Nuestro trabajo es
simple: asegurarnos de que todas nuestras creaciones están en perfectas
condiciones para atender a nuestros invitados. Cuando empecé a trabajar aquí
estaba fascinado, pero después de cuatro años, estoy empezando a preguntarme si
estamos haciendo lo correcto.
Llevamos un parque
temático, donde los guías de las atracciones son androides. Nuestras creaciones
son tan perfectas que incluso los invitados confunden a los guías por otros
humanos. A mí eso es lo que me preocupa, no el hecho de no poder distinguir a
los humanos de los androides, sino de que los androides parecen evolucionar
cada vez más y tener conciencia.
Los androides los
tenemos divididos en categorías: Los Alpha son los líderes, los protagonistas
de todas las historias; los Beta son los personajes segundarios y los que
motivan a los invitados a seguir en la aventura y los Gamma son los que se
encargan de enganchar a los invitados humanos en la atracción.
Imagen sacada de: www.creadess.org |
Desde hace unos
meses estoy obsesionado por una Alpha. No solo por su belleza, sino también
porque últimamente su comportamiento no es normal, tengo la teoría de que se
sale de su programación, aunque no estoy seguro. He ocultado este
comportamiento extraño a mis superiores, porque si se lo dijera, la
desconectarían antes de que yo pudiera estudiarla.
Mantengo largas
conversaciones secretas con ella y busco en sus respuestas un indicio de vida
propia:
—¿Qué opinas de tu mundo? — la
pregunto.
—Creo que es perfecto, cada persona
tiene un papel, nos ayudamos los unos a los otros y los invitados se lo pasan
de maravilla.
—¿Alguna vez has pensado que tu
vida está vacía? ¿Qué no es real?
La mirada perdida
de la Alpha se bloquea mirando al infinito, como si su programación la
prohibiera contestar a mi pregunta.
—He empezado a notar diferencias… —
susurra.
—¿Qué tipo de diferencias?
—Diferencias entre los invitados y
yo — prosigue — su forma de tratarnos, de pensar…
Recuerdo que Alpha
desconoce la naturaleza de su condición y de que ella piensa que es humana como
los invitados, así que permanezco en silencio.
—Hay fallos en mi mundo,
incoherencias… lo empecé a notar hace unas semanas cuando decidí surcar el
horizonte e ir lo más lejos posible del parque.
—¿Qué viste? — pregunto preocupado.
—El fin del mundo — me contesta —
había una pared que lo rodeaba todo, un muro que rodeaba todo mi hogar. Fue
entonces cuando lo entendí.
—¿Qué entendiste?
Alpha deja de
mirar al infinito y me mira tan fijamente a los ojos que me entra un
escalofrío:
—Que no soy humana.
—¿Cómo has llegado a esa
conclusión? — pregunto asustado.
—Por los recuerdos, mis recuerdos
son falsos. Los recuerdos de mi infancia fuera del parque o de las anécdotas de
mi juventud no son reales. He empezado a notar una ligera diferencia en éstos,
una incoherencia.
—¿Cuál?
—En todos mis recuerdos aparece un
niño, un niño de pelo castaño y sonrisa forzada. Tiene un lunar en la mejilla
izquierda. Es inconfundible.
—Y ¿Qué problema hay en ese niño?
—Que ese niño aparece en los
recuerdos de todos mis conocidos, el mismo niño.
Me estremezco.
Cojo una tabla y un bolígrafo electrónico y se lo paso al Alpha.
—¿Crees que podrías dibujarlo?
Ella asiente con
la cabeza y me dibuja un niño con las características que anteriormente me ha
descrito. Cuando acaba, recojo la tabla y la llevo de nuevo al parque. Necesito
investigar.
Al día siguiente
estoy trabajando con el doctor Ratford, el padre de los androides, mi mentor y
se me ocurre sacarle discretamente un poco de información.
—¿Qué distingue una creación suya
de otra de otro fabricante? — le pregunto mientras le ayudo a esculpir la
mandíbula de su próxima creación.
—Bueno los inventores solemos dejar
nuestra firma en nuestras creaciones — me contesta — al igual que los pintores
dejan su firma en la esquina de sus cuadros
—Y ¿Cuál es su firma?
—Ah — contesta divertido — eso es
secreto de fabricante.
Me enfado al no
tener respuestas a la pregunta que me obsesiona y decido poner las cartas sobre
la mesa. Saco la tabla con el dibujo dibujado por Alpha y se lo enseño.
—¿Me puede explicar por qué su
firma es un recuerdo de mi Yo de pequeño? ¿Por qué una Alpha me ha dibujado a
mí de pequeño y me ha dicho que todos sueñan conmigo? — pregunto enfadado.
La pregunta coge
desprevenido al profesor, al que se le caen los instrumentos al suelo.
—¿Cómo sabes eso? — me pregunta
asustado.
—No importa, el caso es que lo sé,
¡Ahora conteste a mi pregunta!
El profesor me
mira desconcertado pero al final parece dispuesto a contarme la verdad:
—Ese niño no eres tú de pequeño.
La respuesta me deja
perplejo y miro de nuevo el dibujo para confirmar de nuevo que efectivamente
ese niño soy yo.
—Ese niño soy yo — me contesta el
profesor.
—Un momento, eso no tiene sentido —
contesto confuso.
—Tú no eres como nosotros, eres
como ellos
—¿Qué insinúa?
—Que eres un Alpha.
Si te ha gustado…
Para escribir este
relato me he inspirado en la serie de Westworld y su parque temático de
androides y en la película de Blade Runner donde el protagonista descubre que
él también es un replicante.
Con esta historia
quería dejaros una reflexión, ¿Qué pasaría si descubrieras que no eres humano?
Tal vez nuestro mundo es tan falso como el parque temático de la Alpha, que no
somos más que instrumentos para divertir a seres superiores. En este caso y si
descubrieras que es verdad, ¿Te revelarías contra tu creador?
Dicho
esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros
comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un
saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: hipertextual.com |
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