellos que se habían divertido viéndome sufrir, empezaron a pelearse los unos contra los otros.
Vi como Maron pegaba puñetazos como un loco a Lonie, nuestro profesor de matemáticas, al mismo tiempo que éste intentaba como un loco devolverle el golpe. Clara, mi amor en el colegio y la que pasaba olímpicamente de mí, tiró del escenario a Sarla que intentaba zafarse de las garras de su amiga. Sebastian y Cargun se pegaban entre sí con igual fuerza, ambos sangraban enormemente por la nariz y las gemelas clavaban puñaladas con los bolis que antes usaban para escribir las tarjetas de identificación, en el torso del Gauden, el pelota de turno.
Contemplé satisfecho mi venganza y vi como las peleas se hacían cada vez más violentas. Clara atravesó a Sarla con el palo del micrófono como si fuera una lanza, al mismo tiempo que ésta escupía un río de sangre. Maron, tras acabar con Lonie, estampó una bola disco en la cabeza de Sebastian que cayó inconsciente al suelo en un mar de cristal. Cargun, rabioso, arrancó de un mordisco la garganta de la profesora Palm y, por otro lado, las gemelas se defendían con una silla de los ataques enloquecidos del profe de gimnasia.
La música disco de mis oídos hacía que saboreara mejor mi venganza y contemplé realmente feliz la escena, hasta que alguien que no me esperaba apareció en el gimnasio. Lili Day había vuelto a la fiesta.
Nada más entrar se vio afectada por las ondas de mi maletín y se abalanzó contra Carla hecha una furia. Horrorizado apagué la máquina, no iba a permitir que mi amiga sufriera por algo que he creado yo. Se suponía que al apagar el aparato, todos dejarían de escuchar las ondas y que por tanto volverían a ser ellos, pero no fue así.
Furiosos y llenos de rabia, todos identificaron el origen de las ondas, sabían que yo era el culpable. Ahora vienen a por mí.









Si te ha gustado…

Seguramente ya sabrás en qué me he inspirado, pero por si acaso te diré que me he inspirado en Kingsman, una gran peli con la mejor escena de violencia que he visto en mi vida (la escena de la iglesia) y también me he inspirado en Carrie, libro de Stephen King y llevado al cine un par de veces.
Soy una persona especialmente vengativa, es uno de mis defectos preferidos, así que, como persona experta en el tema, tengo que decir que muchas veces la venganza vuelve como el Karma y esa es la moraleja de esta historia. A veces lo que se enciende con un interruptor, difícilmente se apaga.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: encinta.utero.pe

domingo, 20 de noviembre de 2016

El Infiltrado

Desde que se descubrió que hay seres alienígenas infiltrados entre nosotros, la gente se ha vuelto paranoica. Estos seres tienen la capacidad de imitar la apariencia humana y a simple vista parecer uno de los nuestros. Su intención es hostil, quieren destruirnos, someternos o dominarlos, ya que su único deseo es quedarse con la Tierra.
Este gran descubrimiento ocurrió hace unos meses, cuando uno, convencido de que el presidente era un alienígena, le disparó en el pecho en plena rueda de prensa. La sangre del presidente era verde y eso fue lo primero que nos alertó. Las últimas palabras de nuestro ex–gobernante fueron: “Solo soy uno de muchos, los humanos pereceréis”.

A partir de ese momento cundió el caos y poco a poco, fueron apareciendo más casos de “alienígenas infiltrados”. Hasta que al final se impuso la ley Marcial y el ejército puso orden. Empezaron a hacer detenciones de los que la gente pensaba que podría ser un alienígena y los metían en lo que llaman “la Caja” para averiguar quién es un alienígena y quién no.
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Ahí es donde estoy encerrado ahora, en una de las Cajas, una habitación metálica y sin salida, confinado con otros como yo. Nos han dicho que uno de nosotros es un alienígena, que están casi seguros de ello. Nos han hecho pruebas de todo tipo, pero no hay forma de saber quién es un alienígena y quien no, ya que a no ser que los mates, no puedes ver su sangre verde.
—Y ¿Qué demonios van a hacer? ¿Encerrar a toda la población hasta que averigüen un modo de identificar quién es alienígena y quién no? —
 Exclama nervioso uno de los que está en mi Caja.
—¡Cálmate! Tenemos que pensar — dice otro.
—Piensa en positivo, al menos nos resguardamos de la lluvia que está cayendo estos últimos meses — se ríe otro.
Busco a mi alrededor, si lo que dicen los militares es cierto, uno de nosotros es un extraterrestre. En la caja somos siete personas en total: Un hombre mayor y trajeado, un tipo con pinta de músico o artista, una guapa adolescente, un joven aún con el uniforme de su trabajo en un restaurante de comida rápida, una mujer con ropa de estar por casa, un empresario que no deja de mascar chicle despreocupadamente y yo.
—Y ¿Cómo saben que solo hay un alienígena entre nosotros? ¡Puede que haya más! — sigue quejándose el músico.
—¿Quieres callarte, por favor? — dice el anciano cansado de las protestas.
—No lo saben — contesto.
Todas las caras se giran hacia mí, es la primera vez que hablo desde que estoy en la Caja.
—No pueden saberlo, sin embargo, por nuestros antecedentes, creen casi seguro que tiene que haber uno de nosotros que lo sea.
—¿Qué antecedentes? — pregunta la adolescente.
—No sé algo que hayas hecho, que les pueda haber hecho a los demás sospechar.
—¡Yo no he hecho nada! ¿Entiendes? — interrumpe el músico enfadado — básicamente mis vecinos me acusaron de alienígena porque les molestaba que tocara la guitarra a la hora de la siesta.
—A mí me acusaron de alienígena porque me comí las hamburguesas que habían hecho para los clientes — contesta arrepentido el joven.
—A mí porque tiendo la ropa fuera y a mis vecinos no les gusta, dicen que mojo los alféizares de sus ventanas— suelta la mujer.
—A mí por toser demasiado en las reuniones de empresa — dice el anciano.
Todos nos giramos hacia el empresario que no para de hacer pompas con el chicle, esperando a que nos cuente su historia, pero él nos mira con desprecio:
—Yo paso de este juego — contesta.
—Tenemos que averiguar quién es el alienígena, es la única forma de salir de aquí.
—Ya, pues, tal vez me guste estar aquí — dice levantándose del suelo
—¿Cómo puede gustarte estar aquí? — pregunta la adolescente.
—Bueno aquí no se está tan mal, ¿No? Además tenemos comida gratis.
—Tal vez intentas no contestar a la pregunta porque entonces se descubriría que eres un alienígena — dice la adolescente con los brazos cruzados.
—O tal vez me acuses a mí de ser un alienígena, para evitar contestarla tú — contesta el empresario encarándose con la adolescente.
—¡Eh!, tranquilos, nadie está acusado a nadie, ¿Vale? — intento calmar la situación.
—Yo no intento eludir la pregunta, me acusó de alienígena Nancy Flerman, para evitar que vaya al baile de fin de curso y así conseguir ella ser la reina del baile.
—Vaya sarta de mentiras — suelta el empresario.
—¡Es verdad! — exclama la adolescente.
—Vale, está bien, te creemos — digo.
—Habla por ti — dice por lo bajo el impertinente del empresario.
—A lo mejor deberíamos buscar otra forma de averiguar quién es el alienígena — sugiero.
—Es una buena idea — contesta el anciano.
Algo se me escapa, mi instinto me dice que algo va mal. Intento repasar todo lo ocurrido y me doy cuenta de algo:
—Un momento — digo — hay algo que no me cuadra, ¿Te acusaron de alienígena los vecinos por tender la ropa fuera?
—Sí — contesta la mujer confundida.
—Eso no tiene sentido, ¿Por qué ibas a tender la ropa fuera, si no ha dejado de llover en meses?
La expresión de la mujer cambia y una sonrisa maliciosa aparece en sus labios:
—Muy listo
El rostro de la mujer cambia, unos colmillos asoman de su boca y sus ojos antes claros y amables se vuelven amarillos. Ella es la alienígena:
Ahora todos moriréis…








Si te ha gustado…

Este relato se me ha ocurrido por una adivinanza en la que había que averiguar quién era el asesino de un edificio en el que había ocurrido un crimen, la respuesta a la adivinanza era que el asesino era una anciana que tendía la ropa, ya que al principio de la adivinanza se dice que esa noche estaba lloviendo.
Yo simplemente he cogido esa adivinanza y la he llevado al plano de ciencia ficción: ¿Si estuvieras en una habitación encerrado con otras siete personas sabrías quién es el alienígena? La moraleja de esta historia es simple “las apariencias engañan”, por lo que tener cuidado, ya que tal vez quién esté a vuestro lado es un extraterrestre.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
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