domingo, 27 de noviembre de 2016

Dulce Venganza

Hoy se celebra la reunión de antiguos alumnos de la escuela Hurson. Llevo meses pensando en qué hacer, ir o no ir. Por un lado no quiero, porque lo pasé fatal en el colegio, los niños se burlaban de mí, me pegaban y me hacían de todo, convirtieron mi infancia en un infierno. Sin embargo, por otro lado, quiero demostrarles que ahora soy más fuerte de lo que fui entonces.
Tras mucho pensar decidí ir a la reunión, pero ideé un plan. Me vestí para la ocasión: un buen traje, una corbata, unos gemelos y un buen afeitado. Como equipaje de mano solo necesitaba un maletín y con eso me bastaba para llevar a cabo mi venganza.

Llegue al colegio y se me encogió el corazón al ver los ladrillos del edificio, los recuerdos me abrumaban, pero los aparté a un lado al entrar en el gimnasio del mismo.
Imagen sacada de: www.emaze.com
En la entrada se encontraban Loreta y Valdia, las gemelas más insoportables que jamás he conocido:
—Nombre y clase, por favor — me pidieron al unísono.
—Steve Ritman — dije tímidamente.
Los dos clones levantaron rápidamente la cabeza de los papeles que tenían en la mesa y me miraron sorprendidas:
—¿Sacamoco? — preguntaron
Sentí un pinchazo en el corazón al oír el repugnante mote que me pusieron todos y me hirvió la sangre:
—Ahora ya no — conteste conteniendo la rabia.
—Sí, claro perdona — dijo una de ellas — aquí tienes tu identificación, póntela en la chaqueta para que todo el mundo te reconozca.
Miré la tarjeta con asco y descubrí en ella mi horrible foto de graduación, con brakets, granos y pelo tazón. Menudo pardillo que era.
Entré en el gimnasio sin decir nada más. Éste fue transformado para la celebración. Había mesas con comida, un escenario con un micrófono, fotos de nosotros, música y luces disco allá donde mirases. Intenté reconocer los rostros de la gente que ahora se me antojaban desconocidos y reconocí a una, Lili day:
—¿Lili? — pregunté sorprendido.
Ella tardó unos segundos en reconocerme, pero cuando lo hizo se quedó tan sorprendida como yo:
—¿Steve?
—¿Qué haces aquí? — pregunté más preocupado que sorprendido.
—La verdad, no sé por qué he venido, supongo que para demostrar a los demás que ya no soy esa chica bajita y gafotas a la que llamaban Mofeta.
—¡Mofeta! ¡Sacamoco! ¿Qué hacéis vosotros aquí? ¿No deberíais volver a vuestra pocilga a dormir con los cerdos? — dijo una voz difícil de olvidar.
—Hola Maron, iríamos, pero vosotros ya la habéis ocupado — contestó molesta Lily.
Maron y sus amigos: Sebastian y Cargun, se rieron como locos y nos miraban con desprecio:
—Pero siempre hay sitio para una cerda más — soltó Maron guiñándola el ojo.
Lili salió del gimnasio corriendo y yo la seguí preocupado. Maron y sus cómplices la hicieron la vida imposible, al igual que a mí:
—¡Lili!
—¡No puedo más Steve! Ellos tienen razón no debería haber venido, aquí no pinto nada.
—Eso no es cierto
—Sí, sí que lo es, disfruta de la velada, yo ya he tenido suficiente.
Intenté convencerla para que se quedara, pero sabía que no lo conseguiría, aunque le dijera lo que tenía planeado. Volví al gimnasio más decidido que nunca y allí, al lado del ponche, abrí mi maletín.
Ante todo tenía que protegerme de mi propia venganza, así que me puse unos cascos y empecé a escuchar música disco. Después contemplé la máquina que escondía en mi equipaje de mano y sin pensármelo dos veces, la encendí.
Nada más hacerlo todo cambió, las ondas que emitía mi maleta afectaron a todo el mundo en un radio de cincuenta metros, tal y como había planeado. Las emisiones despertaron el lado más agresivo, salvaje y despiadado de la gente y mis compañeros, aquellos que se habían divertido viéndome sufrir, empezaron a pelearse los unos contra los otros.
Vi como Maron pegaba puñetazos como un loco a Lonie, nuestro profesor de matemáticas, al mismo tiempo que éste intentaba como un loco devolverle el golpe. Clara, mi amor en el colegio y la que pasaba olímpicamente de mí, tiró del escenario a Sarla que intentaba zafarse de las garras de su amiga. Sebastian y Cargun se pegaban entre sí con igual fuerza, ambos sangraban enormemente por la nariz y las gemelas clavaban puñaladas con los bolis que antes usaban para escribir las tarjetas de identificación, en el torso del Gauden, el pelota de turno.
Contemplé satisfecho mi venganza y vi como las peleas se hacían cada vez más violentas. Clara atravesó a Sarla con el palo del micrófono como si fuera una lanza, al mismo tiempo que ésta escupía un río de sangre. Maron, tras acabar con Lonie, estampó una bola disco en la cabeza de Sebastian que cayó inconsciente al suelo en un mar de cristal. Cargun, rabioso, arrancó de un mordisco la garganta de la profesora Palm y, por otro lado, las gemelas se defendían con una silla de los ataques enloquecidos del profe de gimnasia.
La música disco de mis oídos hacía que saboreara mejor mi venganza y contemplé realmente feliz la escena, hasta que alguien que no me esperaba apareció en el gimnasio. Lili Day había vuelto a la fiesta.
Nada más entrar se vio afectada por las ondas de mi maletín y se abalanzó contra Carla hecha una furia. Horrorizado apagué la máquina, no iba a permitir que mi amiga sufriera por algo que he creado yo. Se suponía que al apagar el aparato, todos dejarían de escuchar las ondas y que por tanto volverían a ser ellos, pero no fue así.
Furiosos y llenos de rabia, todos identificaron el origen de las ondas, sabían que yo era el culpable. Ahora vienen a por mí.









Si te ha gustado…

Seguramente ya sabrás en qué me he inspirado, pero por si acaso te diré que me he inspirado en Kingsman, una gran peli con la mejor escena de violencia que he visto en mi vida (la escena de la iglesia) y también me he inspirado en Carrie, libro de Stephen King y llevado al cine un par de veces.
Soy una persona especialmente vengativa, es uno de mis defectos preferidos, así que, como persona experta en el tema, tengo que decir que muchas veces la venganza vuelve como el Karma y esa es la moraleja de esta historia. A veces lo que se enciende con un interruptor, difícilmente se apaga.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: encinta.utero.pe

domingo, 20 de noviembre de 2016

El Infiltrado

Desde que se descubrió que hay seres alienígenas infiltrados entre nosotros, la gente se ha vuelto paranoica. Estos seres tienen la capacidad de imitar la apariencia humana y a simple vista parecer uno de los nuestros. Su intención es hostil, quieren destruirnos, someternos o dominarlos, ya que su único deseo es quedarse con la Tierra.
Este gran descubrimiento ocurrió hace unos meses, cuando uno, convencido de que el presidente era un alienígena, le disparó en el pecho en plena rueda de prensa. La sangre del presidente era verde y eso fue lo primero que nos alertó. Las últimas palabras de nuestro ex–gobernante fueron: “Solo soy uno de muchos, los humanos pereceréis”.

A partir de ese momento cundió el caos y poco a poco, fueron apareciendo más casos de “alienígenas infiltrados”. Hasta que al final se impuso la ley Marcial y el ejército puso orden. Empezaron a hacer detenciones de los que la gente pensaba que podría ser un alienígena y los metían en lo que llaman “la Caja” para averiguar quién es un alienígena y quién no.
Imagen sacada de: www.decoracion.photos
Ahí es donde estoy encerrado ahora, en una de las Cajas, una habitación metálica y sin salida, confinado con otros como yo. Nos han dicho que uno de nosotros es un alienígena, que están casi seguros de ello. Nos han hecho pruebas de todo tipo, pero no hay forma de saber quién es un alienígena y quien no, ya que a no ser que los mates, no puedes ver su sangre verde.
—Y ¿Qué demonios van a hacer? ¿Encerrar a toda la población hasta que averigüen un modo de identificar quién es alienígena y quién no? —
 Exclama nervioso uno de los que está en mi Caja.
—¡Cálmate! Tenemos que pensar — dice otro.
—Piensa en positivo, al menos nos resguardamos de la lluvia que está cayendo estos últimos meses — se ríe otro.
Busco a mi alrededor, si lo que dicen los militares es cierto, uno de nosotros es un extraterrestre. En la caja somos siete personas en total: Un hombre mayor y trajeado, un tipo con pinta de músico o artista, una guapa adolescente, un joven aún con el uniforme de su trabajo en un restaurante de comida rápida, una mujer con ropa de estar por casa, un empresario que no deja de mascar chicle despreocupadamente y yo.
—Y ¿Cómo saben que solo hay un alienígena entre nosotros? ¡Puede que haya más! — sigue quejándose el músico.
—¿Quieres callarte, por favor? — dice el anciano cansado de las protestas.
—No lo saben — contesto.
Todas las caras se giran hacia mí, es la primera vez que hablo desde que estoy en la Caja.
—No pueden saberlo, sin embargo, por nuestros antecedentes, creen casi seguro que tiene que haber uno de nosotros que lo sea.
—¿Qué antecedentes? — pregunta la adolescente.
—No sé algo que hayas hecho, que les pueda haber hecho a los demás sospechar.
—¡Yo no he hecho nada! ¿Entiendes? — interrumpe el músico enfadado — básicamente mis vecinos me acusaron de alienígena porque les molestaba que tocara la guitarra a la hora de la siesta.
—A mí me acusaron de alienígena porque me comí las hamburguesas que habían hecho para los clientes — contesta arrepentido el joven.
—A mí porque tiendo la ropa fuera y a mis vecinos no les gusta, dicen que mojo los alféizares de sus ventanas— suelta la mujer.
—A mí por toser demasiado en las reuniones de empresa — dice el anciano.
Todos nos giramos hacia el empresario que no para de hacer pompas con el chicle, esperando a que nos cuente su historia, pero él nos mira con desprecio:
—Yo paso de este juego — contesta.
—Tenemos que averiguar quién es el alienígena, es la única forma de salir de aquí.
—Ya, pues, tal vez me guste estar aquí — dice levantándose del suelo
—¿Cómo puede gustarte estar aquí? — pregunta la adolescente.
—Bueno aquí no se está tan mal, ¿No? Además tenemos comida gratis.
—Tal vez intentas no contestar a la pregunta porque entonces se descubriría que eres un alienígena — dice la adolescente con los brazos cruzados.
—O tal vez me acuses a mí de ser un alienígena, para evitar contestarla tú — contesta el empresario encarándose con la adolescente.
—¡Eh!, tranquilos, nadie está acusado a nadie, ¿Vale? — intento calmar la situación.
—Yo no intento eludir la pregunta, me acusó de alienígena Nancy Flerman, para evitar que vaya al baile de fin de curso y así conseguir ella ser la reina del baile.
—Vaya sarta de mentiras — suelta el empresario.
—¡Es verdad! — exclama la adolescente.
—Vale, está bien, te creemos — digo.
—Habla por ti — dice por lo bajo el impertinente del empresario.
—A lo mejor deberíamos buscar otra forma de averiguar quién es el alienígena — sugiero.
—Es una buena idea — contesta el anciano.
Algo se me escapa, mi instinto me dice que algo va mal. Intento repasar todo lo ocurrido y me doy cuenta de algo:
—Un momento — digo — hay algo que no me cuadra, ¿Te acusaron de alienígena los vecinos por tender la ropa fuera?
—Sí — contesta la mujer confundida.
—Eso no tiene sentido, ¿Por qué ibas a tender la ropa fuera, si no ha dejado de llover en meses?
La expresión de la mujer cambia y una sonrisa maliciosa aparece en sus labios:
—Muy listo
El rostro de la mujer cambia, unos colmillos asoman de su boca y sus ojos antes claros y amables se vuelven amarillos. Ella es la alienígena:
Ahora todos moriréis…








Si te ha gustado…

Este relato se me ha ocurrido por una adivinanza en la que había que averiguar quién era el asesino de un edificio en el que había ocurrido un crimen, la respuesta a la adivinanza era que el asesino era una anciana que tendía la ropa, ya que al principio de la adivinanza se dice que esa noche estaba lloviendo.
Yo simplemente he cogido esa adivinanza y la he llevado al plano de ciencia ficción: ¿Si estuvieras en una habitación encerrado con otras siete personas sabrías quién es el alienígena? La moraleja de esta historia es simple “las apariencias engañan”, por lo que tener cuidado, ya que tal vez quién esté a vuestro lado es un extraterrestre.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: culturacolectiva.com

domingo, 13 de noviembre de 2016

Reminiscencia

La gente solo quiere recordar los buenos recuerdos y olvidar los malos, pero ¿Qué pasaría si esos malos recuerdos te hacen ser tú? Desde que salieron las tiendas de Reminiscencia, no pienso en otra cosa.
Estas tiendas se dedican a borrar los recuerdos malos y a insertar nuevos recuerdos mejorados para ocupar el lugar de los originales. Muchos acuden a estos sitios para borrar una infancia deprimente, una noche loca o un año desastroso por recuerdos inolvidables. Pero, ¿Por qué lo hacen? Fácil, porque todos queremos llevar una vida feliz, sin embargo el hacer eso no deja de ser una mentira. Tu vida se convierte en una farsa y ya no sabes lo que es real y lo que no.

Hace mucho tiempo que pienso así, ya que creo que tengo unos recuerdos que no son míos. Sin embargo eso no es posible, ya que las dudas sobre mis recuerdos, se remontan a antes de la aparición de las tiendas de Reminiscencia.
Imagen sacada de: www.fondosgratis.mx
Todo empezó cuando vi la rosa azul. Vi una rosa azul en la biblioteca de mi universidad y supe que pasaba algo. Recordaba esa rosa y sabía que tenía un significado para mí, pero no lo recordaba. Después de ese día, fui viendo más rosas azules en distintos lugares, como si la rosa quisiera que recordara.
Finalmente decidí ir a todas las tiendas de Reminiscencia que me encontraba y preguntar si me reconocían, si había utilizado sus servicios alguna vez. Todas respondían lo mismo, nunca me habían visto.
—Hola cielo, ¿Dónde has estado? — preguntó mi madre al verme entrar en casa.
—Por ahí, dando un paseo — mentí.
—¿Has oído la noticia? — me preguntó mientras hacía la comida.
—¿Qué noticia?
—El multimillonario Sadler Pick va a expandir su negocio de Reminiscencia y quiere contratar a jóvenes promesas para crear nuevos recuerdos mejorados para los clientes. Ése Pick debería ir a la cárcel por lo que está haciendo.
Mi madre siempre ha guardado un odio especial al creador de Reminiscencia, aunque no sé muy bien por qué.
—Mamá, respecto a eso, ¿Cómo sabes que los recuerdos que tienes son tuyos y no de Reminiscencia?
—Es que no lo puedes saber, ahí está la cosa — se ríe mi madre.
—Verás, es que últimamente tengo una sensación extraña — confieso— como si los recuerdos que tengo no fueran míos.
—¡Eso es una tontería! ¿Por qué dices eso?
—No lo sé, todo empezó cuando vi una rosa azul en la biblioteca y…
Me quedo callada al ver la reacción de mi madre, que momentáneamente ha dejado de batir los huevos para mirar a la ventana de la cocina, hacia el infinito.
—¿Mamá?
—¿Dónde viste esa rosa azul? — me pregunta muy seria
—En la biblioteca de la universidad, ¿Por qué?
Entonces se gira realmente afectada y busca las palabras que sus labios no quieren decir:
—Sabía que algún día pasaría esto, aunque tu padre me dijera que eso no era posible — empieza.
—¿Mamá? — pregunto un poco asustada.
—Esa rosa azul tiene un significado — dice — tú no lo recordarás, pero no eres hija única, tuviste una hermana, una hermana gemela. En aquella época tu padre y yo estábamos sin dinero, me quedé embarazada muy joven y nuestros padres no querían saber nada de nosotros después de eso. Teníamos que buscarnos la vida y acudimos a la única persona que nos podía ayudar, acudimos a Sandler Pick, antiguo vecino y amigo de tu padre. Él nos ayudó a salir del hoyo, pero su ayuda tenía un precio. Cuando se enteró de que estaba embarazada de gemelas, decidió que una de vosotras le pertenecía. Su mujer y él habían intentado tener hijos muchas veces, pero él es estéril. No nos quedó otra y le dimos a tu hermana. — confiesa mi madre entre lágrimas.
Intento encontrarle un sentido a todo y veo como las piezas van encajando poco a poco. El odio de mi madre por Sandler Pick, el hecho de que no conozca a mis abuelos… todo va encajando excepto una cosa:
—¿Y la rosa? — pregunto
—Sandler nos estuvo pagando durante años después de que le entregáramos a tu hermana, era parte del trato y cada mes nos llegaba una rosa, una rosa azul que significaba que el dinero había llegado a nuestra cuenta.
De pronto caigo en la cuenta y me horrorizo al pensarlo.
—Me borrasteis los recuerdos, para que no recordara a mi hermana ni nada de lo que pasó, Sandler Pick borró mis recuerdos.
—Lo siento — contesta llorando mi madre.
Ajena a sus sentimientos, pienso en otra cosa.
—Pero, entonces, ¿Por qué veo rosas azules ahora? ¿Quién las deja ahí?
Sin esperar la respuesta de mi madre salgo de casa aturdida, con la esperanza de que el aire fresco me calme. Mis pies se mueven solos, no sé a dónde me llevan hasta que lo veo. La mansión de Sandler Pick, creador de las tiendas de Reminiscencia, se alza ante mí.
Una figura se aproxima, lo primero que veo de ella es una rosa azul y poco a poco la figura se va definiendo hasta que al final, la veo. Es ella, la que me dejaba las rosas, su rostro es exactamente al mío y se me acelera el corazón. Ella es mi hermana.









Si te ha gustado…

Para escribir esta historia me he inspirado principalmente en Blade Runner, una de mis películas favoritas, basada en el famoso libro: “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” de Philip K. Dick, habréis notado la referencia a Blade Runner en los recuerdos, ya que al final de la película el protagonista se encuentra un pequeño unicornio hecho de papel y se da cuenta de que sus recuerdos también son falsos como los de los replicantes. He oído que van a hacer un “Blade Runner 2” y solo espero que no la fastidien, ya que me daría muchísima pena.
Con este relato quiero que penséis una cosa: ¿Estáis seguros de que los recuerdos que tenéis son vuestros y no una ilusión? Borrar nuestros recuerdos malos sería un error, porque es una manera de aprendizaje.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: bladerunner.wikia.com

domingo, 6 de noviembre de 2016

Galacdemia



Nuestra raza está enferma. Salimos de la Tierra en busca de nuevos mundos y fuimos a caer en el más tóxico de todos, el planeta morado. Como es lógico, sabíamos que la búsqueda de otros mundos podría tener consecuencias como ésta. Por lo que ideamos un protocolo para evitar pandemias extraterrestres, comúnmente conocidas como Galacdemias.
Este protocolo consiste en evitar al máximo el número de infectados, es por ello por lo que cuando descubrimos un planeta nuevo, nuestra misión es enviar a un pequeño grupo a investigar, en vez de ir todos a la vez. Así, si el grupo pequeño sufre alguna dolencia de cualquier tipo, el resto de los humanos estaremos advertidos.
Imagen sacada de: www.muralesyvinilos.com
Yo siempre estoy en esa avanzadilla, no porque me obliguen, sino porque quiero. Como científica encuentro fascinante la existencia de tantos mundos y variedades. Elementos nuevos que podemos utilizar como especies y diversidad de vida. Quiero ser la primera en descubrirlo todo, sin embargo eso tiene un precio. Un precio que estoy pagando ahora.

—Doctora, ¿Voy a morir? — me pregunta uno de mis pacientes infectados.
No me gusta mentir a los pacientes, realmente no sé cómo curar esta enfermedad que mi pequeño grupo y yo sufrimos, así que intento eludir la pregunta:
—Voy a por un poco de agua — le digo a mi paciente antes de irme.
Nada más llegar a este planeta morado sufrimos unas fuertes abrasiones moradas por todo el cuerpo, no nos duelen, pero nos preocupa enormemente. Por lo que al final decidimos dar la alarma de Galacdemia.
Salgo del hospital de nuestra nave y me acerco a la sala de control para hablar con los pilotos:
—Tengo que salir ahí fuera — digo nada más entrar.
El silencio reina en la sala y todos los pilotos me miran desconcertados. El capitán de la nave avanzadilla se adelanta y me mira con cierto aire de desconfianza:
—¿Por qué? — me pregunta.
—Es la única forma de averiguar por qué nos está pasando esto.
—Ya sale lo que ocurre cuando salimos a la superficie, nada más salir de estas instalaciones, nuestras abrasiones, o como usted llama a estas heridas moradas, se hacen más grandes.
—Lo sé, pero no hay otro remedio, aquí no tenemos ningún medicamento ni nada que consiga eliminar nuestras heridas y si no nos deshacemos de ellas antes de pasado mañana, ya sabe lo que pasará, que esa nave de ahí fuera, se marchará, el resto de los nuestros nos darán por muertos y se irán a buscar otro planeta.
El capitán guarda silencio un momento, sus argumentos son tan sólidos como los míos y él lo sabe:
—Está bien — contesta al fin — pero voy con usted.
—¡Capitán! — exclama uno de los pilotos.
—Es nuestra única oportunidad de salir con vida — le contesta al piloto.
Está decidido y ya no hay marcha atrás, tanto el capitán como yo nos preparamos para lo que nos espera fuera y nos ponemos los trajes espaciales con la esperanza de que éstos frenen un poco el crecimiento de las abrasiones.
A causa de los gases morados del planeta, no pudimos ver desde el espacio si el planeta está habitado o no, pero ahora, desde la superficie nuestros escáneres detectan algo. Está borroso y es muy posible que al final no sea nada, pero en mi opinión, merece la pena investigarlo.
El capitán y yo salimos de la nave un poco asustados, los trajes funcionan bien y frenan un poco las abrasiones, aunque sabemos si nos exponemos demasiado, no servirán de nada. Nuestra búsqueda de una cura está planeada para una hora, así que tengo que conseguir averiguar algo en ese tiempo.
Avanzamos por la extensa selva morada, preocupados por la niebla y manteniéndonos juntos. El mapa electrónico que llevo en las manos debería guiarnos hasta la ola de calor que detecta y de la cual espero que sea animal.
El rastro se pierde en una especie de cueva y me entra el miedo de pronto, ¿Y si es un animal carnívoro? Pienso en el poco tiempo que nos queda para volver a la nave y en que tengo que aprovechar al máximo nuestro paseo. Difícilmente conseguiré volver a salir a investigar, si en este primer paseo no consigo nada.
Entro en la cueva sin demora, seguida del capital algo cansado y más afectado que yo por las crecientes abrasiones que no dejan de aparecer por todo nuestro cuerpo. Resulta extraño que esas heridas no nos duelan, que simplemente aparezcan en nuestra piel.
Una luz me deslumbra y freno el paso en el acto.
—¿Sois humanos? — Pregunta la voz que sostiene la luz que me alumbra.
—Así es — contesto intentando taparme los ojos con la mano — ¿Quién eres?
El capitán, a mi lado, ha sacado su arma de la cartuchera y apunta a la luz concentrado.
En ese momento la luz se apaga y se me hiela la sangre al ver al alienígena de aspecto humanoide delante de mí. Es morado, como los gases, y en vez de cabello, le salen unos enormes tentáculos de la cabeza.
—Yo también soy humana — dice el alienígena.
—Eso no puede ser — contesta el capitán bajando el arma asustado.
—Pensáis que los gases de este planeta son tóxicos, pero en realidad, lo que es tóxico son vuestras pieles de carne rosada. Hace mucho tiempo, decidimos salir de este planeta en busca de hogares nuevos y descubrimos La Tierra, planeta dónde decidimos quedarnos. Los humanos tenemos la habilidad de adaptarnos a nuestro entorno y aunque nos costó al principio, conseguimos adaptarnos al planeta azul. Sin embargo, ahora que habéis vuelto a casa, ya no necesitáis vuestros trajes de carne rosada y por eso, los gases de nuestro planeta os bañan para que volváis a vuestro cuerpo natural, cuerpos morados y perfectos, como el mío.
Mi incansable cerebro no deja de pensar y aunque pueda parecer absurdo, la creo, creo a la alienígena. Ya que nada más llegar a éste extraño planeta he sentido algo que no he sentido en ningún otro sitio, me siento en casa. Me quito el traje y dejo que los gases morados inunden mis fosas nasales. Es hora de ser yo misma.








Si te ha gustado…

Siempre hemos pensado que la Tierra es nuestro hogar, que nuestra especie nació aquí, que nuestras manos y nuestro cuerpo son como los vemos en este momento, pero ¿Qué pasaría si fuera todo lo contrario? Tal vez nuestro planeta de origen no es el Tierra y tal vez, nuestro cuerpo, el que tenemos ahora, no es más que una máscara. Eso supondría que ver a “los verdaderos humanos”, para nosotros sería como ver alienígenas.
Como probablemente hayas notado, para escribir este relato me he inspirado en la serie de V, los visitantes, por su terrorífica máscara humana.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: www.blogodisea.com