sábado, 25 de junio de 2016

Muerte Silenciosa


La noche es suya y el día es nuestro. Hace apenas diez años que se mantiene la frágil tregua. Se establecieron los toques de queda. Ningún humano puede salir de la ciudad, pasadas las doce de la noche. Al igual que ninguno de ellos puede salir tras el amanecer.
Ellos respetan la norma al pie de la letra. Sin embargo, nosotros somos más torpes y algunas veces, algún incauto no llega a tiempo a la ciudad pasadas las doce. De esos incautos, ninguno regresa a nuestro mundo. Desaparecen de la faz de la Tierra, como si nunca hubieran existido.
Solo hay una clase de humanos que tienen privilegios, los preservadores. Su misión es la de preservar la paz entre ambos mundos. Los preservadores son los únicos que tienen autoridad para vagar por las calles de ellos pasada la medianoche.
Es por eso, por lo que ahora mismo me encuentro en la tierra que un día fue nuestra. Vago por las calles en ruinas y recuerdo con tristeza los sitios que frecuentaba antes de la hecatombe:
—¡Preservador Rivas!  — me llama el novato
—¡No grites, novato!, ¡recuerda dónde te encuentras!
—Lo siento, señor — me dice arrepentido — hemos encontrado el local.
Hace dos días hubo un asesinato. Todo el mundo sospecha que fueron ellos, pero nadie se atreve a decirlo, porque ello conllevaría que la tregua se ha roto. Sigo al novato hasta el escondido local de la antigua calle de Goya y veo en el suelo a la víctima. Varón blanco de treinta y pocos. El forense dice que murió a eso de las once y media, antes del toque de queda.
No tiene sentido, ellos nunca dejan los cuerpos de los incautos y mucho menos atacan antes del toque de queda. Solo hay una explicación para ello y es el miedo previo de la guerra.
Nos quedamos hasta tarde debatiendo lo que en nuestros subconscientes sabemos. Esto es el preludio de algo peor. Digo que necesito despejarme y fumar un cigarrillo y me voy de ese apestoso lugar cuyo ambiente me asfixiaba.
En la calle, no hay ni un alma, aunque sé que nos observan en las sombras. La luna llena ilumina débilmente las derruidas calles. No se oye nada, el único ruido que interrumpe mis pensamientos es el de mi respiración entrecortada. Saco el cigarrillo con las manos temblorosas del frío nocturno. Hay tanto silencio en la calle, que hasta el ruido de la cerilla al deslizarse por la áspera superficie de su caja, me molesta.

Imagen sacada de: footage.framepool.com

Sé que ellos no soportan el ruido, así que me alejo del local lo más sigiloso que puedo. A medida que me voy alejando, voy recordando cada esquina de mi infancia. Recuerdo la panadería de Sergio, el olor de su pan recién hecho y la calidez de su hospitalidad. Recuerdo la zapatería de los calzados Diez, muchas veces me compré zapatos allí. Recuerdo las tiendas de grandes marcas cerca de Colón. Pero, sobre todo recuerdo el Corte Inglés. Ya nada de eso existe.
Un extraño ruido interrumpe mis pensamientos. Era el ruido de unas hojas al moverse por el viento. Me siguen. No debo correr, no les debo tener miedo. Sigo andando, maldiciendo hasta el ruidoso latido de mi corazón. Debo permanecer sereno.
Esta efímera serenidad dura hasta que oigo el primer grito. Viene del local. Resisto el impulso de correr hacia allí, ya que la primera norma del preservador es no correr bajo ninguna circunstancia. A ellos les molesta que corramos.
Sin embargo, ando lo más rápido y silencioso que puedo hacia allí. Los gritos van en aumento, puedo distinguir los gritos del forense y del novato, además de otros muchos. A cada minuto que pasa me imagino lo peor.
Un ruido demasiado cercano hace que me pare. Está justo detrás de mí. Me giro lentamente para mirar a mi enemigo a los ojos y ahí está, mirándome con curiosidad, tan quieto y tranquilo como lo habían estado todos estos años.
Resulta extraño, que algo tan inocente, tan cotidiano y a la vista de todos, sea tan peligroso. Solo es uno, uno que yo pueda ver, ya que ellos siempre atacan en grupo. Le miro con firmeza, esperando a que sea él, quien dé el primer paso.
Al poco rato, dejo de oír los gritos de mis compañeros y el pánico se apodera de mí. Me tienen rodeado, no hay salida. Es entonces, cuando me atacan. Siento como las ramas de su cuerpo atraviesan el mío, como sus hojas inundan mi boca y como mis fuerzas y mi esperanza se agotan. Es el fin. Los árboles que en un tiempo fueron amigos y decoraban nuestras calles, no eran más que una máscara para ocultar sus verdaderas intenciones. Nos observaban. Esperaban su momento.
Y, al parecer, su momento ya ha llegado.



Si te ha gustado…

Este relato se lo dedico a la alergia y al polen que tanto me ha hecho sufrir esta primavera. Al igual que dicen que los delfines dominarán algún día el mundo, me he preguntado, qué pasaría si algo tan cotidiano y aparentemente inofensivo como un árbol, tuviera intenciones ocultas.
Los árboles existen desde mucho antes de que nosotros nos convirtiéramos en Homo Sapiens Sapiens, han permanecido quietos y en silencio, observándonos en todo momento. Se me ha ocurrido pensar que tal vez si nos invadiera alguna especie, no tendría que estar necesariamente enterrada bajo nuestros pies como en la novela de “La Guerra de los Mundos” de H.G. Wells, tal vez la tenemos delante de nuestras narices todo el tiempo y solo están aguardando su momento para atacar.
Por de pronto os diré, que los arboles ya me han atacado bastante a mí por este año y que no me extraña que en el videojuego de Plants vs Zombies siempre ganen las plantas. Dicen que la primavera la sangre altera, pero a mí me la hierve.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!
Imagen sacada de: farmaciamontane.com

4 comentarios:

  1. Me ha encantado el relato corto "Muerte silenciosa", ¡Sigue así Silvia!. Con unas pocas líneas consigues crear una escena inquietante y transmitir la desolación en unas calles y comercios muy conocidos de Madrid, pero podría ocurrir en cualquier otra ciudad, sobre todo cuando conoces el final. Estoy deseando leer el próximo relato.

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    1. Muchas gracias!! Me alegro que te haya gustado :) seguiré subiendo relatos cada semana y espero que te gusten tanto o más que éste. Intentaré mejorar un poco cada dia, así que si ves algo que no te gusta o que necesita mejorar, no dudes en decirmelo!!

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  2. Me siento identificada contigo. También sufro de la alergia que provocan esos árboles aparentemente inocentes...
    Enhorabuena y sigue escribiendo así!!

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    1. Muchas gracias!! sii la alergia es la venganza de los árboles y su plan para destruirnos jajaja

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