Empezó como una
moda, todos querían llevar el último reloj Ciberwatch que había salido al
mercado. Tenía funciones diversas, podía controlar el sueño que dormías, el
tiempo que hacía en la calle o ver las notificaciones que te llegan al teléfono,
además de las funciones propias de un reloj. Yo fui de las primeras en
comprarme dicho reloj, no quería ser menos, todos mis compañeros tenían uno.
Al trabajar en el
turno de noche, mi mayor preocupación era controlar el sueño, saber cuántas
horas dormía y demás, ya que según cuenta la gente, si trabajas de noche se
puede alterar el sueño y después tener problemas para dormir. Gracias a mi
reloj, podía controlar esto y no solo eso, podía ver si me iba a dormir antes
que otros usuarios o si tenía un sueño más o menos profundo que los demás.
En ese momento
debí de darme cuenta, pero no lo vi. Las gráficas que salían en el reloj,
comparando con otros usuarios era un claro indicativo de que no solo estaban
atentando contra la privacidad de los demás usuarios, sino que ellos nos
estaban controlando.
Lo que empezó
siendo una simple moda se convirtió en una forma de vida, ya resultaba extraño
encontrarse con alguien por la calle que no tuviera su Ciberwatch. Por ese
motivo, se empezó a explotar dicho recurso.
El gobierno sacó
un nuevo modelo de Ciberwatch para el ciudadano ejemplar. Tenía su parte buena,
gracias a ese nuevo reloj podíamos ver por ejemplo los mensajes de conducción
anticontaminación o nos ponía al día de los cambios legales. Sin embargo, tenía
una intención oculta que no descubrí, hasta que ya fue demasiado tarde.
—¿Ya tienes el nuevo Ciberwatch? — me
pregunta mi amiga Cintia.
Le enseño la
muñeca con el reloj en ella a modo de respuesta.
—La verdad es que está muy bien, me ha
librado de muchas multas por el protocolo anticontaminación y ¿has visto los
nuevos emoticonos? ¡son una pasada!
—Me pregunto qué harán todos aquellos que
no tengan el Ciberwatch, sobretodo la gente mayor que no está acostumbrada a
estos cambios tecnológicos.
—¡Qué se fastidien! ¡Tendrán que adaptarse
como todo el mundo!
Miro de reojo a mi
amiga mientras sigo doblando la ropa que hay encima de la mesa. Cintia sigue
tumbada en mi sofá, sin apartar la vista del reloj.
—¿Cuándo vienen todos? ¡tengo ganas de que
empiece ya la fiesta de inauguración de tu casa!
—Estarán al llegar.
Como si nos
hubieran escuchado, llaman a la puerta. Miro el reloj y me sorprendo al ver lo
tarde que es.
—¡Cintia! ¡ve abriendo! ¡yo recojo esto!
Cintia hace lo que
le pido mientras yo escondo la ropa recién doblada en la habitación, dispuesta
ya a recibir a mis invitados. Todos entran dando voces y con buen humor,
poniéndose cómodos sin necesidad de que yo se lo diga.
—¡Bueno bueno… bienvenidos! — les saludo.
Recibo de buen
grado el vino y las flores que me han traído como regalo y me sorprendo al
recibir un regalo inesperado.
—¿Qué es esto? — le pregunto a mi amigo
Lucas.
—Es algo ilegal que hemos traído de
nuestras vacaciones en Holanda, una sorpresita — contesta entre risas y
tapándose la boca con el dedo índice, como si fuera un secreto.
Sospecho que sé de
lo que se trata, pero esta clase de droga está prohibida aquí y vetada también
por el código de conducta del ciudadano ejemplar.
—¿No nos meteremos en un lío por esto? —
pregunto preocupada.
—¡Oh vamos! ¿qué pasa? ¿tienes miedo? — se
ríe Cintia.
No muy convencida,
decido sentarme con los demás en el salón, alrededor de la mesita de té y es
Lucas el primero el abrir su regalo de Holanda para que lo probemos todos.
—¡Vamos chicos vamos a….
Se detiene de
pronto, el reloj de Lucas empieza a vibrar:
—“Ciudadanos,
estáis siguiendo una conducta no ejemplar, debéis deteneros o la ley os
sentenciará” — dice una voz que sale del reloj de Lucas.
—Te dije que no podíamos — le digo a Lucas
— va en contra de la conducta del ciudadano ejemplar.
—¡A la mierda! — dice con rabia Lucas.
Mi amigo es el
primero en probarlo, seguido de los demás, cuyos relojes se activan y vibran
con el mismo mensaje que dijo el reloj de Lucas.
Yo no pruebo
bocado del regalo de mi amigo, por miedo al perenne mensaje que se repite una y
otra vez por todo el salón.
De repente algo
ocurre, cuando queremos darnos cuenta estamos todos empapados de un líquido
rojo, tengo la cara salpicada de ese mismo líquido y hasta que no oigo a Lucas
gritar, no me doy cuenta de qué es ese líquido rojo.
El reloj de mi
amigo le ha amputado la mano izquierda, que chorrea sangre sin parar. Nosotros
le miramos horrorizados, pero no tenemos tiempo para reaccionar, ya que Cintia
se eleva en el aire, su reloj, atraído por una fuerza casi magnética, se ha
pegado al techo, dejando a mi amiga suspendida en el aire.
Mis otros dos
amigos luchan por quitarse sus respectivos relojes pero sus Ciberwatch se han
activado. Uno de ellos se golpea una y otra vez con la muñeca, intenta
controlarlo, pero es el reloj quien le está golpeando. Al otro en cambio, le
aprieta tanto su reloj que le está cortando la circulación de su mano.
Me piden ayuda,
todos me piden ayuda, pero yo me quedo en shock, ha sido todo tan rápido que no
sé a quién ayudar primero.
La puerta de la
entrada se rompe en ese preciso instante, dejando entrar a los policías que se
llevan a mis amigos detenidos.
—¿Se encuentra bien? — me pregunta uno de
los policías.
—Sí — miento.
—Tranquila, no tiene de qué preocuparse la
situación está bajo control, ya sabemos que usted no consumió el producto
prohibido. Seguimos a su amigo desde que llegó al aeropuerto, necesitamos saber
qué pretendía hacer con ese producto prohibido y actuar en consecuencia.
Los policías se
van, dejándome de nuevo a solas en mi casa nueva. Tardo varios minutos en
reaccionar y cuando lo hago, solo hay una palabra que consigue salir de mi
boca:
—Control.
Si te ha gustado…
Para escribir este
relato me he inspirado en mi propia experiencia, ya que me he comprado
recientemente un reloj… espero que no como el que sale en este relato, pero sí
que me ha hecho qué pensar.
Por ejemplo, la
parte de las estadísticas del sueño, compara mi sueño con el de otros usuarios…
¿realmente tiene autorización para realizar esas estadísticas? ¿guardan los
datos de todos?
Tal vez en un
futuro… mientras tanto… ¡qué disfrutéis de vuestro Ciberwatch!