domingo, 24 de diciembre de 2017

ESPECIAL NAVIDAD: Valquiria Sádica

Espero en mis aposentos la llegada del Fango, si los rumores son ciertos, tal vez ese despojo humano podría ayudarnos a llegar hasta el Hombre de Nieve.
—Valquiria Sádica — me saluda mi guardia dándose un golpe en el pecho — lo que pediste.
—Cierra la puerta al salir — le ordeno.
Mis guardias meten al Fango dentro de la habitación y tal y como les he ordenado cierran la puerta dejándonos solos.
—Corrígeme si me equivoco, pero tú eres Roger Dax, aquel que dicen que salvó la ciudad de Jetis tres lunas atrás, con la sola ayuda de un bazuka Targoláser y un paquete de cigarrillos, ¿es cierto? — pregunto al extraño.
—Veo que me tenéis vigilado.
—La niña a la que salvasteis era mi sobrina Nala — contesto — por eso sé quiénes sois. También he oído que habéis salvado a uno de mis Trasos, por ello te doy las gracias.
El forastero me corresponde con un ligero movimiento de cabeza y con ello doy por finalizada las alabanzas y me centro en mi objetivo:
—Tengo planeado traicionar al Emperador Nocrum, mañana un convoy nos espera, la misión no es otra que recoger suministros, pero nunca realizaremos tal tarea. Iremos al norte, allá donde los hombres no se atreven a cruzar y más allá hallaremos al Hombre de Nieve.
—¿Quién es el Hombre de Nieve? — pregunta Roger.

—Nuestro salvador, el único hombre al que teme el Emperador Nocrum, gracias a su ayuda podremos liberar a los ciudadanos de una vida de esclavitud.
Imagen sacada de: www.youtube.com
—¿Esclavitud?
—Sí, esclavitud. El Emperador les ha condenado a todos, obliga a las mujeres a dormir en su cama, a los hombres a cultivar y trabajar para él y a los críos a alistarse en su ejército, ya que si no lo hacen, son expulsados de Inferno y con ello la muerte helada les aguarda. Yo pienso liberarles, ¿estás conmigo?
—Yo no estoy de parte de nadie, solo he venido hasta aquí porque Traso Iníca me dijo que me recompensarían por salvarle.
—Y recibirás tu recompensa, pero antes necesitamos tu ayuda, los ciudadanos necesitan tu ayuda.
—Ese asunto no me concierne — dice abriendo las puertas de mis aposentos de nuevo.
Le sujeto por la espalda impidiéndole salir y hago que mire a los ciudadanos que trabajan día y noche sin descanso por refugio.
—¡Míralos! — exclamo — si te vas, les abandonaras a todos a su suerte y ese no es el Roger Dax del que he oído hablar.
Roger se les queda mirando a todos por un segundo y puedo ver en sus ojos cómo cambia de opinión. Se gira hacía mí y asiente con la cabeza, aceptando así mi propuesta.
Al día siguiente el convoy nos espera, tal y como predije. Esta vez nos acompañan cuatro tanques de guerra, siete furgones de asalto, diez motos de hielo y mi monster truck.
—¡Sádica! — me llaman mis hermanas Valquirias.
—Buena caza — me dice Navaja.
—Esperemos que no te desvíes de la ruta — dice Sangre con odio — si lo haces, ya sabes a quién enviará Nocrum a recuperar su mercancía.
—Soy consciente de ello — digo antes de irme.
Sangre y Navaja tienen ideas distintas de las mías, para ellas Nocrum puede hacer lo que sea con los ciudadanos ya que es el Emperador.
Arranco el motor de mi todoterreno y espero a que los primeros furgones salgan del túnel. Roger Dax es mi copiloto, no dice nada, es tan silencioso como siempre, pero no hemos venido aquí a hablar.
Salimos de la fortaleza de Inferno y nada más hacerlo el viento nos azota, el frío congela nuestros cristales pero pronto se calma todo, cuando el calor del interior del vehículo aparta el hielo de las ventanas. Vamos más rápido de lo permitido y puedo sentir como Sangre y Navaja afilan sus cuchillos esperando a que traicione a nuestro líder.
—¡Sádica! — me llama Traso Iníca — tenemos compañía, tus hermanas nos siguen.
—Era de esperar.
Acelero el motor y conduzco a mi ejército hacia el norte, por las montañas heladas. Ya no hay marcha atrás, todo el mundo sabe que no hay comida al norte, mi traición al Emperador ha quedado al descubierto.
Los cuernos de guerra de mis hermanas empiezan a sonar, vienen a por mí. Los primeros en llegar son sus motos de hielo, lanzan sus estalactitas y estalagmitas contra mis ruedas, con la esperanza de pincharlas.
Mis furgones de asalto no tardan en responder, atacan a los motoristas con bolas de nieve ácidas y más de una moto acaba hundida en la nieve.
Vamos más rápido, aceleramos aún más y conseguimos sacar a las Valquirias cinco minutos de ventaja. Nos pisan los talones y para colmo, por algún extraño motivo, Sangre ha conseguido que nuestro líder le deje conducir su más valioso bien, el Perforador Trineo, una máquina de guerra extraordinaria y la más rápida del mercado. A Sangre solo le consigo sacar dos minutos de ventaja.
—¿Quién conduce esa monstruosidad? — pregunta Traso Iníca.
—Valquiria Sangre — contesto sin apartar los ojos del camino helado.
—Y, ¿te llevas bien con ella? — pregunta con cierto aire de pánico.
—Tenemos nuestras discrepancias…
Veo por el retrovisor como Sangre le roba a uno de sus motoristas una estalactita y me apunta con ella con odio. Antes de poder reaccionar, Sangre lanza la estalactita y ésta se clava de tal forma que me frena en seco.
Veo como mi ejército sigue la ruta sin mirar atrás, tal y como les ordené, no se recoge a nadie, ni siquiera a mí. El ejército de mi hermana está a punto de llegar, ya oigo sus gritos de júbilo y sus ganas de matar. Tan solo espero que mi equipo lo consiga ya que yo no podré seguirles.








Si te ha gustado…

La continuación de este Especial de Navidad lo he centrado en Valquiria Sádica, la segunda protagonista de la historia y sus intenciones de salvar a su pueblo de una tiranía.
Pronto descubrirás el final de la historia y con ello, el destino de nuestros dos protagonistas, ¿conseguirán su objetivo o Valquiria Sangre se cebará con ellos?
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: www.mastibite.com

domingo, 17 de diciembre de 2017

ESPECIAL NAVIDAD: Inferno

Contemplo el infinito mar blanco de nieve tras la ventana de mi coche, es inútil, el motor está roto, este coche no volverá a arrancar. Los copos de nieve se pegan al cristal de mi ventana, como estrellas en el firmamento augurando mi destino. Si salgo moriré congelado y si me quedo sucederá lo mismo.
No se ve ni un alma en kilómetros, ni humo de población en el horizonte, estoy atrapado y a menos que venga el misericordioso a salvarme, estoy perdido.

Una vez más, un último intento, giro la llave del coche y el motor empieza a chillar como si una uña rasgara una pizarra, quito la llave del contacto con amargura, es el fin.
Imagen sacada de: echauncable.e
A pesar de tener la llave entre los dedos, el chirrido no cesa y no tardo en darme cuenta de que el sonido no procede de mi coche. Miro hacia atrás más con miedo que con esperanza, dos tanques de guerra, cuatro furgones de asalto y al menos un millar de motos de hielo, vienen a por mí.
Cojo todas mis pertenencias, entre ellas, el bazuca targoláser y me oculto tras la primera montaña de nieve que veo. Apunto con mi bazuca a mis enemigos y les observo por el visor. Hace mucho frío y el pulso me tiembla, ahora sí que siento haberme dejado los guantes en Jetis.
Al poco de observarles me doy cuenta de que no me persiguen a mí, sino a un pobre diablo que huye despavorido de la Patrulla. El desgraciado apenas le queda aire en los pulmones para seguir corriendo, por ese motivo, se alegra tanto de ver mi coche.
Una parte de mi piensa en abandonarle a su suerte, los asuntos que ese hombre tenga con la Patrulla no son mi problema, pero la otra parte no puede evitar ponerse en su lugar.
Tengo que pensar rápido, el hombre ya ha llegado a mi coche y no tardará en darse cuenta de que no arranca.
—Mierda — digo para mí.
Salgo de mi escondite y me siento en el asiento del copiloto.
—¡Joder!, ¿Quién demonios eres tú? — grita el desgraciado.
—El coche no arranca, tenemos poco tiempo — digo rompiendo el cristal frontal del coche — sal por aquí y arrástrate por el suelo hasta llegar a esa montaña de allí, yo voy en un segundo.
—¿Y tú qué vas a hacer? — me pregunta asustado.
—Volar este sitio — contesto poniendo las cargas en el asiento trasero —¡Vamos!
El desgraciado me hace caso, sale por la parte frontal del coche como le he dicho y repta hasta mi anterior escondite. La Patrulla está a punto de llegar, tengo que darme prisa, conecto los cables y salgo por encima del volante como ha hecho mi compañero. Ya lejos del alcance de mis enemigos espero.
Las motos son las que llegan primero, rodean el coche a la espera de que lleguen sus amigos, tal y como sospechaba, piensan que mi compañero está dentro. Empiezan a disparar y a llenar mi coche de agujeros de bala, una rueda se deshincha y el ruido de los cristales rotos rompe la calma invernal.
Cuando los cargadores se vacían y el silencio y el frío vuelven a reinar en el ambiente, los ojeadores empiezan a investigar, se acercan al coche a la espera de encontrar un cadáver, pero el cadáver que encontraran será el suyo. Aprieto el detonador de mis cargas y el coche sale volando por los aires, llevándose consigo las vidas de mis enemigos que ahogan sus últimas palabras en gritos.
—¡Wow! ¡ha sido increíble! — chilla mi compañero — ¡gracias amigo! ¡un millón de gracias! ¡me has salvado la vida!
—No me has dejado elección, ese era mi coche.
—¡Te lo compensaré! ¡claro que te compensaré!
Salgo de nuestro escondite y examino los restos en busca de algo útil.
—Vengo de Inferno, ¿lo conoces? Es un paraje subterráneo, allí donde todavía hay calor, si vamos allí mi jefe, el Emperador Nocrum, te recompensará con creces haberme salvado.
Una de las motos de hielo funciona, tiene gasolina y el motor ruge como un león.
—Sube — le digo a mi compañero.
No tarda en obedecerme y juntos atravesamos el horizonte blanco sin mirar atrás. De vez en cuando se ve alguna que otra ruina del mundo antiguo, el esqueleto de algún que otro rascacielos o vehículos ocultos bajo la nieve, ¿quién iba a decir que se acabaría jodiendo todo tanto?
Inferno está bajo los túneles del metro y dentro un gran ejército nos aguarda.
—¡Alto ahí! — nos grita un guardia — ¿quiénes sois?
—Traso Iníca — se presenta mi compañero — del ejército de Cánibal Igor de la compañía de la Valquiria Sádica.
—Camarada — se presenta al guardia dándose un golpe el pecho.
Iníca le corresponde con el mismo golpe en el pecho y el guardia no tarda en posar su mirada ante mí.
—¿Quién es el Fango? — pregunta señalándome.
—Un héroe, me ha salvado de la Patrulla, Cánibal estará ansioso de conocerle.
El guardia nos deja pasar y ya dentro, empiezo a preocuparme.
—¿Quién es toda esta gente? — pregunto.
—Ahora mismo estamos en Inferno, el oasis poblado del Emperador Nocrum, nuestro líder, nosotros somos su ejército, conseguimos suministros y alimentos para todos los que podemos acoger. Las tres Valquirias de Inferno son las líderes supremas, yo estoy bajo las órdenes de Sádica, la más fiera de las tres. Los Cánibals son nuestros jefes directos y nosotros, los trasos, somos los soldados.
Todo un mundo subterráneo se abre ante mí, toda una civilización, tal vez este podría ser mi sitio, el lugar tranquilo que siempre he deseado.
—Mira — me señala Iníca — ahí están las Valquirias, la rubia, es Sangre, la morena se llama Navaja y la pelirroja es…
—Sádica — contesto.
La Valquiria me mira, me observa entre la multitud y aunque tendría que ser imposible fijarme en mí con toda la gente que me rodea, sé que me está mirando. Le susurra algo a su guardia más cercano sin dejar de mirarme. Algo se cuece en este sitio, algo que pronto averiguaré.









Si te ha gustado…

Espero que hayas disfrutado de esta primera parte de una historia de tres relatos. En este Especial de Navidad, he decidido orientarlo a una sociedad postapocalíptica dominada por la nieve y el frío, aunque la verdadera trama de la historia está aún por salir, me pareció adecuado empezar introduciendo a nuestro “héroe” y su origen desconocido.
Para escribir esta historia me he inspirado en Mad Max, pero dándole un toque navideño (a lo mejor ya te habías dado cuenta de ello).
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: masqua.ca

domingo, 10 de diciembre de 2017

La Aldea

Otro año más al lado de este pastor inútil, ¿quién en su sano juicio le dijo que hacían gracia sus chistes malos? Cada año pido y suplico que me cambien de sitio, pero no hay manera, siempre acabo al lado de sus apestosas ovejas que no paran de cagarse por todos lados.
—¡Eh David! ¿se puede saber qué te pasa? ¡alegra esa cara que es Navidad! — me dice mi amigo Ismael.
—¡Otro año más al lado de este payaso y dejo que los romanos me maten! — contesto.
—David, piensa que podría ser peor… ¡mira a ese pobre de ahí! — me dice señalando a uno de los hombres de la aldea.
Miro en la dirección que su mano me indica y frunzo el ceño al descubrir al desgraciado del pueblo.
—¿Te refieres al Cagón? — pregunto.

—¡Sí! Ese pobre se pasa todas las navidades en cuclillas, enseñando el culo a todo el mundo, ¡es el hazmerreír de todos!
Imagen sacada de: citywallpaperhd.com
Mi ceño se torna en tristeza y mis hombros se relajan al ver al pobre desdichado que nunca termina de cagar.
¡Ayudarme! — suplica en la lejanía.
Pienso en su situación y luego en la mía y llego a la conclusión de que no es justo para ninguno de los dos.
—¡Me da igual! — le grito a Ismael — sí, es cierto, lo suyo es una injusticia, pero lo mío también y no pienso quedarme de brazos cruzados esta vez.
—Pero… — me mira sorprendido mi amigo — ¿y qué vas a hacer?
—Cuando los dioses no miren, cuando las estrellas se apaguen y el sol caiga, me moveré.
—¿Moverte? ¿estás loco? ¡los dioses lo descubrirán! Y ¿a dónde irías?
—Quiero ver a Eva
—¿La pastorcilla del río?
Eva, la pastorcilla más guapa de toda la aldea, la que siempre observo, pero nunca me atrevo a hablar con ella, siempre está lavando la ropa en el río y ocupada con las tareas que su padre, el herrero, le pide.
Ella es guapa, de cabellos dorados como el sol y ojos azules como los zafiros, ella es Eva.
—De este año no pasa Ismael, este año es mi año y juro por los dioses que conseguiré hablar con ella.
Mi amigo trata de convencerme de que no lo haga, pero ya es tarde, está decidido y no hay nada que pueda hacerme cambiar de opinión.
Tal y como predije, el sol de apaga y al hacerlo, aprovecho mi ocasión:
—¡Eh David! ¿quieres oír algo gracioso? — me pregunta el insoportable ovejero.
—Ahora no Gabriel — contesto algo malhumorado.
Me abro paso entre la gente, que me observa sorprendida y aparta a sus animales de mi camino. Nadie ha hecho nunca nada tan aventurado como lo que estoy haciendo yo ahora mismo y al llamar tanto la atención, no tardan los romanos en pararme.
—¡Alto ahí granjero! — me para el soldado — ¿a dónde te crees que vas?
—No busco pelea señor, tan solo quiero atravesar la aldea.
—¿Para qué? — me pregunta poniendo la mano en la empuñadura de su espada.
—Asuntos personales — trato de eludir la pregunta.
—Muy bien, pues si quiere pasar, tendrá que pagarnos diez denarios.
—No tengo dinero — confieso.
—Pues entonces no le podemos dejar pasar.
Empujo al soldado de manera instintiva y echo a correr por el campo de hortalizas, oigo como la guardia me sigue y grita furiosa, pero la ignoro, estoy tan cerca de mi objetivo que no me puedo echar atrás ahora.
Unas gallinas salen despavoridas al pasar corriendo por su lado y cacarean malhumoradas tras los pasos de los romanos. Los asnos rebuznan y más de un pastor se asoma por la ventana al escuchar el escándalo de los soldados tras de mí.
A pesar de lo cerca que estoy de conseguirlo, la guardia me alcanza y me mete en prisión antes de que acabe la noche, no tengo modo de volver, así que decido esperar en mi celda hasta que la noche caiga de nuevo.
Los Dioses despiertan…
—¡Pablo! ¿has vuelto a mover las figuras del Belén? — dice malhumorada la Diosa madre.
—Yo no he sido, mamá.
—Te he dicho un millón de veces que con estas figuras no se juegan, son muy delicadas cielo, venga, dejemos al granjero en su sitio, ¿vale? ¡y no lo vuelvas a mover!
—¡Pero mamá yo no he sido!
—¡Basta Pablo! dejémoslo estar, ¿de acuerdo?
—Sí, mamá.
La oscuridad nubla los bosques, las casas se iluminan y solo se escucha el gorgoteo del río, es mi oportunidad.
Me muevo con sigilo, obviando la ruta que cogí la noche anterior y evitando a la patrulla. Me cuelo por los campos y llego a un establo, está sorprendentemente iluminado y lleno de gente, todos observan a un niño, un bebé.
Trato de rodear el establo y el ruido del agua se hace más fuerte. Allí está, la pastorcilla, la mujer más guapa que jamás he visto. Se gira, levanta la cabeza y me mira extrañada.
—Me llamo David — me presento con torpeza.
—Eva.
Las luces se encienden de pronto, ya es de día y es muy tarde para volver a mi sitio. La Diosa Madre vuelve a aparecer, pero esta vez con un trapo para limpiar.
—¡Ains este Pablo lo ha vuelto a hacer! ¡otra vez ha vuelto a mover al granjero de su sitio!
Me eleva por los aires unos instantes e intercambia brevemente una mirada con la pastorcilla y conmigo.
—Aunque, pensando mejor — dice para sí — tampoco queda tan mal ponerlo al lado de la pastorcilla.
Vuelve a dejarme donde estaba y continua con su limpieza rutinaria, sin embargo, para mí ya es distinto, para mí es mi es un sueño cumplido, un sueño de Navidad.








Si te ha gustado…


Este relato quiero dedicárselo a mi madre, dado que fue ella quien me dio la idea para escribirlo. ¿Quién no ha jugado alguna vez con las figuras del Belén? Yo, lo hacía siempre, así que me pareció divertido hacer un “Toy Story” navideño.
Espero que te haya gustado y sobretodo que te haya hecho reír. En estas fechas hay que estar unidos y en familia y ese es el verdadero espíritu de la Navidad.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: www.youtube.com