Es mi cumpleaños y
por ello mis amigos me han preparado algo muy especial, una zombie survival.
Nunca he hecho nada parecido, pero siempre he tenido curiosidad por hacerlo. El
juego consiste en lo siguiente, un grupo de gente se va a las afueras de un
pueblo o cualquier otro sitio escogido por el organizador y allí un grupo de
maquilladores dividen este primer grupo en zombies y humanos, los maquilladores
los caracterizan como el grupo que les haya tocado todo lo bien que pueden, sin
embargo, si eso no es suficiente les ponen un pañuelo amarillo en el brazo a
aquellos que sean humanos y un lazo rojo a aquellos que sean zombies.
—¿Qué grupo quieres ser? — me
pregunta mi amigo Sergio.
—Creo que empezaré siendo humano y
luego ya veremos — contesto riéndome.
Pasamos la tienda
de maquillaje, donde un grupo enorme de no muertos se preparan para el juego y nos
vamos a la tienda de armas, donde los organizadores nos dan las pistolas de
pintura y un mapa para ubicarnos en este pueblo casi despoblado.
—Bueno, ¿qué hacemos? — pregunto.
—Vamos a dar un paseo por el
pueblo, ¡hay que conocer el campo de batalla! — se ríe Álvaro.
El pueblo es viejo
y sus casas están casi en ruinas, sin embargo, aún hay gente viviendo en ellas.
En una de las ventanas de una casa cercana veo como una señora cierra las
cortinas al vernos asustada.
—¡Eh! ¿habéis visto a esa señora?
Parecía que tenía miedo — comento.
—Bueno, piénsalo desde su punto de
vista, nosotros no somos más que unos forasteros invadiendo sus calles y
¡encima disfrazados de zombies! — contesta Álvaro.
—Ya, eso es cierto, pero esto de la
zombie survival les beneficia, hace que la gente vaya a su pueblo que está
prácticamente despoblado e incrementa los beneficios de las tiendas cercanas —
replico.
—Sí, eso también es cierto, pero no
dejamos de ser unos jóvenes locos corriendo por sus calles con pistolas de
pintura — se ríe Sergio.
—¡Eso es verdad! — me río con él.
El juego comienza
y en el camino nos encontramos con varios zombies. No había corrido más en mi
vida. Sin dejar de disparar los zombies nos sorprenden al doblar una esquina y
uno de ellos “ataca” a mi amigo Sergio.
—Bueno chicos, voy a convertirme en
zombie a la tienda de maquillaje — dice riéndose.
—¡Luego no vengas a por nosotros! —
exclama Álvaro.
—¿Bromeas? ¡es lo primero que voy a
hacer!
Nos despedimos de
Sergio y seguimos jugando, Álvaro y yo nos lo estamos pasando como nunca,
disparando a los no muertos con pintura y corriendo de un lado para otro. Es
entonces cuando nos encontramos con Sergio, un Sergio zombie.
—¡Hombre, Sergio! ¡ya nos
preguntábamos cuando vendrías! — exclama Álvaro.
Sergio no
contesta. Le han caracterizado extraordinariamente bien, con la piel casi
traslúcida, lentillas rojas de color y sangre falsa en la mejilla.
—¿Sergio? — pregunta Álvaro un poco
preocupado.
—¡Se está tomando su papel en
serio! — me río con Álvaro
Sergio permanece inmóvil,
mirándonos, por lo que decido darle emoción a la situación y le disparo con mi
pistola de pintura, Sergio apenas se inmuta.
—¡Bang! ¡estás muerto! — me río
tras dispararle.
Nuestro amigo
sigue sin reaccionar.
—¿Sergio? — pregunto preocupado.
En ese momento
sale corriendo a por nosotros emitiendo un gruñido extraño, casi gutural y
nosotros salimos corriendo, en teoría y según las reglas del juego, Sergio
había perdido la partida, sin embargo, sigue persiguiéndonos.
De pronto Álvaro
se tropieza y cae al suelo, cuando me doy cuenta y me giro, descubro a Sergio
arrancándole la garganta a Álvaro de un mordisco.
—¡No! — exclamo aterrado.
Salgo corriendo
por todo el pueblo, estoy muerto de miedo y no sé qué pensar, acabo de ver a mi
amigo matar a mi otro amigo. En el camino me encuentro a otros zombies y
reconozco ese sonido casi gutural que emiten como el sonido que hacía Sergio
antes de matar a Álvaro, por lo que sigo corriendo.
No sé a dónde ir y
no me fío de nadie, por lo que me dirijo corriendo al campamento de maquillaje
y armamento, a los organizadores. De repente alguien me agarra del hombro y me
mete en una casa, es la misma anciana que vi al empezar el juego, la misma que
cerró las cortinas.
—¿Estás vivo? — me pregunta
apuntándome con una linterna a los ojos.
—¡Si si lo estoy! — exclamo
cerrando los ojos por la molesta luz — ¿qué demonios está pasando?
La anciana apaga
la luz y en la penumbra vuelve a acercarse a la ventana y a observar la calle.
—Esto no es un juego — dice — es un
experimento.
—¿Qué quiere decir? — pregunto con
un nudo en la garganta.
—El gobierno ha encontrado un virus
mortal que transforma a la población, pero para demostrar su eficacia necesitan
realizar una prueba, esta prueba, vosotros no sois más que sus conejillos de
indias.
—Eso no puede ser — digo sin querer
creérmelo.
—Debemos salir de aquí, tus amigos
te han seguido.
Miro por la
ventana y compruebo que efectivamente mis amigos avanzan hacia la casa de la
anciana, ambos convertidos en zombies.
—¿Tienes algún plan? — pregunto
asustado.
—Mi coche está en la otra acera, es
ese Toyota rojo.
El coche que me
señala está a apenas unos pasos de nosotros, si nos lo proponemos podremos
conseguirlo.
—¡Vamos!
Salimos de la casa
y nada más hacerlo una horda de zombies echa a correr hacia nosotros. Álvaro
llega primero y se abalanza sobre mí, escupe sangre por la boca y sospecho que
no es suya, grito y forcejeo pidiendo ayuda y es la anciana la que consigue quitármelo
de encima.
Entramos en el
coche a toda prisa y cerramos las puertas, los zombies rodean el coche, pero
sorprendentemente consigo mantener la calma lo suficiente para arrancar el
coche, me llevo por delante a Sergio y no miro atrás.
—¡Nos los hemos quitado de encima! —
grito casi emocionado.
—No cantes victoria aún — contesta
la anciana desde el asiento del copiloto — aún tenemos que conseguir salir del pueblo
y el pueblo está rodeado de agentes.
Atravieso el
pueblo pasando por la tienda de maquillaje y la de armamento, éstas están ahora
desiertas y me doy cuenta de que la anciana tenía razón. A las afueras del
pueblo los vemos, agentes y soldados rodean el perímetro, sin pensármelo dos
veces acelero. No tardan en darse cuenta de mis intenciones y me piden por el
megáfono que retroceda, lo ignoro.
Me niego a ser su
rata de laboratorio, acelero aún más y me llevo por delante la verja metálica,
los coches de policía me siguen, pero les esquivo.
—Un momento — digo mientras sigo
intentando escapar de la zona afectada e intentando huir de los polis que nos
siguen — si sabías todo esto, que iban a hacer un experimento con nosotros y
que iban a extender un virus, ¿por qué te quedaste?
—Porque ya estaba afectada.
La miro aterrado y
descubro como sus ojos se han vuelto rojos, su piel casi translucida marca sus
venas y en su muñeca una herida abierta no deja de sangrar, la han mordido.
Me muerde más
rápido de lo que pensaba y en mis últimos segundos de vida pienso que ha
conseguido lo que quería, extender el virus más allá de la zona protegida.
Si te ha gustado…
Para escribir esta
historia me he inspirado en las famosas zombie survival, siempre he querido
hacer una, pero nunca he tenido oportunidad, me planteé qué podría salir mal de
un juego así y de ahí, escribí este relato.
La moraleja de
esta historia es la siguiente: “no te fíes de nadie y menos de una anciana
simpática que parece saberlo todo”.
Dicho esto, espero
que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y
opiniones al respecto.
Y un saludo de
Silvia!!
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