Vinieron aquí y se
apoderaron de nuestra tierra. La mayoría de las otras tribus les veneran, pero
yo no me fio de ellos, no pienso permitir que se hagan los dueños de mi tribu,
aquí el único jefe soy yo y así ha sido siempre.
Poco a poco los
extraños seres se han ido haciendo con el control de las tribus vecinas,
incluso los Dientes de Sable, nuestros enemigos, se han rendido ante ellos. Sus
poderes y artilugios proyectan su superioridad y hacen que se refleje en
nuestros rostros nuestro temor.
La última tribu de
la zona ha caído, nosotros somos los siguientes.
—¡Jefe Boltak! ¡Los Dioses ya
vienen! — me grita Culpak.
—¡Preparaos para luchar! No pienso
permitir que nos arrebaten nuestra tierra.
—Pero señor, ellos son fuertes y
poderosos, ¡Nos mataran si nos resistimos!
—Entonces ya te puedes ir
arrancando las tripas, porque eso es lo que nos espera bajo su mando.
Nos reunimos todos
bajo la colina, con nuestras mejores armas: mazos, hachas y lanzas. Somos
superiores en número, pero nuestros enemigos tienen habilidades que jamás hemos
visto. De pronto los vemos, los monstruos, sus trajes relucen bajo el sol
abrasador, sus cabezas son gigantes y redondas y en sus rostros se refleja
nuestra propia cara, como si del brillo del agua se tratase.
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Uno de ellos se
aleja de su grupo y se acerca a mí, decido acercarme a él a la espera de algún
tipo de diálogo que evite una masacre. Aunque no tiene ojos siento que me
observa y eso hace que me estremezca.
—Estas tierras son mías — le digo
al monstruo.
—Tu y yo no somos tan distintos —
me contesta — ambos queremos lo mejor para nuestro pueblo y lo mejor para tu
pueblo ahora mismo es que os unáis a mí.
—Nunca me uniré a ti, mi tribu
necesita un líder y ese soy yo.
—Tú puedes seguir siendo el líder
de tu tribu, pero yo estaré por encima de ti, todos trabajareis para mí, para
nosotros, para mi pueblo.
—Yo no soy ningún esclavo y antes
que servir bajo tus órdenes, prefiero morir.
Observo como mi
tribu aguarda tras las rocas como les pedí, tienen las redes que las mujeres
tejieron y esperan mi señal. Mi grito de guerra les alerta y mi tribu se tira
desde las rocas y caen con las redes encima de los intrusos.
El monstruo que
tengo ante mis ojos se gira asustado para ver como su tribu se desploma en el
suelo y yo aprovecho en ese momento para romper con mi hacha su redonda cabeza.
Sorprendentemente, su rostro se rompe en mil pedazos como si estuviera hecho de
piedra y todos mis amigos me miran asustados.
Yo, Boltak, he
sido el primero en matar a uno de los Dioses que se creían invencibles. Estoy
asustado y tras comprobar varias veces que mi oponente está muerto, grito de
júbilo. Los gritos de mis compañeros me acompañan y satisfechos contemplamos a
nuestros vulnerables enemigos.
—¡Quitarles las armas! — ordeno a
mi tribu.
Inspeccionamos su
armamento con curiosidad, nunca habíamos visto nada parecido, son armas muy
potentes que hacen magia. Una ellas se acciona sin querer y hace que la roca
más próxima se desintegre. Mientras mis amigos juegan con el armamento enemigo,
yo observo al líder caído.
Tras las piedras
rotas de su cabeza hay algo, un tejido blando. Aparto las piedras con mucho
cuidado intentando evitar cortarme con sus afiladas puntas y descubro un
rostro. Su cara, sus facciones, su piel, mi enemigo es tan parecido a mí que
asusta.
—Se parece a nosotros — dice Culpak
— ¿Qué significa esto? ¿Es una broma?
Miro al grupo de
extraños inconscientes bajo nuestra red y ordeno a mi tropa que despierte a uno
de nuestros enemigos.
—Traerlo ante mí — ordeno.
El extraño ser me
mira con la misma cara inexpresiva que tienen los demás, tal vez bajo su
máscara se esconda su auténtico rostro.
—¿Qué significa? — le pregunto
señalando el rostro caído de mi enemigo — ¿Quiénes sois?
—Somos seres de otro mundo, de
otras tierras. — me contesta
—Y ¿A qué habéis venido aquí?
—A conquistar otros mundos, caímos
por error en un agujero de gusano y al salir os descubrimos a vosotros, creímos
que era nuestra oportunidad y bajamos de nuestras naves a investigar, vimos que
erais más primitivos que nosotros y fácilmente os fuimos venciendo.
—¿Qué es un agujero de gusano? —
pregunto confuso.
—Nadie lo sabe, dicen que es una
forma de viajar rápido por el espacio y el tiempo, un atajo.
—¿Por qué os parecéis a nosotros?
—Supusimos que nuestra raza no solo
había nacido en la Tierra, que es de dónde venimos, sino que también había
crecido aquí.
—Tal vez ese agujero de gusano no
os ha hecho viajar por el espacio, sino por el tiempo.
—¿Qué quieres decir?
—Pues que no habéis ido a ninguna
parte, aún estáis en la Tierra.
Rompo la máscara
del extraño y descubro en su mirada el terror de la verdad. Tanto tiempo
luchando para descubrir que al final estaba luchando contra su propia especie,
contra los suyos. Hombres del futuro, eso es lo que eran, seres que se creían
Dioses cuando a duras penas llegaban a hombres.
Si te ha gustado…
Para escribir este
relato me he inspirado en el Planeta de los Simios y en como al final el
protagonista descubre con horror que ya está en casa.
Esta historia
tiene una moraleja, nunca olvides tus orígenes y piensa que todo lo que tienes
todo lo que tus antepasados han conseguido para ti puede desaparecer de la
noche a la mañana, así que valora lo que tienes y piensa que podría ser peor.
Dicho esto, espero
que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y
opiniones al respecto.
Y un saludo de
Silvia!!
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