domingo, 12 de noviembre de 2017

El Poder Púrpura

No me di cuenta, hasta que entré en los medios. Ya por entonces se hablaba de la manipulación del gobierno y sus “métodos” para convencer a los ciudadanos, pero yo no me lo creí. Siempre me pareció una de las muchas teorías conspiratorias que rondan por ahí.
Todo empezó con la llamada y a raíz de aquello, descubrí la verdad oculta que todos intentan encubrir:
—Cadena Veraz, ¿en qué puedo ayudarle? — digo automáticamente al coger el teléfono.
Hoy van a entregar una caja en recepción, esa caja lo cambiará todo, si todavía cree en el poder del pueblo, destruya esa caja antes de que sea tarde.

El sonido intermitente del teléfono me despierta, han colgado. La extraña llamada me revuelve el estómago y temerosa me acerco a la recepción con la esperanza de que no haya llegado ninguna caja.
Imagen sacada de: www.pinterest.es
—Clara, ¿ha llegado alguna caja? — pregunto a la recepcionista.
—No, nada de nada.
—Perdonen, traigo una caja para el señor Calajan — dice el repartidor detrás de mí.
—¡Soy yo! — exclama el director Calajan nada más escuchar su nombre — ¿de qué se trata? — dice firmando los papeles del repartidor.
—Ni idea, señor, pero viene del departamento de control y seguridad del Gobierno, debe ser algo importante — contesta el repartidor antes de irse.
Calajan abre la caja extrañado, estoy a punto de decirle que no lo haga, pero me freno en el último segundo.
—¿Qué es esto? — pregunta extrañado.
La caja está llena de medicamentos y encima de estos, hay una carta.
—¿Qué es eso, jefe? — pregunta Clara asomándose desde su escritorio — ¿no será una de esas argucias del Poder Púrpura?
—No digas tonterías, Clara, el Poder Púrpura no es más que un grupo de fanáticos que insisten en que el gobierno nos controla y nos manipula a placer, no tienen nada que ver con esto. Además, este sobre lleva el remitente del Gobierno.
Calajan, abre la carta y lee su contenido sin dejar de amasarse la barba.
—Chicos, tenemos nuevas instrucciones — anuncia al equipo — tenemos que hacer algunos cambios en el programa y tenemos que anunciar una nueva noticia para la comunidad.
A pesar de carecer de un puesto de relevancia en la Cadena, observo como mis compañeros trabajan e intento ayudarles en todo lo que pueda. Las instrucciones del Gobierno serán anunciadas en las noticias, así que me cuelo en el plató y escucho tras las cámaras a los presentadores.
—Y, hablando de un tema menos serio — anuncia el presentador Rob Teit — según recientes estudios, se ha demostrado que el mayor problema de nuestra comunidad es el estrés, por ello el Gobierno ha sacado estas fabulosas pastillas que cada ciudadano está obligado a tomar, nuestra salud es un problema de todos, pero es un problema con una solución.
Un cosquilleo me recorre la espalda, las palabras “cada ciudadano está obligado a tomar” me dan la voz de alarma. Como periodista la curiosidad me llama, pero como ciudadana me inquieta. Tras el programa me acerco a mi confidente y amigo Nelson, el cámara.
—Nelson, ¿qué han querido decir con “todos los ciudadanos están obligados a tomar?
—Ven — me dice nervioso mirando a su alrededor.
Entramos en el estudio de montaje y ya solos, hablamos sin temor a que nos escuchen.
—Las pastillas no son más que otro control del Gobierno, ¿lo entiendes? Quieren manipularlos, drogarnos y que todos les votemos sin pensar.
—Hablas como el Poder Púrpura.
—Tal vez, tengan razón — me susurra.
—¿Qué quieres decir? — pregunto atónita.
—Verás, hace unos meses, vinieron gente del Gobierno a hablar con Calajan, estuvieron un buen rato en su despacho y al salir, el jefe vino a verme y ordenó poner esto entre los anuncios de la Cadena.
Me pone la cinta en la pantalla y me horrorizo al descubrir la verdad.
—¡Es publicidad subliminal! Pero no puede ser, eso está prohibido.
—No solo es publicidad subliminal, Beca, es promoción de su partido.
En mi asombro descubro algo más, Nelson tiene una cinta púrpura en la muñeca.
—Eres del Poder Púrpura, tú me has llamado esta mañana.
—Así es — me confiesa — debemos parar esto, Beca, antes de que el pueblo se convierta en una masa fácil de manipular.
—Debes grabarme — digo pensativa — grabaremos un video, esta noche y se lo presentaremos al mundo.
Al atardecer nos escondemos y cuando ya no hay nadie en la oficina, nos encerramos en el plató.
—¿Lista? — me pregunta Nelson.
Yo asiento nerviosa y miro el objetivo con decisión, las palabras salen solas.
—Queríamos seguridad, antes que riesgo, comodidad antes que libertad y ahora recogemos los frutos de la mala hierba que sembramos. El Gobierno nos manipula…
Alguien llama a la puerta, pero yo no hago caso.
—Los medios están corrompidos, introducen mensajes subliminales entre los anuncios, nos venden fármacos que más que curarnos tratan de lavarnos el cerebro, nos graban en las manifestaciones que hagamos contra ellos, nos introducen chips de identidad para localizarnos y nosotros, inconscientes, lo aceptamos.
¡Abran la puerta! ¡Agentes de policía! ¡abran!
Mi voz se quiebra, pero Nelson me anima a seguir.
—¿Somos realmente libres o es lo que quieren que pensemos? Poco a poco y con el rostro de la caridad nos venden las manzanas envenenadas. Pero eso se acabó, ¡debemos luchar! ¡debemos demostrarles que el pueblo es quien decide no ellos! ¡pero sobretodo debemos enseñarles lo que el Poder Púrpura es capaz!
La puerta del estudio se rompe y la policía, junto agentes del Gobierno y federales entran en la estancia. Fin de la emisión.









Si te ha gustado…

Para escribir este relato me he inspirado en la Naranja Mecánica y su técnica Ludovico, ya que el control de la mente puede ser la clave de la manipulación.
La moraleja de esta historia es tan simple como real, el marketing llevado al extremo puede ser peligroso, ¿quién nos dice que no lo estén haciendo ya?
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: es.panampost.com

domingo, 5 de noviembre de 2017

Bromas Nocturnas

Los programas de bromas siempre han sido muy populares en nuestra sociedad, la gente se muere de la risa viendo a gente en situaciones absurdas y como éstas reaccionan ignorantes de la cámara oculta, pero ¿dónde está el límite entre una broma graciosa y una broma de mal gusto?

El programa “Bromas Nocturnas” se ha vuelto famoso precisamente por eso, por gastar bromas pesadas. El sistema es bastante simple, cualquiera te puede gastar una broma pesada y grabarte en el momento, para luego mandarle el video al programa. Cuanto más obscena, escatológica o bochornosa sea la broma, más posibilidades hay de que la emitan.
Imagen sacada de: terrorpsicologico1.blogspot.com.es
Nadie se imaginaba que el programa llegara a tener tanta audiencia, pero la pérdida de valores y de moralidad ya ha hecho mella en nuestra sociedad.
Las bromas dejaron de tener gracia cuando empezaron a ser ilegales y a pesar de los intentos de la policía de detener la emisión, el programa seguía en antena.
Yo vivía mirando hacia otro lado, ignorando las barbaries por las que las víctimas del programa les tocaba pasar, ya que hasta que no te pasa a ti, siempre parece que las desgracias son menores.
—¡Dios santo! ¿ya es esta hora? — exclamo al fijarme en el reloj de la oficina.
Miro a mi alrededor y descubro que soy una única que todavía sigue aquí trabajando. Aunque tengo mucho trabajo, el cansancio se apodera de mí y decido dejar lo que me queda para el día siguiente. Recojo y llamo al ascensor, pero un sonido cercano me alerta.
—¿Hay alguien ahí? — pregunto inútilmente a la puerta movida por el viento.
Unos pasos corren hacia mí y sobresaltada grito al ver a un hombre ponerme una capucha negra en la cabeza. Me golpean.
Cuando despierto estoy atada a una silla y a pesar de que solo consigo ver un foco apuntándome a la cara, reconozco el característico suelo de la oficina, sigo en el trabajo.
Mis ojos se adaptan a la repentina luz brillante que nubla mi vista, horrorizada contemplo a un grupo de personas a mi alrededor, pero no son personas corrientes, van disfrazados de payasos.
—¿Quiénes sois? — pregunto mareada.
Bueno, bueno, bueno, un pajarito me ha dicho que te acaban de ascender en el trabajo, ¡por ese motivo hemos venido a darte esta sorpresa!
La chirriante voz del payaso jefe me taladra los oídos.
—Vale, ya me habéis dado la sorpresa, ahora dejarme salir.
Nada de eso, pippireta, debes abrir tu regalo.
Uno de los payasos lleva una cámara y graba al payaso jefe mientras este me acerca un regalo cuidadosamente envuelto. Todos los demás gritan eufóricos, resuenan sus trompetas y saltan ansiosos de la emoción.
Sé que no debo abrir el regalo, sé que dentro hay algo horrible para mí y busco desesperadamente una salida a mí alrededor.
¿Me dejas que te ayude con el envoltorio? ¡estoy tan ansioso que no me puedo resistir! — me dice el payaso jefe con una mirada salvaje.
Tras la tapa, el horror se desata, la caja está llena de minúsculas arañas rabiosas, éstas salen despavoridas y furiosas a la menor oportunidad. Chillo de horror tras las primeras picaduras e intento por todos los medios quitármelas de encima, del esfuerzo, la silla se cae al suelo y me retuerzo ferozmente de un lado para otro luchando por quitármelas de encima.
Los payasos se ríen, vociferan y cantan desaforados como si fuera la broma más graciosa del mundo. Algunos me apalean mientras me retuerzo en el suelo, como bestias enloquecidas, otros empujan las arañas que huyen de nuevo hacia mí.
Tras mucho forcejeo, tras mucha rabia contenida, mis ataduras se rompen y me levanto furiosa del suelo, con un único objetivo, acabar con todos.
Me pegan con bates de béisbol para que vuelva al suelo, pero entre la marabunta de payasos, consigo hacerme con uno de sus bates. Pillo a uno por banda y le empiezo a pegar con saña.
—¡Quitármela de encima! ¡Quitármela de encima! — grita el payaso en el suelo.
Intentan salvar a su amigo, pero ya es tarde, las arañas del suelo se han lanzado a por él, al mismo tiempo que la sangre de su cabeza empieza a emanar.
—¡Para que lo vas a matar! ¡PARA! — me intenta frenar uno de ellos.
Pero yo no paro, quiero que esto se grabe en sus retinas, quiero que se den cuenta de que conmigo no se mete nadie y quiero también hacerles ver el daño que una simple broma puede hacer.
—¡Cristina para! ¡solo era una broma! ¡te estábamos gastando una broma! — dice el payaso jefe.
En ese momento el bate se rompe por la mitad, el cráneo destrozado de mi víctima me ha salpicado la ropa de sangre. Me giro hacia los demás y descubro que el payaso jefe se ha quitado la máscara, es Elisa.
—Debí imaginarlo — digo al verla — no pudiste soportar que me ascendieran a mí y no a ti y por eso has montado todo este circo.
Elisa mira hacia otro lado con una mueca que revela más verdad de la que quiere mostrar.
Todos ellos, todos, son mis compañeros, mis supuestos amigos del trabajo, ellos son los que quisieron gastarme una “Broma nocturna”. El cámara sigue grabando, como un reportero ávido de carroña. Me acerco a él con una mirada sádica y le hablo al objetivo.
—Las bromas dejan de tener gracia cuando solo el que las hace se ríe. Dado que nadie está dispuesto a hacer nada por acabar con las Bromas Nocturnas, insto a todas las víctimas de este acoso sin precedentes a que se unan a mí. ¡Y vosotros, los bromistas del averno, con violencia nacisteis, pero con violencia moriréis!
Me giro de nuevo hacia el payaso muerto y recojo entre sus sesos algo que no llevaban los demás payasos:
—Quien ríe el último, ríe mejor.
Apunto con el arma al payaso cámara y disparo.











Si te ha gustado…

Para escribir esta crítica social me he inspirado en el acoso escolar y en todos aquellos que han tenido que defenderse alguna vez de abusones sin gracia.
Una broma es cuando dos personas se ríen de algo gracioso e inofensivo, pero cuando esa broma es acosta de otra persona, se transforma en algo mucho más peligroso.
La moraleja de esta historia, es mi lema en la vida, no hagas nada que no te gustaría que te hicieran a ti.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: www.scmediation.org