domingo, 30 de septiembre de 2018

Inteligencia


La mente humana es prodigiosa, cada mente es única, con su personalidad y sus puntos fuertes. Yo tengo una gran capacidad en el ámbito de las letras, de la redacción, de la expresión, pero carezco de una mente matemática.
El problema de este mundo es que se valora más una mente matemática que una mente literaria, por ello tuve que tomar una decisión radical, tenía que adaptarme a mi tiempo. Soy nulo para las matemáticas y la ciencia, pero no todos son así. Siempre pensé lo maravilloso que sería poder entrar en las mentes de los demás, adquirir sus conocimientos y ascender en el plano laboral.
Afortunadamente para mí, encontré a alguien cuya mente matemática ansiaba tener imaginación y desarrollar aquello que para mí era tan fácil como respirar.
—¿Crees que funcionará? — me pregunta mi compañero.
—Estoy seguro — contesto— eres muy listo y eso de crear nueva tecnología se te da fenomenal, yo en cambio prefiero crear arte, dibujar y esas cosas.


Imagen sacada de: www.disenoyarquitectura.net


Hacía varios meses que mi amigo de mente matemática llevaba trabajando en la maquina con la que conseguiríamos nuestros deseos. Una máquina que transferiría mis conocimientos de las letras y las artes a mi amigo y él a cambio me transfiriera sus conocimientos en las ciencias tecnológicas.
Gracias a él, conseguiría ascender en mi aburrido trabajo de técnico que tan mal se me daba y él conseguiría escribir sus memorias en un libro utilizando los recursos literarios que tan fáciles me resultan de utilizar.
—Ya está listo — me dice.
Me mira con preocupación, no muy convencido de estar haciendo lo correcto, pero le tranquilizo en el acto.
—Tranquilo, es lo que queremos, lo que hemos querido siempre.
—Lo sé, pero aun así…
—¿Qué?
—¿Y si sale mal?
—No lo hará, tú seguirás con tus conocimientos matemáticos, solo que también tendrás en tu mente mis conocimientos en letras.
—Y tu seguirás con tus conocimientos en letras, solo que también tendrás mis conocimientos matemáticos.
—Exacto.
Más convencido, mi amigo y yo nos sentamos espalda contra espalda en la máquina que hemos construido juntos y juntos la activamos. Cierro los ojos y procuro no pensar en ese ruido chirriante, en ese olor a plástico quemado o en la luz eléctrica que provoca la máquina.
El dolor viene justo después, siento como si miles de cuchillas se clavaran en mi cabeza, trato de no gritar, pero dejo de contener mi grito al oír el de mi compañero. El dolor dura unos minutos y tras él, todo está en calma. La máquina se apaga, las luces se apagan y nuestros cuerpos descansan.
—¿Estás bien? — me pregunta mi amigo.
—Eso creo — contesto tocándome las sienes.
Pasan los días y a medida que el tiempo corre, nos vamos dando cuenta que vemos las cosas de forma diferente. Voy a un concierto y ya no disfruto de sus notas, no pienso en la melodía y en la armonía del pentagrama, pienso en la fuerza del rozamiento de una cuerda contra otra cuerda, en las dimensiones que debe de tener el contrabajo para que genere el sonido o en la presión exacta que se tiene que ejercer en un tambor sin llegar romperlo para que provoque el ruido correspondiente.
En nuestra mente oímos dos voces, la matemática y la literaria. Pensamos que podemos llegar a adaptarnos a esta nueva realidad, que basta con canalizar las voces dependiendo de la realidad que estemos viviendo.
Si estamos en una oficina, tendremos que fomentar nuestro lado matemático y si estamos en una exposición de arte, tendremos que fomentar más nuestro lado artístico. Nos cuesta, pero poco a poco vamos controlando nuestros pensamientos.
La catástrofe vino el treinta de septiembre del año 2018, cuando mi amigo matemático me llamó histérico y me pidió que fuera a verle a su casa.
Al llegar, me lo encuentro en la habitación, sentado en el suelo, en calzoncillos y con una pistola en la mano.
—¡Por dios! ¿qué ha pasado? — le pregunto escandalizado.
—Creía que era mi voz la que hablaba en mi cabeza — dice meciéndose compulsivamente — creía que en mi cabeza había dos voces sí, pero que las dos eran la mía, pero no era así, no era así.
—¿Qué quieres decir?
—Hay una tercera voz en mi cabeza y no es ni la matemática ni la artística, eres tú.
—¿Yo?
—No solo me transferiste tus conocimientos en arte, también las experiencias con las que aprendiste, tus recuerdos, tu forma de ver el mundo, una parte de ti vive ahora en mí.
Pienso en sus palabras y en mis propias experiencias desde que hicimos la transferencia de datos, es cierto que he notado cierta presencia en mi cabeza, veo el mundo de forma diferente, puede que también sea porque la veo como antes la veía mi amigo.
—Es cierto que he sentido parte de ti en mí, pero eso no es malo…
—Sí que lo es, porque esa parte de mí, la que yo te transferí, ya no está y por tanto ya no soy yo, soy dos personas en una, ¡soy un monstruo!
—No eres un monstruo
—Sí que lo soy y por eso, ambos debemos morir.
Mi amigo matemático se levanta y al hacerlo me apunta con el arma que antes guardaba. Yo me quedo sin palabras, sin saber qué decir y antes de que pueda replicarle, dispara.





Si te ha gustado…

¿Alguna vez has sentido que algo te supera? ¿Qué por más que intentes aprenderlo nunca te va a salir? Pues de eso mismo va este relato. Según la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, existen varios tipos de inteligencias: la matemática, la artística…
En mi caso soy más artística que matemática, nunca se me han dado bien las ciencias tecnológicas y siempre he pensado como sería si consiguiera adquirir esos conocimientos de alguien que sí que sabe, ¿sería más feliz? Puede, pero lo que sí que está claro, es que no sería yo, tal y como descubrió nuestro amigo matemático que quiso tener una mente más artística.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!


Imagen sacada de: psicologiaymente.com

domingo, 23 de septiembre de 2018

Steampunk


Este fin de semana se presentaba en IFEMA la Heroes Comic Con de Madrid y para este gran evento, necesitaba un disfraz especial y ¿qué mejor disfraz que ir vestida al más puro estilo Steampunk?
Para los que no lo sepáis, el estilo Steampunk que empezó siendo un subgénero literario nacido dentro de la ciencia ficción, es un movimiento artístico que mezcla la ambientación de la tecnología a vapor con la época victoriana.

Imagen sacada de: www.tobado.com
Antes de empezar a explicar los pasos de cómo disfrazarse, quiero señalar que no es de los disfraces más baratos que existen, pero que intentaré que con estos sencillos pasos no gastéis más de lo necesario.

Mujer Steampunk

Al principio puede parecer que el traje de una mujer steampunk puede ser más complicado que el de un hombre, pero os demostraré que no es así:

·         Parte de arriba:

o   Sombrero de copa, bombín o tocado
o   Con una blusa mona de color blanco, marrón, negro o verde militar basta
o   Si queréis darle un toque más, podéis añadirle un chaleco de distinto tono de color que la camisa y unos guantes de encaje para las manos, pero no es obligatorio.

  • Parte de abajo:

o   Usad una falda larga hasta los pies o hasta la rodilla de tonos color tierra o verde militar
o   Poner un tutú negro por debajo para que dé volumen a la falda, de esta forma obtendremos un efecto “época victoriana”
o   Si queréis darle un toque más, podéis añadir cinturones o cadenas, pero no es obligatorio
o   Usad medias de rejilla o encaje y poneros zapatos de tacón cerrados.

Precio total de un disfraz mujer Steampunk:
  •  Sombrero de copa: 6€ en Maty (Calle Maestro Victoria, 2, 28013 Madrid)
  •  Blusa: 19,99€ en H&M
  • Chaleco: 19,90€ en Primark
  • Guantes: 5€ aprox en Claires
  • Falda: 15€ aprox en Primark
  • Tutú negro: 4,50€ en Maty (Calle Maestro Victoria, 2, 28013 Madrid)
  • Cadena cinturón: 11€ aprox en Amazon
  • Medias: 7,95€ en Maty (Calle Maestro Victoria, 2, 28013 Madrid)
  • Zapatos de tacón: 60€ aprox en el Corte Inglés.

Precio total del disfraz (sin contar todo lo que ya tendréis en casa): 149,34€

Precio total del disfraz (contando lo que seguro que ya tenéis en casa: “Blusa, falda, zapatos, y medias” y quitando los objetos opcionales no necesarios para el disfraz: “cadena cinturón, guantes”): 30,40€

Hombre Steampunk

Para el hombre Steampunk, no se necesita mucho, donde de verdad se va a gastar es en los complementos, pero intentaré hacerlo lo más sencillo y barato posible:

Imagen sacada de: weheartit.com4
  • Parte de arriba:

o   Sombrero de copa, militar o bombín
o   Camisa blanca, negra, marrón o verde militar
o   Chaleco de distinto color que la camisa
o   Si le quieres dar un toque más, añádele unas gafas steampunk al sombrero o un reloj de bolsillo, pero no es necesario.
  •  Parte de abajo:

o   Pantalón negro, marrón o verde militar.
o   Zapatos de vestir o botas.
o   Puedes añadirle cadenas al cinturón si quieres, pero no es necesario.

Precio total de un disfraz mujer Steampunk:
  •  Sombrero de copa: 6€ en Maty (Calle Maestro Victoria, 2, 28013 Madrid)
  • Camisa: 15€ aprox en H&M
  • Chaleco: 19,90€ en Primark
  •  Reloj del bolsillo: 6€ aprox en Maty (Calle Maestro Victoria, 2, 28013 Madrid)
  • Gafas steampunk: 9,95€ en Maty (Calle Maestro Victoria, 2, 28013 Madrid)
  • Pantalón: 15€ aprox en H&M
  • Zapatos de vestir: 60€ aprox Corte Inglés
  • Cadena cinturón: 11€ aprox en Amazon

Precio total del disfraz (sin contar todo lo que ya tendréis en casa): 142, 85€

Precio total del disfraz (contando lo que seguro que ya tenéis en casa: “Camisa, Pantalón y zapatos de vestir” y quitando los objetos opcionales no necesarios para el disfraz: “Cadena cinturón, reloj de bolsillo”): 35,85€

¡Si tienes cualquier duda con el disfraz, no dudes en preguntarme! Deja tu comentario al final de este post.



domingo, 16 de septiembre de 2018

Libro


Si a la persona a la que piensas regalar le gusta escribir (como a mí), leer o simplemente quieres “engañarla” para que piense que el regalo es una cosa cuando en realidad es otra, te recomiendo que envuelvas el regalo con libro.
Naturalmente esta forma de envolver el regalo, requiere que el mismo ya tenga forma de rectángulo o cuadrado, para que de esta forma sea mucho más fácil envolverlo.

Ingredientes
  •  Papel de envolver: si puedes elige papel de envolver blanco, para que simule las páginas del libro, pero sino no hace falta (yo utilicé papel de envolver morado porque la persona a la que iba dirigida le encantaba ese color)
  • Cartulina: que conformará la cobertura del libro, con una cartulina mediana te sobrará.
  • Hoja de color o una cartulina pequeña: sobre ella podrás diseñar la portada y contraportada más acorde para la persona a la que vas a regalar.
  • Celo: para pegar la cobertura del libro a las páginas.
  • Pegamento: para pegar las hojas de color o cartulinas pequeñas a la cobertura del libro.
  • Tijeras.


Pasos a seguir

  1. Envuelve tu regalo con el papel de envolver que hayas elegido, recuerda que puedes dibujar con un rotulador negro las líneas de las páginas una vez terminado el libro.
  2. Una vez que tengas envuelto el regalo, coge la cartulina mediana y toma las medidas para recortarla, envolviendo el regalo como si fuera un libro. Recuerda que la mayoría de los libros de portada dura sobresalen un poco, son más grandes que las páginas del propio libro para proteger la encuadernación.
  3. Cuando tengas la cobertura del libro recortada, pégala al regalo con celo
  4. Recorta con las tijeras la hoja de color o cartulina pequeña que hayas utilizado y dibuja en ella algo gracioso (en mi caso, la persona a la que iba a regalar, le gustaba escribir, por lo que le puse a ella de autora del libro) Opciones:
    1. Título del libro: “Feliz Cumpleaños” autor “el destinatario del regalo”
    2. Título del libro “nuestras vacaciones” y acompáñalo con alguna foto de vosotros juntos.
    3. Título del libro “aquella asignatura que siempre ha odiado”
    4. Título del libro “proposición de plan para el futuro que tengáis pensado.
  5. Cuando tengas la portada, haz lo mismo con la contraportada. Opciones:
    1. Anécdota graciosa que hayáis vivido.
    2.  Dedicatorias de compañeros y amigos.
    3. Chistes.
    4. Biografía del autor: Pon tu opinión personal de la persona a la que piensas regalar.
  6. Una vez tengas hechas la portada y contraportada del libro, pégalas al regalo con pegamento en barra y ¡listo! ¡Ya tienes el regalo perfecto para esa persona tan especial para ti!
Si te ha gustado este artículo y piensas hacerlo, ¡no dudes en mandarme una foto del resultado! ¡Me encantará ver que te he ayudado!



domingo, 9 de septiembre de 2018

El Despertador


Hace apenas unos días me regalaron un despertador, resulta curioso que se sigan vendiendo estos trastos, cuando ya todos usamos la alarma del móvil. Mis amigos solo querían hacer “la gracia” al regalarme el despertador, ya que siempre llego tarde a todos los sitios, sin embargo, el despertador me gustó.
Era un despertador retro, rojo y digital, la alarma que tenía era la radio y eso me gustaba. Siempre que pongo una alarma en el móvil me despierta con una canción que al final acabo odiando, pero despertarse con la radio puede ser una buena opción, me pareció más agradable.
Imagen sacada de: www.pinterest.com.mx
Ilusionado por el despertador, decidí usarlo esa misma noche, seguí las instrucciones y puse la alarma a las siete y media, tiempo suficiente para darme una ducha, vestirme y salir. Como era un despertador nuevo y no me fiaba que funcionara bien, también puse la alarma de mi móvil, por si el precioso despertador fallaba y me fui a dormir.
Me desperté con la radio, medio dormido miré el reloj del móvil y éste señalaba las tres de la mañana, sin duda había puesto la alarma del móvil mal. Apagué el precioso despertador prometiéndome a mí mismo solucionarlo al día siguiente y dejé que la alarma del móvil me despertara al día siguiente.
La alarma del móvil me despertó y empecé con mi rutina matutina, me fui a la ducha y tal y como recordé, tenía que comprar gel de ducha ya que lo había gastado todo el día anterior. Vacié por completo el gel llenando la botella de agua para lavarme con el poco gel que pudiera quedar en el bote y me fui a vestirme. Como ayer vinieron de sorpresa mis amigos a casa para regalarme el despertador, no me había planchado la camisa que tenía que llevar hoy al trabajo, pero no me importó, no estaba muy arrugada, así que me la puse.
Salí de casa tan rápido como pude, ya que no me daba tiempo a desayunar y fui andando al trabajo. En el camino me sonó el móvil, era un whatsap de mi amiga Cristina:
Bueno, ¿qué? ¿esta tarde te quedarás en casa? — me pregunta Cristina.
Ya sabes que tengo que trabajar, hoy vienen los clientes japoneses — contesto extrañado.
Cristina ya sabía que hoy estaba liado, se lo dije hace una semana, ese era el motivo de mi estrés estas semanas.
De repente me choco con alguien por estar mirando el móvil mientras ando. La señora me mira con desagrado mientras coge la mano de su hijo pequeño.
—Perdón — digo, siguiendo mi camino sin hacerla mucho caso.
Vuelvo a mirar el móvil y Cristina ya me ha contestado.
¿Pero eso no era mañana? — me pregunta.
No, es hoy
¿Hoy domingo?
Me freno en seco confuso, hoy es lunes. Miro hacia arriba, ya he llegado al trabajo y efectivamente está cerrado, pero eso no es posible, ayer fue domingo y por la tarde me dieron la fiesta sorpresa mis amigos.
Despistado vuelvo a casa, comprobando en todos los relojes de las tiendas y en los calendarios que el día es efectivamente domingo. Me paso la mañana durmiendo, pensando que todo ha sido un sueño, pero no es así. Por la tarde, alguien llama a la puerta:
—¡Sorpresa! — me sorprende Cristina y varios amigos míos.
—¿Qué hacéis aquí? — pregunto desorientado.
—Esto es una fiesta sorpresa por tu cumpleaños — me informa mi amigo Roberto.
—Sí, y como siempre sueles llegar tarde a todas nuestras quedadas, se nos ha ocurrido regalarte esto — me dice Cristina entregándome un regalo.
Sabía lo que iba a ver al desenvolver el regalo, pero aun así se me puso la piel de gallina cuando vi el mismo despertador rojo que me había despertado por la mañana.
—¿Qué? ¿te gusta? — me pregunta Roberto.
Sin decir nada a nadie voy a mi habitación, con la esperanza de encontrar el despertador en la mesita de noche, pero no está. Cuando vuelvo al salón trato de aparentar normalidad y repito las mismas frases y gestos que hice el día anterior, sorprendiéndome a mí mismo por saber lo que iban a decir mis amigos en cada momento.
Ya a solas, pongo el despertador de nuevo y dudoso me voy a dormir con la esperanza de que al día siguiente sería diferente. El despertador me vuelve a despertar a las 3 de la mañana, lo apago y dejo que el móvil me despierte a la hora que de verdad corresponde.
Cuando me despierta la alarma del móvil, vuelvo con mi rutina de siempre. Sigo sin tener gel de ducha y gasto lo poco que me queda en la mañana, no me da tiempo a desayunar y salgo de casa para ir al trabajo.
De repente me llega un mensaje por whatsapp:
Bueno, ¿qué? ¿esta tarde te quedarás en casa? — me pregunta Cristina.
El terror me invade y se acentúa aún más al descubrir que el trabajo está cerrado. Vuelve a ser domingo y vuelvo a repetir el día, como si estuviera en un agujero de gusano.
No contesto a mi amiga, directamente vuelvo a casa y voy directo a la raíz del problema, el despertador. Lo miro de arriba abajo, ese tiene que ser el origen del problema.
¡Muy buenos días caballeros, hoy empieza un nuevo día en una preciosa ciudad! — anuncia la radio del despertador.
Voy a apagarla, pero entonces la voz de la radio cambia y se dirige hacia mí:
¡Y recordar poner el despertador en lineal! ¡si lo dejáis en modo cíclico repetiréis este día una y otra vez!
Aterrado, busco el interruptor y lo encuentro, pasando la palanca de modo cíclico a modo lineal.
¡Activado el modo lineal, bienvenido a un nuevo día! — me informa el despertador.









Si te ha gustado…

Para escribir este relato me he inspirado en mi propio despertador y lo mucho que odio despertarme con la misma melodía todos los días.
Esta historia que podría ser más de miedo que de ciencia ficción nos enseña una cosa: “lee las instrucciones antes de usar cualquier cosa”, uno de mis mayores defectos es querer adelantarme y usar algo sin saber cómo funciona con lo que acaba rompiéndose o fastidiándose por mi impaciencia, pero eso no tiene que pasaros a vosotros, acordaros de este relato cuando vayáis a poner la alarma del móvil y pensar… “que hay cosas peores que tener que madrugar”.

Imagen sacada de: www.teklic.hr